CHILE: La paradoja del ciclo de orden y desorden

CHILE: La paradoja del ciclo de orden y desorden

“Fuimos víctimas de una excesiva ideologización, donde cada uno quiso imponer su proyecto histórico y eso condujo a la ingobernabilidad del país".

Patricio Aylwin (Mayo1997, Conferencia en la Fundación Ortega y Gasset).

La actual polarización política-institucional de nuestro país, nos está llevando a una situación de inestabilidad e incertidumbre donde algunos vemos con preocupación que (si todo sigue igual) nuestro sistema se verá cada vez más amenazado y sucumbirá frente a los designios de nuestra propia historia.

El objetivo del presente documento es, en primera lugar, intentar contextualizar los fenómenos que han marcado la situación de radicalización política que estamos viviendo, y por otra, posibilitar la reflexión sobre las posibles consecuencias que este escenario pudiera tener en nuestro futuro. Comenzaré describiendo tres hechos significativos que han marcado la forma en que nuestro sistema político ha devenido desde sus orígenes, es decir, un permanente y complejo ciclo de orden y desorden que muy claramente expusiera Tomas Jocelyn-Holt en su libro “El Peso de la Noche”.

La tradición política y social chilena se ha caracterizado por la existencia de periodos en donde prima el orden político y social (lo que brinda seguridad y prosperidad) y por otro, la existencia de etapas caracterizadas por el desorden y la violencia que tienen como fundamento el reemplazar o restructurar instituciones que no dan respuesta satisfactoria a los requerimiento ciudadanos. Esta situación ha generado profundas divisiones entre los distintos actores de nuestra sociedad y ha marcado profundamente la manera como se hace política en nuestro país.

Chile desde sus orígenes ha estado inmerso en un orden tradicional basado en la posesión y dominio de la tierra. La Hacienda y posteriormente el Latifundio fueron la principal estructura social y económica desde mediados del siglo XVI hasta las primeras dos décadas del siglo XX. Este  sistema dio como resultado una sociedad terrateniente, jerárquica y estamental. Incluso el mismo Jocelyn-Holt propone en sus textos que la hacienda estructura un marco de referencia que nos constituye y que es parte fundamental de nuestra cultura.

Esta estructura ejemplificada por dueños de fundo o patrones que concentraban el poder y que vivían en palacetes en la ciudad y al mismo tiempo con peones y chinas que vivían en condiciones paupérrimas, segregados en el campo; y además con inquilinos que abusaban de la chinas (lo que dio paso a un proceso de mestizaje forzado) todo lo anterior dio como resultado una sociedad marcada por la frustración, el recelo y el miedo.

No obstante, este largo periodo de nuestra historia también fue un espacio en que Chile se organizó, asentando las bases de nuestra integración social y cultural.

Un segundo hecho que marca la historia de nuestro país es sin lugar a dudas la Reforma Agraria. Este episodio profundamente significativo, no solo termina con la institución del latifundio, sino que también se constituye como un hecho simbólico que sigue dividiendo nuestro sistema político y social hasta nuestros días. La Reforma Agraria liderada por el Gobierno de Salvador Allende busco una transformación total de las relaciones de poder en el campo chileno. Un rol muy importante tuvieron en este periodo la izquierda y el MIR quienes compartían la indignación por la pobreza campesina y lideraron un proceso de lucha de clases que contribuyo a la polarización del sistema político de la época. Al mismo tiempo, la implementación de la Reforma Agraria se caracterizó por el empleo de la violencia, tomas de terrenos y de fábricas fueron el primer campo de batalla de la guerra civil y política que estallaría más adelante con el golpe de estado del año 1973.

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