Critica Microcreditos

MICROCRÉDITOS. ¿SON UNA BUENA HERRAMIENTA PARA LUCHAR CONTRA LA POBREZA?

Según la definición acordada en la Cumbre del Microcrédito de 1997, un microcrédito se trataría de un programa que da préstamos de escaso valor a gente en extrema pobreza –aquellos que son muy pobres como para aplicar a un préstamo de los bancos convencionales– para que pueda autoemplearse en proyectos que les genere ingresos, dándoles la posibilidad de hacerse cargo de ellos mismos y de sus familias.

El creador de este sistema es Muhammad Yunus, un hombre indio que en los años setentas fundó el Banco Grameen (el banco social de microcréditos por excelencia) para paliar la alarmante situación de hambruna de su país, luego de prestar dichos microcréditos a título personal como un proyecto de investigación.

Según la página de internet del Grameen Bank con su logo “el banco para los pobres”, los objetivos de dicho proyecto se podrían definir en cinco: extender los servicios bancarios a los hombres y las mujeres pobres; eliminar la explotación de los prestamistas de dinero; crear oportunidades de autoempleo para la multitud de desempleados en la Bangladesh rural; traer a las desfavorecidas (principalmente mujeres de los hogares más pobres) un formato de organización que puedan entender y gestionar por sí mismas; y, revertir el círculo vicioso de “bajos ingreso, bajos ahorros y baja inversión” para convertirlo en el virtuoso círculo de “bajos ingresos, inyección de crédito, inversión, más ingresos, más ahorro, más inversión, más ingreso”.

El modus operandis del Banco Grameen para la concesión de créditos funciona más o menos así: cuando se va a abrir una sucursal, los agentes del banco visitan los pueblos del área para familiarizarse con el entorno y identifican la potencial clientela mientras que explican el funcionamiento del banco a la población local. Luego, se forman grupos de cinco futuros prestatarios. En la primera etapa, sólo se le concede el crédito a dos miembros del grupo y este queda en observación por un mes para ver si se atienen a las reglas del banco. Una vez que estos primeros prestatarios empiezan a devolver el préstamo y sus intereses (en un período de seis semanas), el resto del grupo se vuelve elegible para poder optar por un crédito. Con estas restricciones, hay una gran presión para mantener el expediente individual limpio, y así la responsabilidad colectiva del grupo funciona como aval.

A primera vista, podríamos pensar que este sistema es la mejor receta a la que no le falta ingrediente alguno. Esto lo digo porque como fue acordado por la ONU en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social en Copenhague en 1995, pobreza sería “la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información. La pobreza depende no sólo de ingresos monetarios sino también del acceso a servicios” Supuestamente esta es la definición utilizada por las instituciones con siquiera un mínimo de influencia en la economía mundial (Banco Mundial, FMI, OCDE, etc.). Para su análisis se hace una diferencia entre pobreza absoluta y pobreza relativa. Se habla de pobreza relativa cuando se es “pobre” en relación a los “otros”, los cuales son especificados. La pobreza relativa sirve dentro de un contexto determinado ya que no tienen iguales condiciones de vida una persona pobre en Alemania que una persona pobre en Kenia. Por otro lado, pobreza absoluta se refiere exclusivamente a la situación de cada individuo en particular. Existe cuando las condiciones de vida de los individuos no permiten la satisfacción de sus necesidades físicas y socioculturales. Ahora, la medida para determinar este estado es un umbral monetario. Es decir que hoy una persona en extrema pobreza es aquella que vive con menos de 1.25 dólares al día, y en menor medida aquellos que vivan con 2 dólares al día. Estas definiciones son muy útiles para hacer comparaciones, pero todo se reduce a la renta.

¿Y por qué es la mejor receta entonces? Porque es justamente esto lo que se brinda en los microcréditos: recursos económicos, que son lo que dan este poder adquisitivo.

Entonces, ¿cuál es el problema? Empecemos pues desde la raíz. Para el tratamiento de la pobreza hay dos enfoques que se enfrentan: aquel que la ve como un problema estructural vs. aquel que la trata como una cuestión individual, donde la conducta personal no estaría siendo la ‘adecuada’. Me parece que hemos visto suficiente durante la asignatura para darnos cuenta que no estamos frente a un mero problema de actitud individual, sino que el sistema en el que estamos insertos hace necesaria la presencia de un reparto desigual de los recursos, ya que para que unos pocos puedan tener tanto poder adquisitivo hace falta que otros no lo tengan porque vivimos en un planeta con recursos finitos, no apto para la lógica lucrativa que dicta el sistema capitalista adoptado hoy a través de todo el mundo. He aquí el problema de los microcréditos. Los impulsores de estos programas defienden el segundo enfoque donde los pobres son los últimos e incluso únicos responsables de su situación. Es más, en la página de Banco Grameen hace una referencia directa a este posicionamiento cuando dice que uno de los objetivos de los créditos Grameen es justamente ayudar a las familias pobres a que ellos mismos se ayuden a sobreponerse a la pobreza. Esta concepción hace que se pierda de vista que lo que es

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