¿Cómo inculcar la abnegación como valor en el personal de nuestra Subunidad?
Manteca dimottaTrabajo29 de Abril de 2024
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CAMPO DE MAYO, 07 de Agosto 2020.
TIPO DE TRABAJO: De Gabinete
PERSONAL PARTICIPANTE: Cursantes del CJSAE
MATERIA: Ética y mando
TEMA: ¿Cómo inculcar la abnegación como valor en el personal de nuestra Subunidad?
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DADO POR: Jefe de la Materia ética y mando
TIEMPO CONCEDIDO: TREINTA (30) días.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene por finalidad hacer un breve análisis sobre la abnegación en las Fuerzas Armadas, y al comprenderlo, proponer formas por las cuales se buscará infundir esta virtud en la mente y corazón de nuestros subalternos. Considerando que como Oficiales del Ejército, y como jefes, tendremos las herramientas, la capacidad y principalmente, el deber, de arraigar las condiciones personales que se aspira a que posean, en mayor o menor medida, los integrantes de nuestras fracciones.
Para llevar a cabo esta investigación se obtuvo información de diversas fuentes de información, web, de textos literarios y el Manual del Ejercicio del Mando.
Partiendo de la base, ¿Qué es la abnegación? La definición que nos da la Real Academia Española es:
“Que se sacrifica o renuncia a sus deseos o intereses, generalmente por motivos religiosos o por altruismo” 1
La definición que nos brinda nuestra doctrina la podemos encontrar en el Manual del Ejercicio de Mando MFP -51-13 (1990) y dicta de la siguiente manera: “Es el acto deliberado por el cual se renuncia a beneficios materiales e inmateriales a favor de un fin superior. Se manifiesta en la vocación del servicio.” 2 (Pag 22 cap 3).
DESARROLLO
En nuestras propias palabras, una persona abnegada es aquella que al estar permanentemente pensando en lo que es mejor para el prójimo, lo que es mejor para su propia persona queda en segundo plano. Es importante aclarar que es un hecho deliberado, es decir, que al tomar las decisiones se es consciente del sacrificio personal que se está realizando. Por lo que descarta situaciones en las cuales ya sea por descuidos o por ignorancia se ve perjudicado por anteponer a los demás. Por ejemplo, un subalterno falta sin causa al régimen del servicio, y nosotros queremos cubrirlo ante el escalón superior, elevando el parte sin novedad, pensando que nadie se dará cuenta. Pero luego la novedad es detectada y somos sancionados por elevar novedades incorrectas. No podemos jactarnos de ser un jefe abnegado porque al tomar la decisión no fuimos consientes del precio que íbamos a pagar.
Existe un error de concepto bastante común, se cree que cubrir un delito o falta es un gesto de honor o grandeza. Que delatar a un infractor es un acto de cobardía y de bajeza moral. Pero al ser cómplice solo se está agravando el problema que dicha falta generará. Todo soldado que haya participado de la construcción de un puente tiene muy claro que si alguno saca el hombro de la pieza que se transporta el resto deberá llevar la sobre carga. La misma situación se presenta en el ejemplo mencionado anteriormente. Al cubrirlo, Podremos estar liberando de las consecuencias al causante pero seguramente estaremos causando un gran malestar en un número mucho mayor de personas que tendrán que esforzarse en sobre medida para suplir la misma[a].
La abnegación se entiende como la renuncia deliberada a todo beneficio personal en pos de un objetivo superior. Se manifiesta en la vocación de servicio y el cumplimiento del deber militar, notas distintivas del profesional militar. Será a partir de ella que el militar, en el ejercicio de su profesión, podrá sacrificarse al extremo para afrontar y hacer afrontar las distintas situaciones críticas y de incertidumbre que presentará la vida militar, especialmente en el momento del combate, con carácter, profesionalismo, entrega y convicción.
El fin que orienta al profesional militar en todas sus acciones no puede ser sino el que sustenta la institución militar: la seguridad de la existencia nacional, expresado en el Artículo 21 de la Constitución Nacional. En consecuencia, “la abnegación es una cualidad resultante de un acto deliberado, de alejamiento de cuanto se oponga al logro de su auténtica realización.” 3 (Boletín de Educación e Instrucción del Ejercito Nro 14 Plan III año 1966 Pág. 5). Si bien no es una virtud exclusiva del ámbito militar (encontraremos numerosos ejemplos de personas civiles excepcionalmente abnegadas) podemos decir con seguridad que la profesión de las armas es la única (con excepción del servicio sacerdotal) que exige de sus integrantes en un gran nivel de intensidad.
