Abandono En Niños Actualmente

Casa hogar, “un lugar para todos”.

“Cuando nace un niño nace la esperanza de un mejor mundo, la esperanza se pierde cuando los padres no lo saben educar”.

– Anónimo.

Niños de la calle, es un término usado para llamar a los infantes que viven al aire libre en una ciudad, privados de atención familiar y protección de un adulto; estos viven en edificios abandonados, cajas de cartón, estaciones en desuso o en cualquier rincón donde puedan dormir sin ser agredidos, ni descubiertos por la policía.

Detrás de cada niño que vive en la calle, existe un gran conflicto familiar; o una familia que nunca existió, o se deshizo, lo más común es el problema del padrastro; la madre del menor está con un hombre al cual éste no le agrada, si no que le considera un estorbo, por consiguiente, vienen los maltratos hacia él, hasta que éste no aguanta más y decide irse. Es triste y lamentable la situación, pero es real, y ante lo cruel de ello, decidimos solo ignorar.

La Red por los Derechos de la Infancia en México, afirmó y advirtió que hasta 2012 había en el país 29 mil 310 menores de edad que no contaban con cuidados familiares, ni institucionales; y “aumenta más el riesgo de maltrato e impunidad en contra de estos pequeños”.

Abuso sexual, explotación o esclavización, trata de blancas, prostitución, asesinatos, etc., son problemas que llegan a enfrentar estos niños cuando no cuentan con algún tipo de cuidado ya antes mencionado, o cuando no tienen un apoyo firme de una persona mayor.

“El niño no es el problema, sino la víctima del problema y, en ocasiones, la solución”.

-Anónimo

Por lo cual Sáenz Vargas diputada del partido verde menciona que: “los albergues o casas hogares, representan una opción para miles de menores huérfanos, o para quienes son víctimas de abandono, vejación y maltrato de sus familiares”.

Tal es el caso de la Casa Hogar “La Inmaculada”, ubicada en la Ciudad de Jacona de Plancarte Michoacán, donde una parte de la historia comienza a partir de la generosidad, bondad, y amor de Angelita del Río, quien durante muchos años de su juventud se dedicaba a la pintura.

Al salir ella de su casa a conseguir material para trabajar, encontraba a dos niñas pequeñas, de entre 5 a 8 años, y así solo por curiosidad ella preguntaba que hacían ahí en ese lugar a diario, a lo que ellas contestaban, “mi mamá nos dejó aquí hace algunas horas, y no ha regresado”.

Ella, al no saber que responder, solo decide llevarlas a su casa y proporcionarles el cuidado y tratado que deben tener, al repetirse la historia con mayor número de niñas decide llamar a Nabor Victoria, sacerdote de la Cd de Zamora, al cual le platica la situación de las pequeñas, por lo que el sacerdote decide llamar a María Luisa Josefa del Santísimo Sacramento, directora del Convento Sagrado Corazón de la Cd de Guadalajara para contarle la situación y así darle una solución a este increíble suceso, y es así que tras 20 años de ser fundada esta institución que por patrimonio y generosidad de Nabor, ha colaborado con una gran labor hacia niñas que no tienen suficientes recursos tanto materiales como humanos a su lado.

A lo largo de estos 20 años de trabajo se han ido integrando varias personas que cumplen con los requisitos para estar en esta institución, amabilidad, bondad, respeto, empatía, y gusto por el trabajo y cuidado de demás personas, son algunas características con las que deben cumplir.

En esta institución hay más de 6 personas laborando; Isabel, Ana Berta y Aurora González Soria, entre otras, las cuales se encargan de la misma “publicidad” de la Casa Hogar, donde se cuenta con recepcionista, secretaria, cocinera, etc.

Continuando con parte de la historia ya mencionada anteriormente, en esta institución viven aproximadamente 50 niñas, que van desde los 6 hasta los 33 años, día a día, semana a semana, mes con mes, han ido ingresando más niñas, y al mismo tiempo varias de ellas han desalojado la instalación, con causas desconocidas.

Tomándome el tiempo necesario, realice dos entrevistas a dos de las niñas que aquí se encuentran; un nerviosismo intenso se podía reflejar en el rostro y movimientos corporales de Sandra Valeria Zarate Calderón de 9 años,

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