Bullyin Escolar
solyo135 de Marzo de 2013
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La escuela y el bullying en la Educación Primaria
Jose Miguel Gutiérrez Pequeño
malayo@soc.uva.es
Escuela Universitaria de Educación de Palencia. Universidad de Valladolid. España
Resumen
El objetivo de nuestro trabajo es conocer la incidencia del bullying en el alumnado de Educación Primaria en Castilla y León. Nuestro estudio es una reflexión sobre la violencia escolar desde un punto de vista sociológico, dedicando especial atención al grupo de iguales y a la familia, como agentes de socialización primaria. Para ello hemos realizado un estudio de caso con escolares de 5º y 6º de Primaria, que nos ha proporcionado información sobre el alumnado de Castilla y León. En una primera parte, hemos propuesto un marco teórico para definir el problema del bullying y conocer su significación escolar y social. El análisis del grupo de pares nos ha revelado la importancia que tiene para el alumnado el sentirse aceptado y socialmente integrado. Además hemos comprobado como los alumnos comparten sentimientos, actitudes y valores. El análisis sociológico sobre la violencia escolar nos ha permitido conocer las diferentes características del alumnado implicado en el maltrato entre iguales. Toda esta investigación nos ha conducido a unas conclusiones sobre el bullying en Educación Primaria en Castilla y León, que nos ha llevado a proponer una serie de orientaciones para la comunidad educativa, tanto para las familias, el profesorado y el alumnado.
Palabras llave: socialización, grupo de pares, familia, bullying
La escuela y el bullying en la Educación Primaria
El maltrato entre iguales, intimidación o bullying es una de las situaciones de la vida diaria en los Colegios de Primaria de nuestro sistema educativo. El fenómeno social de la violencia es mucho más amplio que el problema institucional de la violencia en el centro educativo; la violencia está en la calle, en la vida doméstica, en el ámbito económico, político y social en general. Lo que ocurre en los centros escolares no es más que un reflejo de lo que sucede en la vida pública y privada en todos los aspectos. Pero nosotros fijaremos nuestra mirada dentro de los muros de la institución educativa, para analizar las malas relaciones y los abusos entre compañeros/as que en ella acontecen.
La escuela es un reflejo de la sociedad en la que está inmersa. Por tanto, los comportamientos que los niños y niñas desarrollan en la Educación Primaria son un fiel reflejo de lo que sucede en el mundo social que les rodea. Algunos sociólogos de la educación han hablado de la escuela como una microsociedad (Jackson, 1994). Por tanto los sentimientos, actitudes y diferentes posicionamientos ante los problemas de la convivencia diaria son una copia, más o menos clara, de lo que perciben a su alrededor.
La violencia que se concreta en malas relaciones interpersonales, falta de respeto, agresividad injustificada, prepotencia, abuso y malos tratos de unos hacia otros, es en sí misma, un fenómeno social y psicológico: social, porque surge y se desarrolla en un determinado clima de relaciones humanas, que lo potencia, lo permite o lo tolera; y psicológico, porque afecta personalmente a los individuos que se ven envueltos en este tipo de problemas. Consideramos que están implicados en estos problemas, y que en alguna medida son víctimas de ellos, tanto los niños/as que son cruel e injustificadamente agresivos con otros, como los que son víctimas directas de la crueldad y la violencia de los agresores. Así mismo, son víctimas del fenómeno de la violencia, los niños/as que, sin verse involucrados de forma directa, lo están de forma indirecta, porque son observadores y sujetos pasivos de la misma, al verse obligados a convivir en situaciones sociales donde esos problemas existen. Finalmente, el profesorado y todas las personas que forman parte de la comunidad educativa, ven alterada su función profesional y social cuando deben enfrentarse a situaciones que desbordan sus planes y deterioran las condiciones humanas en las que deben ejercer su actividad.
Veremos hasta qué punto el complejo mundo de las relaciones sociales en el centro educativo, estructurado en microsistemas de influencia mutua, es, de alguna manera, el ecosistema en el cual debe desarrollarse la función instructiva y educadora a realizar por la institución educativa. Nos centraremos en el microsistema que forman los alumnos/as entre ellos: lo que llamaremos, en este contexto, las relaciones de los iguales.
La violencia: una enfermedad social
Las situaciones de abuso y maltrato entre escolares son un hecho en todas nuestras escuelas. Los medios de comunicación se encargan -en ocasiones de forma insistente- de hacernos llegar la voz de alarma por la escalada de agresividad progresiva que se va viviendo en los centros educativos.
