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Violencia Familiar ensayo.

ignacarsMonografía23 de Mayo de 2017

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INTRODUCCION

Nosotros nos educamos y vivimos en una cultura desarrollada por mitos, uno de los mitos más fuertes que circulan en nuestra cultura es el de LA FAMILIA, como lugar de protección, de gratificación.

A partir de una investigación llevada a cabo en los últimos años, la violencia familiar ha sido identificada como un grave problema social que hunde sus raíces en nuestra cultura y cuyas consecuencias se ramifican afectando amplios sectores de la población.

En este trabajo no sólo nos referiremos al golpe físico, sino también al abuso emocional, al maltrato psicológico, además se habrá de abordar conceptos básicos que permitan acercarnos al problema de la violencia familiar desde el conocimiento de los factores que intervienen en su producción con el objeto de revisar las posibles soluciones que circulan respecto de este tema desde el ámbito psicológico y legal.

 

CONSIDERACIONES GENERALES

La violencia familiar comenzó a tematizarse como problema social grave a comienzos de los años 60, cuando algunos autores describieron el “síndrome del niño golpeado”, redefiniendo los malos tratos hacia los niños. El tratamiento periodístico de estos casos, en una época en que los medios de comunicación comenzaban a mostrar su poder de penetración, contribuyo a generar un incremento de la conciencia pública sobre el problema.

Progresivamente, se comenzó a descorrer el velo sobre otros fenómenos mucho más extendidos de los que se creía: por ejemplo, el abuso sexual hacia los niños y las diversas formas de maltrato hacia los ancianos.

Hasta no hace mucho tiempo, la violencia familiar era considerada como un fenómeno poco frecuente, catalogado como anormal y atribuido a personas con trastornos psicopatológicos. Sin embargo, la mayoría de los trabajos de investigación realizados en los últimos años nos demuestran que la violencia y el maltrato en la familia son fenómenos “normales” desde un punto estadístico a cuya definición, como una formación cultural apoyada en valores contribuyen mitos, creencias y estereotipos firmementes arraigados en la sociedad.

La violencia o el maltrato se dirige siempre desde él más fuerte hacia el más débil.

La violencia familiar representa un grave problema social, ya que se estima que más del 50% de la familia sufre o ha sufrido alguna forma de violencia.

Hay muchas razones para dejar de pensar que esto es un “problema privado”...

[pic 1] Las personas sometidas a situaciones de violencia dentro del hogar presentan una debilitación gradual de sus defensas físicas y psicológicas, lo que se traduce a un incremento de los problemas de salud.

[pic 2]  También se registra una marcada disminución en el rendimiento laboral.

[pic 3]   Los niños y adolescentes que son víctimas o testigos de la violencia intrafamiliar frecuentemente presentan trastornos de conducta escolar y dificultades en el aprendizaje.

[pic 4]    Los niños que aprenden en su hogar modelos de relación violenta tienden a reproducirlos en sus futuras relaciones perpetuando así el problema.

[pic 5]     Un alto porcentaje de menores con conductas delictivas provienen de hogares donde han sido víctimas de violencia crónica.

[pic 6]      Un alto porcentaje de los asesinatos y lesiones graves ocurridos entre miembros de una familia son los desenlaces de situaciones crónicas de violencia doméstica.

Este es un problema que concierne a todos los sectores sociales.

No como algunos y podría decirse que muchos piensan que la violencia sólo pertenece a los estratos más bajo de la sociedad, es cierto que en estos sectores existen factores de riesgo importantes, como por ejemplo: las carencias, el estrés, el desempleo, etc. Pero solo son factores de riesgo no causas de violencia.

Cada vez hay más chicos maltratados por adultos, hace poco tiempo, llegaron a tribunales los documentos sobre el caso de Jonathan, bebe de un año había sido lanzado al piso desde una altura de metro y medio y presentaba pellizcos por todo el cuerpo.

Cuenta la abogada Angeles Burumdarena, que trabaja en asesoría de menores de la cámara civil de la Capital que los papás le imploraron al juez, jurando que cuidarían al bebe hasta que la Navidad siguiente, lograron una restitución. Tres días después, Jonathan apareció en el hospital muerto a golpes y con violaciones reiteradas, ocasionadas por el padre. La mamá declaró que no vio nada por que justo en ese momento estaba de compras.

