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Cultura


Enviado por   •  29 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  2.237 Palabras (9 Páginas)  •  386 Visitas

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introduccion

Las diferencias son inherentes a los seres humanos, siendo una muy principal la diferencia que emana de la procedencia cultural, sustento dinámico y cambiante desde el cual el sujeto construye su identidad propia. La respuesta de la educación a la diversidad implica asegurar el derecho a la identidad propia, respetando a cada uno tal como es, con sus propias características biológicas, sociales, culturales y de personalidad, que permiten precisamente la individuación de un sujeto en la sociedad . En derecho humano, el derecho a la educación no significa sólo acceder a ella, sino además que sea de calidad y logre que los alumnos se desarrollen al máximo . El derecho a la educación es también el derecho a aprender y a desarrollar los múltiples talentos y capacidades de cada persona, para ser actores efectivos en sociedades cada vez más plurales. En cualquier situación de enseñanza-aprendizaje la cultura de procedencia, así como la condición social, de género y otras condiciones personales como competencias, habilidades e intereses, mediatizan los procesos de aprendizaje. Para responder con precisión a los diversos referentes culturales ritmos, estilos, procesos y motivaciones de aprendizaje, los centros escolares precisan una diferenciación cada vez más adecuada de los currículos y modalidades de enseñanza. Una formación de calidad que respete plenamente la identidad cultural de sus estudiantes, requiere contemplar e incorporar al proceso educativo la lengua, la cultura y los métodos de enseñanza tradicionales o culturalmente adecuados para la comunicación y construcción del saber . La Educación ha de dar respuesta equilibrada al doble desafío de asegurar aprendizajes básicos para todos y dar respuesta, al mismo tiempo, a las necesidades de cada uno. En algunos casos la institucionalidad educativa pública, sin embargo, ha promovido la formación de una supuesta “identidad nacional” avasallando las identidades de las etnias originarias, afrodescendientes y otras minorías culturales, perjudicando de este modo la construcción de aprendizajes significativos. Pero en otros casos, la escuela ha llevado a cabo una formidable labor de rescate de las tradiciones culturales, valorizando la identidad cultural de los estudiantes, experiencias que se han convertido en punto de partida de procesos de enseñanza y aprendizaje y en un verdadero aval de los éxitos escolares de estas comunidades. Visto desde otro punto de vista, la diversidad cultural impone a la educación la doble misión de alentar una toma de conciencia de la igualdad del valor de las culturas (la ausencia de jerarquía o superioridad entre culturas) y del valor positivo de las diferencias. El contacto cultural no debería entenderse como contaminación, amenaza, deterioro o invasión, sino como enriquecimiento y oportunidad. “Ello implica no quedarse en la polaridad de aprendizaje de lo propio y lo ajeno sino propiciar una reflexión sobre los espacios intermedios de negociación y encuentro (muchas veces conflictivos)” (Zavala y otros, 2005). Si bien los sistemas educativos no pueden por sí solos asegurar el respeto de las diferencias y garantizar la igualdad sociocultural, sí pueden cooperar en la edificación de sociedades más justas y solidarias. En algunos casos los sistemas educativos han propiciado la segregación entre instituciones educativas y la marginalización de estudiantes por poseer otras creencias o prácticas religiosas, hablar una lengua distinta a la oficial, poseer menos recursos, vestirse diferente, por sus rasgos, su color, etc. En otros casos, por el contrario, los sistemas educativos han favorecido estrategias de aprendizaje y participación, de formación en la convivencia, de gestión democrática y pluralista de los centros educativos, de acceso y oportunidades para poder continuar estudios, considerando las dificultades de ingreso y permanencia de cada estudiante.

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Marco conceptual

PERTINENCIA, CONVIVENCIA, INCLUSIÓN: TRES VECTORES PARA EL ANÁLISIS

Para abordar el problema de cómo las instituciones educativas y el sistema en su conjunto enfrentan la diversidad cultural, se privilegiaron tres miradas o vectores de análisis que equivalen a tres maneras de ver, apreciar y analizar la realidad de la diversidad cultural que se vive en la escuela a diario. Estos vectores son la pertinencia, la convivencia y la inclusión. El vector de la pertinencia se pregunta por la relevancia cultural y significación de los aprendizajes que tienen lugar en la escuela, es decir, si se trabajan los temas de la identidad, si se les reconoce a los alumnos las experiencias, saberes previos y visiones de mundo con que ingresan a la escuela. Una educación pertinente considera la procedencia social y cultural de cada persona, así como sus características individuales: “Se trata de que tanto la persona como la sociedad asuman las características singulares de cada ser humano y se valoren positivamente dichas diferencias, ya que éstas nos enriquecen. La valoración negativa de las diferencias y los estereotipos conducen a la exclusión y la discriminación […] En este sentido, se podría decir que la educación tiene una deuda pendiente con el respeto de las múltiples identidades y opciones personales, dada la uniformidad de la respuesta educativa que caracteriza a los sistemas educacionales” (Blanco, 2005: s/n). Para que los aprendizajes sean significativos se requiere, en primer lugar, que los contenidos a ser enseñados tengan un adecuado ordenamiento y graduación, es decir, que tengan significatividad lógica; en segundo lugar, que en la estructura cognitiva del alumno, existan elementos que se puedan relacionar con dicho material, es decir que tengan significatividad psicológica (Coll, 2004). En efecto, los contenidos que se enseñen tienen que ser reconocidos como valiosos por los estudiantes, así como por sus familias y comunidad de origen. Esto implica una pedagogía adecuada a los niveles de competencia de cada alumno y que tome como punto de partida sus concepciones de mundo. “Si los alumnos no perciben la pertinencia del contenido en relación consigo mismos y con su contexto, se desmotivarán y el aprendizaje se resentirá en la práctica” (Halfdan, 2004) Como bien lo explica Rosa Blanco (2005) “La pertinencia nos muestra que lo que aporta el alumno al aprendizaje es decisivo.

Aprender de forma comprensiva no es reproducir sin cambios la realidad externa, o la información que nos llega por diferentes medios, sino atribuir sentido y construir significados en relación con los contenidos escolares. Esta construcción no se hace en el vacío sino sobre los significados y experiencias previas de cada uno. Desde este

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