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DESARROLLO 2.1 MUERTE Y EL MORIR


Enviado por   •  3 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  5.893 Palabras (24 Páginas)  •  126 Visitas

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  1. DESARROLLO

2.1 MUERTE Y EL MORIR

La muerte es un proceso natural y uno de los rasgos culturales más importantes del hombre. Por tal motivo es significativo definir el concepto de la muerte, aunque de antemano se sabe que cada individuo tendrá una percepción distinta, esto se deberá a la cultura en la que se desenvuelvan.  

La muerte se puede definir como el final de una etapa detrás de la cual no hay nada, o al menos nada conocido, está presente al lado de la vida, y como de ella no hay escapatoria posible, el ser humano jamás ha dejado de interrogarse sobre la esencia de la muerte, de la propia y de la ajena.

Sperber (1988) nos indica que la manera en la que nos podemos acercar y entender la muerte es a través de las costumbres, actos, ritos, valores y creencias, que los individuos de una sociedad expresan. Con lo anterior nos podemos percatar que las costumbres de cada de sociedad afectaran las perspectivas de los individuos ante dicho concepto.

La muerte al tener un carácter desconocido y al no saber con certeza que sucede después de ella, genera en la sociedad occidental diversos temores o miedos, orientados principalmente al más allá, al juicio de Dios, a dejar a sus seres queridos, pero sobretodo el miedo más marcado es afrontar una agonía o dolores que no puedan soportar (Viguera, 2005).

Un ejemplo del proceso de la muerte es el del hijo en edad adulta, en donde rompe, desde la perspectiva del anciano el orden natural de las cosas, que es la de que los padres mueren antes que los hijos. Y al mismo tiempo, destruye la fantasía de inmortalidad que los padres depositan en las generaciones sucesivas. A pesar del fuerte impacto que la muerte de seres queridos puede ejercer en la población anciana, distintas investigaciones empiezan a poner de manifiesto que, en ocasiones, son desproporcionadamente mayores las expectativas y pre-concepciones que la población e incluso los profesionales de la salud mantienen sobre las extremas reacciones tanto fisiológicas como psicológicas esperables en los ancianos en esta situación, que las que real y objetivamente se producen (Wortman y Silver, 1988). Se pone de manifiesto además que, a pesar del impacto que estas muertes ejercen sobre la salud y el equilibrio del anciano especialmente en las primeras semanas, el anciano es también capaz de desarrollar estrategias de afrontamiento que le permiten superar este estado, sobre todo cuando se le presta la ayuda precisa (Borstein et al., 1973; Lund, Caserta y Dimond, 1986).

El morir es un proceso individual, para Zarestsky, 1987 nos dice que Los que vamos a morir, desarrollamos, sin embargo, en la práctica, una especie de discurso colectivo, que debe ser estudiado en su evolución para poder acercarnos a la percepción que tenemos (en este caso, sobre la muerte, percepción que moldea, en cierta medida, el contenido y la calidad de nuestra conducta cotidiana.

Connotaciones especiales adquiere la muerte cuando los ancianos se encuentran en una institución, ya que en ellas no sólo permanecen durante un largo periodo de tiempo sino que, además generalmente, se encuentran muy mermadas sus relaciones con el exterior. Por ello, la muerte de otro residente significa para el anciano la ruptura de una parte importante de sus escasas relaciones cotidianas. Thomas (1991) refiere que los ancianos institucionalizados reaccionan ante la muerte de sus compañeros de manera bastante uniforme “es una curiosa mezcla de pena, tristeza, de cólera (sobre todo  el moribundo ha sufrido), de alivio (si la agonía fue ruidosa, si el que murió estuvo perturbando durante mucho tiempo el funcionamiento asistencial del establecimiento), e incluso de satisfacción fatalista “al menos yo sigo estando vivo”.

En cualquier caso, una vez más, también las actitudes del anciano ante la muerte de un compañero residente van a depender del grado y del tipo de relación que mantuviera con él, de la personalidad del fallecido y de las circunstancias de su muerte (Matse, 1975). Así, en las instituciones la muerte es peor soportada cuando el fallecido era una persona alegre y jovial. También cuesta más trabajo aceptarla cuando es una muerte repentina que cuando el sujeto padecía una larga enfermedad. De cualquier modo y en casi todos los casos, la muerte de un residente despierta un estado de depresión y ansiedad en el resto de los ancianos ya que les hace pensar en su propia muerte ¿Quién será el próximo? ¿Quizás yo? (Matse, 1975).

Con lo ya menciona nos podemos percatar que la muerte afectara a cada individuo  dependiendo de las circunstancias en las que se viva y de la relación con la persona, ya que no será lo mismo una persona enferma a una persona sana, en la persona enferma inconscientemente uno se prepara psicológicamente para la muerte de esa persona, pero en cambio para la persona sana es una sorpresa ya que uno no se espera la muerte de dicha persona por qué no estamos preparados para su partida, aunque generalmente uno nunca está preparado para la muerte como se menciono anteriormente el entendimiento de la muerte será distinto para cada individuo dependiendo de su cultura.

2.2 DUELO

El duelo es de suma importancia definirlo y relacionarlo con el proceso de la muerte ya que de eso dependerá la forma en que el individuo maneje y asimile la pérdida de alguna persona. Por lo tanto el duelo es la respuesta normal al dolor y a la angustia de la pérdida, es el proceso de recuperación después de que ocurre una pérdida perturbante en la vida. Es un estado de intranquilidad incómodo y doloroso, y si no se experimenta, si se reprime o niega y se interioriza, puede conducir a una serie de enfermedad física y/o emocional.

Una manera de experimentar el duelo es por ejemplo, la  destrucción de la casa por un terremoto, el abandono del hogar, la pérdida de fortuna, una enfermedad incurable, el haber perdido la salud, etc., genera un dolor el cual nos hace experimentar sentimientos como la soledad, el aislamiento o el desamparo. En conclusión se trata de una pérdida significativa importante, que nos duele. Si al perder aquello uno se siente desasosegado, es porque a uno, aquello le era valioso; si al perder aquello uno permanece indiferente, es porque para uno, aquello no valía la pena. Popularmente se dice que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

El fallecimiento de una persona suele ocasionar, en quienes mantenían un vínculo estrecho y significativo con él, cambios importantes en el concepto que tienen de sí mismos y del mundo que les rodea que pueden manifestarse de diferentes formas. Para adaptarse a dichos cambios, se necesita un proceso de transición hacia una nueva identidad, proceso que habitualmente se denomina duelo (Pérez,  2000).

Como lo menciona Perez la muerte de un individuo generara cambios, los cuales afectaran significativamente la vida de la persona que vivirá el proceso del duelo, esto dependerá de la relación que llevaron de la cultura y de la sociedad en la que se desarrollaron.

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