Al tiempo que al marido lo enviaban preso bajo el cargo de homicidio agravado por el vínculo a ella le sacaban la guarda del hijo mayor, de seis años, quien conservaba la cicatriz provocada por el  filo de un plato. Cosas como estas suceden a diario.

Este es un caso extremo, pero también a veces vamos en plena calle y podemos ver la violencia que emplean algunas madres cuando zarandean a sus hijos por el aire, les tiran de las orejas fuerte o les aplican reiterados cachetazos.

A los padres que pegan sin medir el daño físico y del otro que provocan.

El bienestar de los niños y el replanteo de su lugar en la sociedad son ideas plasmadas en este siglo, al menos en los papeles, en la Declaración de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

El científico Henrry Kempe describió en sus teorías el “síndrome del niño apaleado”, cuyo síntoma son los trastornos del desarrollo físico, mental y social. El maltrato emocional y físico pasó al catálogo de cuestiones pediátricas incluida las negligencias o el descuido de las necesidades del chico como la alimentación, educación y tanto otros.

Desde el golpecito hasta la desvalorización constante y las amenazas, el abanico del maltrato tiene matices que parecen inconcebibles, pero son reales.

Quienes trabajan en el tema de violencia insisten en que el maltrato y el abuso sexual se observa en todos los niveles culturales y sociales, altos o bajos.

Hay quienes suponen que los sectores carenciados son más proclives al maltrato físico y al abandono, mientras que en los sectores medios y altos estaría más arraigada la violencia emocional. “Es cierto que los niños humildes están más expuestos a las golpizas, a la violación, a la violencia social y a la explotación sexual a edad temprana, pero la intimidad de un niño de clase alta es inviolable, a puertas cerradas...

Las fragmentadas estadísticas indican que la mitad de las víctimas de abuso de todo tipo son niños menores de cinco años. Si no se detecta o se denuncia un daño extremo, el maltrato se prolonga a lo largo de los años.

Se estima que el 80% de los bebes supuestamente muertos en accidentes son en realidad víctimas del maltrato.

Corsi menciona a la “violencia en cascada”: el hombre maltrata a la mujer y ella a los hijos, y luego se ve como estos chicos torturan al hermano menor o a las mascotas.

VIOLENCIA

La raíz etimológica del término violencia remite al concepto de “fuerza. El sustantivo “violencia” se corresponde con verbos tales como “violentar”, “violar”, “forzar”.

En sus múltiples manifestaciones, la violencia siempre es una forma de ejercicio de poder mediante el empleo de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, política...) e implica la existencia de un “arriba” y un “abajo”, reales o simbólicos, que adoptan habitualmente las formas de roles complementarios: padre – hijo, hombre – mujer, maestra – alumno, patrón – empleado, joven – viejo, etc.

El empleo de la fuerza se constituye, así, en un método posible para la resolución de conflictos interpersonales, como un intento de doblegar la voluntad del otro, de anularlo, precisamente, en su calidad de “otro”.

La violencia implica una búsqueda de eliminar los obstáculos que se oponen al propio ejercicio del poder, mediante el control de la relación obtenido a través del uso de la fuerza.

Para que la conducta violenta sea posible, tiene que darse una condición: la existencia de un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el contexto, o producido por maniobras interpersonales de control de la relación.

El desequilibrio de poder puede ser permanente o momentáneo: en el primer caso, la definición de la relación esta claramente establecida por normas culturales, instituciones, contractuales, etc.; en el segundo caso, se debe a contingencias ocasionales.

En el ámbito de las relaciones interpersonales, la conducta violenta es sinónimo de abuso de poder, en tanto y en cuanto el poder es utilizado para ocasionar daño a otra persona. Es por eso que un vínculo caracterizado por el ejercicio de la violencia de una persona hacia otra se denomina relación de abuso.

El daño es cualquier tipo y grado de menoscabo para la integridad del otro. Existen diferentes tipos de daños ocasionados en el contexto de una relación de abuso: daño físico, psíquico, económico, etc.

El desequilibrio de poder en el que se basa toda relación de abuso es el producto de una construcción de significados que sólo resulta comprensible desde los códigos interpersonales. Es suficiente que alguien crea en el poder y en la fuerza del otro para que se produzca el desequilibrio, aún cuando desde una perspectiva “objetiva” no tengan existencia real.

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