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Convencion Colectiva En Venezuela

ezneily3 de Febrero de 2014

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En tiempos de flexibilización de las relaciones de trabajo, cuando hasta un gobierno que se titula de revolucionario, como es el caso chavista, toma la ruta de la tercerización y las cooperativas, manera de obviar los beneficios sociales del trabajador; el libro del señor Celestino Mata (no lo conozco e ignoro si todavía vive, que así sea), nos mueve a decir que- tal diría un evangélico a su hermano- estamos en presencia de un varón del movimiento sindical venezolano. El hombre que se inició en los trabajos como marino mercante, el mismo que tuvo los guaramos que remitirle desde México al presidente de la república Medina Angarita una carta, en que señalaba las condiciones ambientales y salariales desfavorable del nativo, con respecto al extranjero; documento publicado por la prensa nacional que hizo revuelo, al punto que el autor fue llamado a Caracas, para confinarlo al oriente, luego pasar al Zulia internado en los campos petroleros; este baluarte del sindicalismo fue uno de los hombres, que coordinó en ese estado la huelga fallida del año 50, la cual si no es por la arremetida tipo GESTAPO de la seguridad nacional del dictador Marcos Pérez Jiménez, pudo abreviar el tiempo de la ignominia institucional del gochito lujurioso. Pero Celestino no baja la guardia ni en tiempos de la democracia, su actuación ejemplar se vuelve a demostrar en el año 69, cuando actúa como mediador desde su posición de presidente de Fetra-Falcón, ante el despido sin causa justificada de una treintena de trabajadores del antiguo Ministerio de Obras Pública. El gobierno de Caldera intransigente al reenganche de los afectados, éstos deciden irrumpir en la sede de la Asamblea Legislativa de esa entidad federal, el panorama se agrava para los huelguistas; es entonces que Celestino decide que el Comité Ejecutivo de la Federación de Trabajadores que representa, se sumen también a la huelga de hambre; en ese proceso sufre un ataque cardiaco, debe ser hospitalizado y su respuesta es tajante: De aquí me sacan muerto, no puedo defraudar a los trabajadores, me verían como un traidor. La reciedumbre de este hombre siempre fue ejemplo, mas allá de ser cierto, como me apuntaba un dirigente sindical adeco, que Mata siempre fue ficha de Carlos Andrés Pérez; realidad que no desmerita su pasado de lucha. Hombres como él también se encuentran en Valmore Rodríguez, individuo insigne que fue borrado en la propia historia adeca, quien toma exilio a Cúcuta, Colombia (1933); donde para ganarse la vida compró tres vaquitas, las cuales ordeñaba a las tres de la madrugada, camina casi diez kilómetros para llegar al mercado local, proceder a venderla y darle el sustento a sus hijos y mujer; o bien Augusto Malave Villalba, margariteño de oficio zapatero, quien emigra a Caracas, pone en jaque la dictadura gomecista organizando el movimiento obrero del ramo de la construcción; expulsado del país realiza una tarea titánica por la libertad sindical, ya anciano diseña el Banco de los Trabajadores y muere trabajando en Roma. Nada parecido con la burocracia sindical y hasta burguesía sindical que hubo y otra que trata de conformarse. Entre generalizaciones como la globalización, la apertura de los mercados, la idea de que son las bolsas de valores las que producen, la conexión en red, y otros procesos; todo se expresa en las organizaciones, objeto de estudio de la administración. En esta rama del conocimiento social, el hecho trabajo pasa de igual modo a generalizaciones en las últimas décadas, por lo que aparecen categorías difusas como capital y talento humano, competitividades del futuro prospecto trabajador, convertido por arte de magia en consocio intelectual de la empresa o entidad pública; por ello no es extraño que el enfoque técnico y menos científico, haya fenecido y en su lugar se observa el asalto a la consultaría y asesora organizacional de hombres como el autor de Quien se comió mi queso, o bien el seudo filósofo Fernando Savater con presentaciones tipo Al Gore, presentando conferencia en torno a La ética en los negocios. En ese panorama, la realidad trabajo- casi siempre contradictoria- se escamotea por el discurso, que no el análisis gerencial. La productividad al boleo es de hace más de una década la consigna en el mundo del trabajo; sin que por ello se aquieten las luchas obrero-patronales, situación que de seguro emergerá con creces en la actual crisis de la economía de cambio, véase el derrumbe financiero-inmobiliario en los Estados Unidos y la reciente caída en Grecia, con resonancia en España y otros países europeos; imponiéndose la terapia de recorte del gasto social y baja de los salarios. Todo esto hace recordar, como lo hace Celestino Mata, el vía crucis del movimiento obrero en sus diversos ámbitos. Será en la Inglaterra, país donde fuerzas productivas tomaron ribetes de ascenso, que hizo posible el capitalismo