Violencia Y Pareja
claudiabarberan30 de Marzo de 2013
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PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XIX No1 / 2005 · pp. 51 - 72 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
I. FERNÁNDEZ, VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN LA RELACIÓN DE PAREJA
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN LA RELACIÓN DE PAREJA:
UNA DEMANDA DE SEGURIDAD CIUDADANA
Ivonne Fernández Jiménez*
RESUMEN
El presente artículo repasa los principales argumentos que ubican la violencia contra
las mujeres en la relación de pareja como un grave problema social que afecta la vida y
múltiples derechos humanos de mujeres chilenas y sus familias. Se revisan algunos
elementos que permiten sostener que la seguridad de las mujeres es un imperativo del
presente para las políticas de seguridad ciudadana, así como también se explicitan vínculos
entre violencia en la familia y desarrollo de comportamientos delictuales futuros.
Finalmente, se sugiere que una mejor formulación de políticas públicas en la materia
rescata la voz y experiencia de las víctimas de violencia, así como visibiliza a los hombres
que la ejercen en materia de sanción, control y prevención.
PALABRAS CLAVE
Violencia – mujer – victimas - derechos humanos
ALGUNOS ALCANCES SOBRE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y LAS POLÍTICAS DE
SEGURIDAD CIUDADANA
La erradicación de la violencia hacia las mujeres ha sido y es un objetivo central del
actuar de las organizaciones de mujeres en Chile y el mundo. Estas organizaciones, desde
diversas estrategias, han instalado el tema, en su complejidad y dimensión política al
denunciar y hacer visible el lugar de subordinación que ocupan las mujeres en la sociedad.
Aunque se han logrado avances importantes en los últimos 10 años, principalmente en el
posicionamiento público del problema, generando conciencia social, y se ha logrado
presionar a los estados para que creen legislación y políticas públicas, todo ello ha sido
insuficiente para frenar la violencia contra las mujeres.
Pese a su magnitud y creciente denuncia, la violencia contra las mujeres1 en la rela-
* Psicóloga Universidad La República, Corporación de Desarrollo de la Mujer DOMOS. E-mail:
capacitacion.domos@terra.cl
1 En adelante VCM.
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ción de pareja y las otras formas de violencia intrafamiliar no ocupan un lugar visible en
las políticas gubernamentales de seguridad ciudadana. En este ámbito, la violencia
intrafamiliar2 aparece nombrada en documentos, estudios y declaraciones, pero su inclusión
se circunscribe a la consideración de la misma como un factor de riesgo para el
comportamiento delictual; a la incorporación de las cifras de denuncias por VIF junto a
los delitos de mayor connotación social, y a su aparición como problema susceptible de
proyecto concursable en los Programas Comuna Segura.
La presencia mediática que ha ido teniendo la VCM en la relación de pareja y la VIF
en general, y su integración en los discursos de algunos personeros del Estado, no han
ido aparejadas con la asignación de mayores recursos para abordarlas.
El debate sobre seguridad ciudadana, que protagoniza titulares, encuestas, promesas
electorales y medios de comunicación, está centrado en la violencia e inseguridad que
existen en el espacio público. Esta violencia despierta interés, recursos, planes piloto y un
sinnúmero de iniciativas para combatir la delincuencia. Esta, sin duda, es una demanda
muy ansiada por los/as chilenos/as, sin embargo la violencia que ocurre en la intimidad
del hogar, en el seno de relaciones fundadas en afectos y filiación biológica, pasa a segundo
plano. Se la concibe como un problema3 psicológico, eminentemente individual y/o de
“autocuidado familiar”, por lo tanto propio de las mujeres -desde una perspectiva
tradicional- y se la circunscribe al ámbito de la institucionalidad creada para ellas, como
el Servicio Nacional de la Mujer (Sernam). No se aprecia un compromiso activo de otras
reparticiones estatales llamadas a asegurar la vida y protección de los/as ciudadanos/as,
como el Ministerio del Interior4 y el sistema de justicia criminal5.
La verdadera violencia es vista como aquella que ocurre en los espacios públicos.