El militar se desempeña mediante un alto contenido de abnegación, resultante del significado de su profesión a través de la cual presta un servicio esencial para el funcionamiento del país. Así entendida, la profesión militar y su actividad más característica, el mando, es servir a la causa que nos motiva al cumplimiento del deber, a la obediencia y al propio sacrificio. En el militar tiene un gran contenido de pasión desinteresada, centralización de fuerzas y estimulo jerarquizante al servicio de la Nación.[b]
En toda conducta abnegada participan en gran medida la generosidad, la humildad y la despersonalización, de ahí que las exigencias morales del cumplimiento del deber no pueden ser guiadas por el egoísmo, la soberbia y egocentrismo. Otros sinónimos similares son el sacrificio, renunciamiento, desprendimiento, devoción, desinterés, altruismo, entrega. Siendo sus antónimos abandono, indiferencia, descuido, desinterés, desgano, frialdad, desapego.
Teniendo una idea clara de lo que significa la abnegación y lo que conlleva, podemos ahora abocarnos al interrogante: ¿Cómo inculcar la abnegación como valor en el personal de nuestra Subunidad?
“El Ejemplo no es la mejor forma de enseñar, es la única” Cnl VGM Mohamed Ali Seineldin
Similar a cualquier actitud o valor que el jefe exigirá a su tropa, la única forma de lograrlo será si primero él mismo es y busca permanentemente reflejar el deber ser. Los hombres necesitarán ver su ideal encarnado en un hombre, que los incita a seguirlo por la seducción del ejemplo. La atención de los subordinados estará siempre dirigida sobre el jefe; de ahí que su ejemplo marcará en gran medida la forma del comportamiento de aquéllos. El jefe que da ejemplo podrá pedirlo todo a sus hombres porque siempre conquistará y merecerá la confianza de ellos. El ejemplo deberá darse en y fuera de los actos del servicio porque la vida del jefe hablará a sus hombres más alto que su voz, y cuando su vida estuviera en contradicción con sus palabras, habrá una falta de lógica que repercutirá negativamente en su ascendiente.
El jefe que actúa y manda con el ejemplo permanentemente será un trasmisor de energía y multiplicador de fuerzas. En la acción y situaciones peligrosas, con el ejemplo del jefe, se revitalizará la moral de la organización.
Es entonces imprescindible que para poder inculcar este valor, obrar con el ejemplo, y aspirar a ser un jefe abnegado, que pueda ser tomado con un modelo a seguir por camaradas y subalternos.
Por ende el siguiente interrogante que surge es: ¿Cómo es un jefe abnegado?
El jefe abnegado será aquél que no se preocupará de su propio bienestar y de su propio progreso a expensas de los demás o de su cargo y por el contrario, colocará la misión y bienestar de sus subordinados, antes que sus propias necesidades. Si la organización lograra un éxito y éste fuera reconocido, el jefe abnegado lo reconocerá más como un triunfo de sus subordinados que como una consecuencia de su acción de comando. Y esto porque así lo siente, sea o no el caso. Por el contrario, ante un revés o derrota, asumirá la total responsabilidad de las fallas de comando que aquél llevase involucrado.
Es común escuchar jefes de puente excusándose de que el puente no avanza o no es construido en tiempo porque al personal le “falta ganas” o energía. Desligándose de la responsabilidad porque la tropa no está motivada. Lo que estos oficiales no están teniendo en cuenta es que ellos son los responsables de transmitir energía, de subir la moral[c]. Lo que realmente deberían pensar es como están fallando ellos como jefes y líderes en motivar a sus hombres y convencerlos de la actividad que están realizando. Otro ejemplo claro es cuando un instructor culpa a los educandos por no entender los temas explicados. Un buen instructor nunca culpará a la falta de estudio, a lo aburrido de un tema específico, a la falta de atención. Si no que constantemente buscará la forma de lograr que el tema sea interesante, cautivar la atención de los alumnos y lograr que se interesen en el tema.
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