industrial, espacio geográfico para que el trabajador comenzara sus luchas de modo medio sistemático; donde el movimiento sindical toma verdadero empuje; de ello da fe la hegemonía todavía hoy en la política del Partido Laborista Inglès. Una referencia, quizás la primera, es la lucha por la rebaja de la jornada de trabajo por parte de los hilanderos de Nottingman en el año 1825; para ya en el año 1833 haberse constituido los Trade Uniòns, en que los trabajadores de Manchester deciden no trabajar más de ocho horas diarias y exigen el salario íntegro de un día; en solidaridad le siguen los trabajadores de Londres, quienes van a huelga por la reducción de las horas de trabajo., hasta que se logra una legislación de ocho horas de labor. Estos logró serían arrasados en el mismo año de 1833 en Inglaterra, cuando los patronos con el apoyo del gobierno desatan una represión contra el movimiento obrero, que hace que zozobre la Unión General de Obreros. Las luchas continúan; el industrial Gardner haciendo trabajar a los obreros once horas en vez de catorce, corrobora que la productividad no disminuye. Lucha más, luchas menos, en 1844 entra en vigencia una ley, la cual reduce a siete horas la jornada de niños menores a 13 años y a doce a las mujeres de 18 años; pero la agitación obreril alcanzó su punto culminante los años 1846-1847, cuando se logra la ley de las diez horas votada por el parlamento el 8 de junio de 1847. De ese modo la cuna del capitalismo logró la primaria acumulación de capital: Con la sobreexplotación del obreros con jornadas de trabajo superiores en promedio a doce horas. La lucha obrera inglesa tuvo repercusión en la Francia. La edulcorada nación de los arribistas intelectuales, resulta que sus obreros eran forzados a trabajar catorce horas diarias; lo que impuso el llamado a huelga a través de comités de obreros de Calais, Lile y San Quintín y los carpinteros de Pecz y los de Caen, año de 1833; cuyo logro fue la disminución de la mencionada jornada de trabajo. Por red los joyeros de Paris reclaman la reducciòn de su respectiva jornada a doce horas y en 1843 los tipógrafos logran en negociación con los patronos una jornada de 10 horas. El efecto dominó del movimiento obrero europeo, hizo parecidos logros de reducciòn en países como Suiza, Italia y Suecia y hasta en la prolongación inglesa en el continente americano: Los Estados Unidos; en este país la pugna por la reducciòn de la jornada de trabajo se inicia en 1827 con la huelga de los carpinteros en Filadelfia, quienes arrastraron en solidaridad a los obreros gráficos, vidrieros y albañiles. Los empleados federales y los obreros de arsenales obtuvieron en 1840 la jornada de diez horas. En Massachussets y Connecticut, se adoptó en 1842 leyes que prohibían el trabajo de los niños por más de diez horas de trabajo. En 1873 una crisis económica hace su entrada en la economía norteamericana, los obreros como siempre cargan el peso para superararla; lo genera las revueltas de Tompkins Square, en Nueva York, en el año 1874, tres años después se presencia la huelga de los mineros y los ferrocarriles (1877); luego vendrá la influencia anarquista y socialista en la organización sindical norteamericana, lo que impuso con sangre que el Congreso votara en el año 1868 la ley Ingersoll, que legalizaba la jornada de trabajo de ocho horas. La fiebre revolucionaria ardía en gran parte de los trabajadores norteamericanos, lo que hace posible que en 1881 se constituya en Pittburgh la Federación de Trade Unions, que poco después se convertiría en la Federación Americana de Trabajo (A.F.L.). La ruta sería el acontecimiento histórico del primero de mayo, que tuvo como antecedentes los sucesos de Milwauke, su detonación con el despido de 2000 obreros en la fábrica Cryrus MacCornick y la consiguiente matanza por parte de la policía. Sin clemencia la justicia norteamericana pide horca para la mayoría de los indiciados, pero no culpables: Adolfo Fischer, Augusto Spies, Luís Lingg, Oscar W. Neebe, Samuel Fielden, Miguel Schwat, Jorge Ángel y Alberto Parsons, un 11 de noviembre de 1887; lo que hace que el Congreso Obrero Socialista de Paris del año 1889 fije como jornada internacional el 1ero. de Mayo. Hoy cuando el Obama refinancia a los culpables de la crisis, nada dice sobre cómo integrar a los trabajadores despedidos por el estallido financiero; sobre recibe embates del conservadurismo por una tímida reforma social, atinente a la medicatura para los trabajadores gringos. El caso europeo se observa un supuesto socialista a lo Zapatero implantando una reducciòn de salario a los funcionarios públicos y disminución de las partidas presupuestarias del gasto para la seguridad social. La conclusión en este recorrido histórico es clara: La lucha obrera continúa. En el caso latinoamericano, entidad geográfica que casi siempre viene de la cola de los grandes y de modo tardío; su movimiento obrero estuvo en sus inicios coordinado por anarquistas y socialistas,

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