No extraña entonces que los delitos de mayor connotación social sean los que ocurren
en las calles, los robos y atentados a la propiedad. Esta situación ha afectado
profundamente la manera en que se consideran y perciben las violencias, especialmente
aquella ejercida contra las mujeres y las características que toma la victimización
femenina.
Tanto la criminología como la victimología tradicionales se han centrado en los delitos
de la calle, y que son denunciados. La investigación criminológica no ha considerado
que la mayoría de los ataques sexuales contra las mujeres no son denunciados y que la
mayoría de las víctimas son atacadas por hombres que ellas conocen. Ha quedado velado
2 En adelante VIF.
3 En cuaderno de trabajo de División de Seguridad Ciudadana se señala que “estamos frente a un fenómeno que responde
a perfiles psicológicos específicos, subculturas tradicionales machistas, o a la incapacidad de la familia de enfrentar
dificultades y resolver los conflictos de manera sana y madura”. En otra parte, se dice que “las acciones de violencia física
o psicológica al interior de la familia trascienden la acción delictual: se ubican en otra causalidad o motivación”. En
ARAYA, JORGE Y SIERRA, DAVID, Influencia de factores de riesgo social en el origen de conductas delincuenciales, División
Seguridad Ciudadana, Santiago, 2002, p. 24.
4 Cuando la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual ha dirigido cartas con demandas específicas al
Ministerio del Interior, éste ha señalado que la instancia que debe responder sus dudas e inquietudes es el Sernam.
5 Tanto en el antiguo como en el nuevo sistema penal, se invisibiliza la violencia intrafamiliar. No se analizan los delitos
en el contexto de relaciones abusivas, con los consiguientes efectos de victimización secundaria e impunidad.
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e inexplorado aquello que ocurre en el hogar y la victimización que sufren las mujeres en
las relaciones íntimas y familiares6.
“Autores como Elisabeth Stanko (1985, 1990) han sugerido que la violencia masculina
es parte ordinaria de la vida de las mujeres. La inseguridad es la base del entendimiento
de las mujeres sobre su integridad personal y sexual. Los actos de violencia experimentados
por las mujeres, cometidos por personas conocidas en el ámbito privado, han sido el
tema de muchos artículos e investigaciones. Sin embargo, su impacto y el reconocimiento
del daño que estas experiencias producen han sido limitados e incluso subvalorados,
debido a la creencia hegemónica de que la violencia ‘real’ es aquella que ocurre en las
calles, en público, y que es ocasionada por extraños, ignorando los lazos entre seguridad
del espacio público y seguridad del espacio privado. Existe una fuerte tendencia a percibir
‘el otro amenazante’ como parte del mundo público y una fuerte tendencia a negar que
éste forme parte de la esfera privada. No es de sorprenderse entonces que los hombres
sean las principales víctimas y los principales agresores en las estadísticas oficiales, dado
que permanecen más tiempo en lugares públicos, a pesar de que, estadísticamente, son
menos propensos que las mujeres a sufrir un ataque contra su persona”7.
Smaoun destaca que la VCM “puede desplegarse a través de un continuo, que en uno
de sus extremos ubica el hogar, la familia, el espacio privado y en el otro la calle, la
escuela, el trabajo, el espacio público. Las conexiones entre las diferentes formas de
violencia no son siempre obvias, sin embargo es importante señalar que son cometidas
en su mayoría por hombres, o en nombre de hombres, contra mujeres; todas tienen que
ver con hacer sentir, al hombre que abusa, portador de un poder superior, y lo que es
muy central, todas son perpetradas sin el consentimiento explícito de las víctimas, todas
son muy dañinas y afectan la totalidad de la vida de las mujeres”8.
“La realidad demuestra, según las mismas mujeres que sufren violencia y los hombres
que la ejercen, que la conducta de los hombres, lejos de ser el resultado de una explosión
de ira [un trastorno psicopatológico], es utilizada como un mecanismo de toma de poder
y control, de ahí que se pueda afirmar que la especificidad de esta forma de violencia es
que el factor de riesgo o de vulnerabilidad es la mera pertenencia al género femenino,
independientemente de que esta se agrave por variables tales como etnia, clase social,
discapacidad, entre otras”9.
Las mujeres, entonces, como colectivo genérico vulnerable a la violencia, requieren
políticas integrales de seguridad,
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