Un informe del Ministerio de Educación y Cultura recoge (Diagnóstico del Sistema Educativo, MEC, 1998) algunas de las conductas “alborotadoras” de los escolares, destacando por su elevado índice de ocurrencia las siguientes:
Alborotar fuera del aula, como la falta más recurrente e inocente: gritos, empujones.
La falta de respeto entre compañeros también es habitual (subirles las faldas a las chicas, ponerles motes ofensivos, burlarse de la debilidad).
Alborotar en clase. Distraer a los compañeros o al profesor. Aprovechar la ausencia del profesor para descolocar el mobiliario, borrar la pizarra o lanzar cosas por la ventana.
Las agresiones morales que abarcan los insultos, las descalificaciones y las amenazas.
La falta de respeto hacia los profesores. En algunos casos no pasa de ser una bravuconada, pero, en otros, el alumno se encara con el profesor y le amenaza seriamente, cuando no le agrede abiertamente.
Es indudable que estas situaciones provocan un gran desconcierto entre los profesionales de la educación pero quien inevitablemente lleva la peor parte es aquel que es victimizado. Probablemente, en la mayoría de estas ocasiones el agresor está activado por sentimientos desagradables en los que “el blanco” no es el responsable, sino el elemento que proporciona el escape.
Estas conductas se desarrollan en ambientes sociales determinados. Sabemos que son de suma importancia las variables ambientales, tanto las relativas al clima social familiar como al escolar. Los dos sistemas sociales, el personal-familiar y el aula, presentes en cada estudiante, interactúan proporcionando elementos que permiten la evaluación del ambiente como beneficioso o perjudicial. Cuando el ambiente es valorado como perjudicial, el sujeto pone en marcha una serie de estrategias que pretenden modificar la situación. Estas respuestas irán encaminadas a cambiar el sistema, unas veces el ambiental, en ocasiones el personal o con más frecuencia algo de ambos, con el fin de buscar su equilibrio. En los sujetos con tendencias agresivas se darán conductas que buscarán causar daño a otro, mientras que en los sujetos con tendencia a la sumisión aparecerán conductas de retraimiento e incluso indefensión. Por ello resulta tan importante conocer la estructura socioafectiva del grupo.
Cuando el sistema de relaciones de los iguales se configura bajo unas claves socialmente pervertidas en las que predomina el esquema dominio-sumisión, las actividades y los hábitos se ritualizan sobre la ley del más fuerte. Cuando estos hábitos y rituales se prolongan en el tiempo, sus efectos se hacen sentir en el desarrollo sociológico y psicológico, y terminan siendo verdaderamente negativos para la salud mental de los chicos/as implicados: agresores y agredidos.
En el contexto de las relaciones entre iguales, pueden aparecer diversos tipos de enfermedades psicosociales, algunas de las cuales pueden llegar a tener verdadera repercusión en el desarrollo de los niños/as que se ven afectados por ellas. Una de estas enfermedades es la aparición del abuso y la prepotencia en el conjunto de convenciones que surgen espontáneamente entre los grupos.
El rígido esquema de dominio-sumisión que adopta a veces el modelo social en los grupos de escolares, se caracteriza porque en él una persona es dominante y otra es dominada; una controla y otra es controlada; una ejerce un poder abusivo y la otra debe someterse. Se trata de una relación de prepotencia que termina conduciendo, en poco tiempo, a una relación de violencia. Un tipo de vinculación social claramente dañina que podemos denominar maltrato. El maltrato entre iguales se ha descrito como “un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresividad física de unos niños hacia otros que se convierten, de esta forma, en víctimas de sus compañeros” (Olweus, 1998)
La microcultura de los iguales contiene algunas de las claves para que se realice este aprendizaje de selección y fijación de las actitudes y los valores morales, que contribuirán a construir el autoconcepto y la autoestima, paralelamente a la capacidad de comprender y estimar a los demás. Dentro de los sistemas de iguales se sacralizan estilos de ser, de sentir, y de actuar, con matices que proporcionan una fuerza cohesionadora especial a los que se crían y educan juntos. Sin embargo, si la microcultura de los iguales incluye claves simbólicas de dominio y sumisión interpersonal, y la realidad cotidiana de la relación incluye el desprecio, la falta de consideración y, finalmente, los malos tratos, el grupo de iguales pasa de
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