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Valor Estetico


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  2.223 Palabras (9 Páginas)  •  414 Visitas

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El valor estético se refiere a una excelencia o a una perfección cuyo fin objetivo es la Belleza

y su fin subjetivo es el gozo de la armonía implicando actividades de contemplación,creación e interpretación con preponderancia de toda la persona ante algo material satisfaciendo la autorrealización. Valores estéticos son los musicales, literarios y pictóricos.-

defiendo que la belleza no tiene un valor verdadero. nadie tiene la verdad y menos en el arte.

el valor estético en una obra es el realzamiento de ciertas sensibilidades elegidas por el autor para expresarse dentro de su propio equilibrio y su personalisima armonía.

Relatividad de los valores estéticos

En el contexto de la ciencia, tarde o temprano, se obtienen pruebas objetivas que demuestran que una teoría es mejor que otra, es decir “de que lado estaba la verdad”.

Ahora bien, en el mundo del arte ¿es posible hablar de superioridad?

Me interesa en especial el caso de la literatura.

(Vale decir que la cuestión se encuentra subyacente en muchos temas del foro: en más de una oportunidad he leído opiniones absolutas sobre el particular, pero bajo el título de este autor o aquella obra.)

Personalmente, debo reconocer que me veo tentado a sostener que Dostoievsky es superior a Coelho; pero ¿porqué? ¿O será que simplemente a mi me gusta más Dostoievsky? O mejor aún: ¿Sucederá que encuentro en Dostoievsky aquello que yo busco en la literatura? (Digamos, resumiendo horrorosamente pero es que no me quiero extender tanto, un tratamiento profundo de las cuestiones existenciales del hombre mediante historias no tan lejanas a nuestra vida).

Luego, ¿no sigue siendo una cuestión de preferencias?

De hecho, alguien puede contestar, sin temor a equivocarse al menos ¿Cuál es el propósito de la literatura? Si la respuesta es: múltiples ¿Porqué habríamos de descalificar el propósito de Coelho?

Dicho de otro modo, considero que la literatura (y aclaro que me vi tentado a escribir “la buena literatura”) puede ayudarnos a buscar (no necesariamente a encontrar, claro está) un sentido a la vida.

Luego, Kafka me parece “superior” a la mayoría de los que he leído.

Una vez más, le atribuyo ese lugar en mi mente-corazón a una forma de ver la vida que bien puede ser anterior a la lectura de Kafka; sobretodo el Kafka de “El Castillo”: una búsqueda interminable de “algo más”, símbolos con múltiples interpretaciones (que en el caso de Kafka entiendo que superan aún a las imaginadas por el “genial” autor). Una esperanza absurda pero esperanza al fin …

El entrecomillado de genial es porque otra vez y sin querer estoy categorizando. Pero ¿es qué es posible no hacerlo? ¿tiene sentido obligarnos a no hacerlo?

No lo sé, pero insisto en que algo no me gusta cuando alguien (y me incluyo, obviamente) expresa que un escritor es mejor que otro.

Los «valores estéticos» –Ejemplo: bello, feo , sombrío, fúnebre, elegante, cursi, hermoso, claro, horrendo, sucio, asqueroso, armonioso, destemplado, esbelto, gracioso, fino, grosero, desmañado, sublime, vulgar, guapo, &c.– y los juicios de valor correspondientes están presentes prácticamente en la totalidad de la vida humana, no sólo en los momentos en los que ésta se enfrenta con las que llamamos «obras de Arte», sino también en los momentos en los que ésta se enfrenta con la «prosa de la vida» y con la «Naturaleza». Es cierto que ni las obras artísticas sustantivas o adjetivas o, en general, las obras culturales y, menos aún, los procesos o estados naturales se agotan en su condición de soportes de sus valores estéticos. Un reloj de porcelana barroco puede ser, además de una obra sustantiva de arte, un instrumento tecnológico y funcional; ni siquiera la obra sustantiva o exenta que parece haber sido concebida únicamente para brillar por sí misma expuesta en el museo o en el teatro (independiente de los efectos que pueda tener luego en la «prosa de la vida») se agota en su condición de soporte de valores estéticos; ella tiene siempre, al margen de las funciones psicológicas sociales, políticas o económicas que potencia, un trasfondo situado «más allá de lo bello y de lo feo». Incluso cabe afirmar que la «finalidad» de la obra de arte (y por supuesto la finalidad de la «Naturaleza») no puede hacerse consistir en la producción de valores estéticos positivos (o acaso negativos: el feísmo). La Naturaleza o el Arte tienen otras fuentes; los valores estéticos intervienen en la producción, o en el uso y en el producto, más como reglas o cánones que como fines.

Sin embargo, parece indudable que, supuesto que sea ello posible, si desconectamos una «producción cultural» de toda referencia a los valores estéticos ella perdería también su condición de obra de arte sustantivo o poético, y se convertiría en un producto tecnológico o científico estéticamente neutro. En cualquier caso, el análisis de los valores estéticos en el plano abstracto (respecto de sus referencias naturales o culturales), salvo que determinemos reglas y proporciones objetivas empíricas, encierra el peligro de su vaguedad y de su trivialidad, a la manera de la fórmula tomista: pulchra sunt quae visa placent. Parece preferible el método que comienza el análisis estético por la consideración de las producciones culturales humanas, «las obras de arte sustantivo» (proporciones aúreas, contrapuntos) y pasando, como intermedio, por las producciones culturales animales (panales, nidos, telas de araña, cantos de pájaro, rituales...), continúa por las situaciones o escenarios «naturales» (puestas de sol, grandes cataratas, bosques umbríos, cielo estrellado...) que tengan conexión con los valores estéticos. La determinación de características generales no triviales de los valores estéticos podrá llevarse a cabo eventualmente con algún mayor rigor a partir de los resultados de los análisis particulares previos. En cualquier caso, el materialismo filosófico distingue también entre la estética filosófica (más vinculada a la filosofía de los valores estéticos) de la filosofía del arte; entre ambas perspectivas media una relación que recuerda a la que se establece entre la Teología natural y la Filosofía de las religiones positivas (se comprende que Hegel, desde el idealismo, postulase la reducción de la estética a la Filosofía del arte).

La estética en la filosofía

Artículo principal: Historia de

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