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Ciudadanos Del Mundo, Una Tarea Que Se Hace Y Se Hereda


Enviado por   •  12 de Febrero de 2013  •  1.051 Palabras (5 Páginas)  •  869 Visitas

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Ciudadanos del mundo, una tarea que se hace y se hereda.

Después de leer, pensar, ver, releer todo lo suministrado en esta primera unidad son muchas los cuestionamientos que llegan a mi cabeza. Los he compartido con mis hermanos y esposo y allegados que de una u otra forma tienen que ver con la docencia y la educación y en verdad ha sido fructífera tal actividad ya que al verbalizar los conceptos y las ideas propias y de los pares se llegan a conclusiones que permiten esclarecer el panorama permitiendo una visualización que puede ser más amplia y abierta en pro de la evolución y ciudadanización de los seres humanos en el planeta.

Quisiera hablar de todos los temas propuestos pero bueno me centrare en la apuesta que hace Morín y en el interrogante que plantea el escrito “¿Qué piensa usted acerca de la postura de Morín? ¿Cuál es el papel de la educación y de usted como maestro en el mundo actual al que se le denomina en crisis? Después de leer esta sección del curso, ¿Por qué considera usted que la educación puede ser catalizadora, núcleo y solución de las problemáticas sociales?

Al ser educadores no solo somos seres humanos que hemos escogido un oficio de supervivencia y adaptación al medio sino que además hemos adquirido la conciencia de un quehacer que influye directamente en el presente y futuro de la humanidad como especie. A veces quizás no lo notamos pero nuestro modelaje es seguido por aquellos a quienes nos encarga el sistema de educar, así mismo nuestro ser y hacer también es modelaje en otros espacios de la más diversa índole, la calle, el supermercado, la fila, la cafetería, la casa, etc. Es por esta razón que todo nuestro actuar cada uno de nuestros poros y pensamientos debe ser y tener un objetivo, hacer que nuestra misión en la vida sea cumplida.

Casi que me atrevería a afirmar que el conocimiento específico en un área determinada, nuestra profesión por ejemplo es añadidura a la hora de enseñar a nuestros hijos y aprendices a pensar en su razón de ser como persona y como colectivo, en su fin último; nos da herramientas, pero es solo nuestro encuentro íntimo y mental, nuestro entendimiento con nosotros mismos y mis semejantes quien verdaderamente nos permite enseñar eso que ni siquiera hay que verbalizar. En mi ser y hacer va implícita mi tarea, nuestra tarea como docentes, como maestros, la de enseñar.

Todos los tiempos han estado en crisis, porque no somos iguales porque nuestro ambiente nunca es ni será igual al de otro ni en tiempo ni espacio, pienso que no hay que asustarse con esta idea. Considero que hay que asumir tareas con responsabilidad, somos seres sociales que necesitamos del otro para ser y reconocernos, eso no cambia, en esa medida, enseñar respeto, consideración y motivación y deseo de superación en el aprendiz son ejes que siempre vamos a tener que manejar. No importa si la excusa es informar acerca de datos numéricos o alfabéticos o estadísticos o lo que se quiera, nuestra razón de ser es y será empoderar a todos esos estudiantes en su papel de actores principales de su vida y la trascendencia que quieran darle.

A propósito de todo esto, en estos días sucedió algo que me hizo pensar y repensar. También me puedo equivocar, cosa que sucedió.

Durante un descanso, estaba un niño, al que llamare Javier, como sus otros compañeros comiendo sus onces, Javier es un niño de 11 años, con un recorrido académico bueno sin historial de antecedentes de convivencia negativos. Otro niño le tiro unas galletas a otro compañero, la profesora encargada del grupo vio que lo hizo Javier y delante de sus compañeros lo regaño diciéndole que la comida no se tira y le exigió que levantara las galletas que había tirado al piso y en castigo debía comérselas, mientras tanto el niño le decía que él no lo hizo, sin embargo ante el grito de la profesora el niño se comió las galletas. Llamaron a sus padres para contarles el comportamiento. Asistió su mama ya que su papa no podía. Cuando el padre se enteró entro en santa cólera y dijo y volvió a decir delante de su hijo y su esposa “que iría hasta las últimas consecuencias contra esa profesora”

Cuando yo me entere de tal suceso sentí exactamente lo que pudo haber sentido el padre de Javier, hasta pensé en un tribunal de ética del magisterio para llevar a sus estrados a la profesora en cuestión. Me hirvió la sangre pues pensé en mis hijos.

Como mencione arriba, tuve la oportunidad de hablar de esto con algunos pares, y uno de ellos me hizo ver las cosas de otra manera bien interesante haciendo que recapacitara sobre la actuación de la profesora y lo acertado o no de mi primer impulso.

Como adulto asumí tal situación como propia sin pensar en el niño o en sus compañeritos de clase, como si la agresión hubiese sido contra mí y yo estaba entonces en mi derecho de exigir venganza cuando menos.

Y el niño? , Que sintió? Que pensó? Que aprendió? Al igual que sus compañeros.

Evidentemente hay un error de parte de la profesora al no escuchar atentamente sino quedarse con su mera percepción de la realidad, donde quedo la dignidad del niño, la oportunidad de sus compañeros de aseverar o refutar la hipótesis de la profesora tanto de los implicados como de los observadores.

En el colegio o escuela no se debe castigar, quizás sancionar, evaluar. Esos niños podrán pensar que la autoridad es sinónimo de autoritarismo y que el respeto es sinónimo a su vez de miedo. Que defender la verdad es negativo y toda una serie de sin sentidos y contra sentidos que desdibujan la realidad de la dignidad humana y a la cual todos tenemos derecho.

Enseñamos con el ejemplo, el padre, la profesora, los niños, todos podemos equivocarnos pero es necesario ir más allá. Ser capaces de reconocernos todos como aprendices en búsqueda del mejoramiento personal, el niño quedara con una cicatriz pero también aprenderá que puede remediar la situación cualquiera que se le presente si cuenta con el apoyo de personas pensantes capaces de reconocerse y de experiencias previas y la visualización de su sentido como hombre y ciudadano de mundo.

Sonia Johanna Pérez Pinto

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