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Capítulo 6. Unos delincuentes comunes convertidos en yihadistas


Enviado por   •  10 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  1.375 Palabras (6 Páginas)  •  228 Visitas

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Capítulo 6. Unos delincuentes comunes convertidos en yihadistas.

La red del 11-M incluyó también a un grupo de delincuentes comunes (la mayoría había pasado tiempo en prisión por tráfico de drogas, robo de viviendas, falsificación de documentos o comercio ilícito) de origen marroquí, residentes legales o no en España y bajo el mando de JAHMAL AHMIDAN (El Chino), uno de los siete terroristas que se inmolaron en Leganés el 3 de abril de 2004.

«Elegido por Alá para beneficiar a su pueblo.»

El Chino:

  • 33 años cuando participó en los atentados de Madrid.
  • Encarcelado varias veces por delitos de todo tipo en España, Marruecos y Francia.
  • Casado con una mujer española y con un hijo.
  • En 2000 ingresó en el CIE de Moratalaz bajo un nombre falso, de donde se escapó el mismo año. Ahí lo recuerdan con capacidad de liderazgo en la comunidad musulmana. Afirmaba haber sido elegido por Alá para beneficiar a su pueblo y que no tenía miedo a morir, por lo que era invencible. Además de esto, decía tener una gran ilusión por ir a Israel a matar judíos.
  • Se trasladó en Marruecos donde fue detenido por asesinato y encarcelado en la cárcel de Tetuán, donde cambió su mentalidad y comportamiento, pasándose al salafismo yihadista. Sin embargo, su radicalización pudo darse antes, cuando estuvo encarcelado en Francia y acudía frecuentemente a un determinado sitio de culto en Ámsterdam (década de los 90).

Los centros de internamiento pueden ser muy propicios para la radicalización yihadista. La evolución del pensamiento en este entorno requiere de la influencia de otros presos condenados por actividades relacionadas con el yihadismo o de imanes radicalizados que les visitan para adoctrinarlos.

  • El Tunecino, cabecilla de la célula, fue quien quería que El Chino asumiera distintas facetas operativas relacionadas con el 11-M.

Reclutados por lealtad a El Chino.

  1. Rachid Oulad Akcha, 33 años. Se inmoló en Leganés.
  2. Mohamed Oulad Akcha, 28 años.
  3. Kounjaa, 28 años. Reclutado por los anteriores.
  4. Saed el Harrak, 30 años.
  5. Hamid y Hicham Ahmidan, primos entre sí y del anterior. 33 y 24 años.
  6. Othman el Gnaoui, 28 años.
  7. Rachid Aglif, 24 años, amigo del anterior.

Los vínculos entre todos derivaban de las actividades delictivas comunes relacionadas con la banda de El Chino y de una concepción radical del islam.

«La victoria es para el islam y el Corán es su bandera.»

Responsabilidades de El Chino:

  •  Destinadas a cubrir las necesidades de infraestructuras y logística que garantizasen el éxito de los planes terroristas.
  • Financiación: tráfico de drogas
  • Adquisición de sustancias explosivas y demás elementos para confeccionar bombas

«Si no nos vemos en la tierra nos veremos en el cielo, ya verás, ya.»

Se estima que el coste de cometer los atentados del 11-M ronda los 105.000 euros. Después de cometer los atentados los terroristas contaban aún con una reserva financiera de 1.500.000 euros, provenientes de la tasación de las sustancias estupefacientes de las que disponían.

El Chino y su banda se encargaron de intercambiar droga por explosivos con contrabandistas españoles motivados por el afán de lucrarse.

Capítulo 7. Cómo se formó la red terrorista del 11-M.

El conjunto de yihadistas que perpetraron los atentados proviene de tres vertientes:

  1. Remanente de la célula de Al Qaeda en España (Abu Dahdah)
  2. Combatientes del GICM
  3. Banda de delincuentes comunes que se radicalizaron (Capítulo 6)

Los tres grupos estaban interconectados a través de relaciones personales informales o de conexiones derivadas de la articulación entre quienes actuaban como sus correspondientes nodos (para el GICM y los combatientes comunes los nodos fueron Youssef Belhadj y Jamal Ahmidan).

Su aglomeración atrajo a individuos afines no adscritos concretamente a ninguno de los tres grupos, aunque con relaciones con todos. Resultado: elenco de individuos que, además de compartir el salafismo yihadista, residían en España o viajaron frecuentemente. Unos fueron detenidos después del atentado, otros se inmolaron en Leganés, algunos consiguieron huir y hoy en día puede que haya gente que contribuyó a la matanza del 11-M y sigue sin pagar por ello.

Entre marzo de 2002 y agosto de 2003.

Mustafa Maymouni fue el emprendedor local del nuevo grupúsculo yihadista en Madrid que terminaría siendo la red del 11-M.  Fue seguidor de Abu Dahdah, quien lo incitó a ir a un campo de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán, pero no consiguió viajar. Para articular la célula pidió ayuda a dos conocidos (Driss Chebli y el Tunecino), llegando a convivir juntos para avanzar sus planes. Allí empezaron a gestarse reuniones conspirativas.

El imprevisto cabecilla local de los terroristas.

La UCIE supo de estas reuniones e infiltró a un confidente. También intervinieron el teléfono de El Tunecino. Poco a poco se fue formando un reagrupamiento yihadista y atrayendo nuevos individuos, lo que suponía el encuentro entre dos de los tres grupos que formarían la red del 11-M (La célula de Abu Dahdah y el GICM).

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