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DESARROLLO DE CONSIGNAS.


Enviado por   •  20 de Diciembre de 2015  •  Apuntes  •  6.693 Palabras (27 Páginas)  •  522 Visitas

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DESARROLLO DE CONSIGNAS:

1) Explique la concepción de la realeza en el Cercano Oriente Antiguo a través de la interpretación y comparación de las fuentes, ubicándolas en su contexto histórico: Inanna y el rey. Bendiciones en la noche de bodas; Muerte de Ur Nammu y su descenso al mundo interior; Himno Caníbal e Inscripción de Coronación de Tutmosis III.

El Oriente Próximo Antiguo consideraba a la realeza como la base misma de la civilización; sólo los salvajes podrían vivir sin un rey. La seguridad, la paz y la justicia no podían prevalecer sin un gobernante que los defendiera (1). La realeza, como institución política, permite mantener una amplia red de conexiones entre las comunidades y la naturaleza, mantener la armonía de cualquier vida inmersa en el cosmos. Existe un contraste entre los dos centros de la civilización antigua, ya que Egipto y Mesopotamia mantuvieron criterios totalmente diferentes sobre la naturaleza de su rey y el temple del universo en que se movía. En ambos casos, ocupaba un rol central e irremplazable en la estructura ideológica de las viejas civilizaciones orientales. Tanto el rey, en Mesopotamia, como el Faraón, en Egipto, eran los encargados de mantener la armonía entre la sociedad humana y los poderes sobrenaturales. Cualquier aspecto relevante de la vida en Oriente estaba inmerso en la vida del cosmos, y como la vida se pensaba como una red de conexiones, era propio del Rey mantener la armonía de dicha integración. La base de la religión estaba puesta en el problema de sustentar la vida. En Mesopotamia la muerte era parte integrante de la vida, era el destino que habían creado los dioses para los humanos y habían dejado la vida en sus manos. En Egipto la concepción de la vida era su eternidad, lo que llevaba a los egipcios a negar la muerte. Aunque el cuerpo muriera este seguía viviendo representado (reencarnado) en un pájaro o incluso en el Sol, como el ojo de algún dios. Para que esto sucediera, la parte que sobrevivía no debía disociarse del cuerpo por completo, de ahí las razones por lo que la momificación, o grandes tumbas o pirámides, se hicieran en Egipto.

Las diferencias fueron determinantes para las formas que tomaron las representaciones religiosas. En Mesopotamia, las comunidades se veían obligadas a intervenir en las fiestas religiosas o conflictos, como era el caso de los cambios estacionales que eran relevantes para las poblaciones (también las egipcias) ya que influían en las cosechas y el ganado, en la producción de alimentos lo que pensaban era determinado por los buenos o malos augurios de los dioses. Aunque al rey mesopotámico se le encomendaba, como al faraón, el mantenimiento de armoniosas relaciones entre la sociedad humana y los poderes sobrenaturales, este era solo un hombre, más no una divinidad. Una de estas celebraciones religiosas era la boda de Inanna y el rey donde, este junto a una sacerdotisa de Inanna, ilustraban el encuentro de esta diosa con su novio. A partir de este encuentro se restablecían vínculos de bendiciones y se restablecía el orden cósmico. Egipto poseía una interpretación estática del cosmos, y los festivales de las crecidas del Nilo y resurrección de Osiris, sólo facilitaban la ocasión de reafirmar que todo estaba bien porque se consideraba el universo como algo esencialmente estático, que se mantenía establecido de una vez y para siempre en el período de la creación. El bienestar de la sociedad y las crecidas del río, inclusive, “dependían” del faraón. Él lo garantizaba por ser un dios. Sin embargo, aquí se tenía una apreciación diferente en cuanto al faraón, este no era un hombre como cualquier otro, sino que era considerado una deidad reencarnada y era inmortal. En cuanto a los reyes de Mesopotamia, eran llamados “lugal”, que significaba hombre grande, pero tenían el mismo carácter humano que el resto de la población y no se dudaba que estuviera por debajo de los dioses y no se destacaba del resto de los humanos en cuanto al rol de súbdito de estos. En las pinturas sobre las batallas, se nota la diferencia entre el faraón egipcio y el rey mesopotámico por el tamaño de su figura. En el primer caso, es la figura de mayor tamaño e importancia, al nivel de los dioses; si aparece su ejército este tendrá un tamaño inferior a él pero a la vez superior al de sus enemigos. El rey aparece a la cabeza de sus tropas, arriesgando su vida tal como lo están haciendo los soldados de su ejército. En el otro caso, el único que se destaca por el tamaño es un dios. El faraón, jamás es mostrado corriendo peligro ya que a un dios nadie puede ponerlo en esa situación. Otra comparación posible, es la actitud de los reyes en una cacería de leones, acto que demostraba un gran valor por llevar a cabo un deporte de riesgo, en cuanto a como son dibujados mientras cazan. En el caso del faraón se lo muestra con las riendas atadas a la cintura, de pie, solo en el carro, demostrando que esta actividad no genera peligro alguno para él y que ninguna ayuda es necesaria para concretarla. El león es representado como un animal inofensivo, sin riesgo a la figura central de la escena. En el caso del rey, se lo muestra siendo asistido por sus ayudantes, el auriga y los soldados. Esta actividad requiere un gran esfuerzo por parte de todos los que participan y aquí el león es representado como una gran amenaza. Por lo que en Egipto, el concepto fundamental de la realeza, está sometido a una cosmovisión del universo estático y a una vida eterna que negaba la realidad de la muerte. Ya que el Faraón no era un mortal, sino un Dios encarnado y esta idea se puede rastrear en el análisis de las fuentes contempladas para esta consigna:

- Himno Caníbal (6° dinastía, Reino Antiguo, Apéndice, Recitación 273-4, The Ancient Egyption Pyramid, 1969)

*Donde el Faraón Unis, de la 6° dinastía del Reino Antiguo, al morir realiza un pasaje del mundo de los vivos al de los muertos, produciendo un cataclismo: “…en el cielo (...) palidecen las estrellas; tiritan los ámbitos celestiales, (…) se han llamado a silencio los planetas”. Durante este pasaje, “el rey ha viajado alrededor de las dos riberas, (…) Unis es uno que come gente y se alimenta de dioses, (...) es un dios antiguo más que los dioses antiguos” (2).

Por lo que, además de que el Faraón en vida ocupa el trono como Horus, en el más allá también es un Dios, ya que se le entrega la insignia de Osiris: “rango como poder grande le ha sido dado, por Orión padre de los dioses”. (3)

El destino de los faraones del Imperio Antiguo era la ascensión al cielo. Esta ascensión se realizaba como un asalto al paraíso de los dioses: para conseguir la fuerza mágica, los faraones “devoraban” a los dioses. Este canibalismo, practicado solamente por ellos, es considerado como una forma ritual de apoderarse de la fuerza de los dioses. Al devorar a las divinidades, la fuerza mágica que había en ellas pasaba al faraón, y éste, gracias a ello, se convertía también en una divinidad: esa es la relación con la fuente Himno Caníbal que recrea una situación parecida, donde el faraón se come a los dioses y se transforma en Osiris, como quedo expresado.

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