Desnutrición Infantil En México
vale_rubio4 de Septiembre de 2014
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La desnutrición infantil en México: Una propuesta de medición
Introducción
Dada la estrecha correlación entre alimentación, educación y salud, así como la incidencia de la desigualdad y pobreza sobre éstos, la búsqueda de una solución de largo plazo a la desnutrición la constituye el combate frontal a ésta.
Algunos estudios en México sostienen que el problema de desnutrición en el país recae más en el lado distributivo que en el de la producción (Lustig, 1984, p. 439). Esto no quiere decir que un incremento en la producción de alimentos no sea necesario en la lucha contra la desnutrición, de hecho es esencial, pero previene del supuesto erróneo de creer que elevar la producción de alimentos será suficiente para combatir el problema de la desnutrición.
Existen varios estudios que han demostrado que cuando la riqueza y el ingreso están muy concentrados, el problema de desnutrición no se resuelve con incrementos en la producción de alimentos, debido a que los montos adicionales de éstos que fueran producidos, podrían ser comprados sólo por aquellos que tuvieran el suficiente poder de compra dentro o fuera del país –los alimentos pueden ser exportados–, podrían ser desviados a uso industrial, o simplemente no ser canalizados hacia la alimentación por pérdidas naturales (mermas) (véase Ramírez et al., 1975, y McCarthy, 1978).
De acuerdo con diversas estimaciones, se ha considerado que la desnutrición en el país es relativamente grave, destacando que el porcentaje global de desnutrición es de casi 30% de la población infantil menor de 5 años, de la cual casi la mitad se encuentra en situación de desnutrición grave; que la incidencia de bajo peso en los estados de la región sur del país (principalmente Guerrero, Oaxaca y Chiapas) es 2.2 veces mayor que en el norte y centro de la República Mexicana, y que el 77% de las personas con alto grado de desnutrición y pobreza se encuentran en el medio rural (dif-sep, 1993).
La magnitud de este problema y su incidencia a lo largo de todo el país ha conducido históricamente a la instrumentación de diversos programas para abatirlo, los cuales han sido muy diversos en magnitud y extensión. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados, los programas instrumentados hasta ahora muestran graves limitaciones de las instancias públicas en materia de su planeación, coordinación, capacidad de gerencia, operación, seguimiento y expansión de los mismos. Esta situación ha derivado en marcadas deficiencias, como por ejemplo la falta de delimitación de objetivos, y poblaciones a beneficiar, que ha derivado, a su vez, en esquemas poco focalizados y diferenciados respecto al valor nutricional del paquete alimentario, que debería estar dirigido a cada uno de los grupos atendidos. Asimismo, la ausencia de acciones integrales, que ha llevado a una gran dispersión de esfuerzos y recursos, ha conducido a lo que hoy es ya vox populi: localidades con más de una institución gubernamental y organismos proporcionando ayuda, y localidades que carecen de ella.
No obstante las limitaciones para atacar el problema de desnutrición en el país, no se circunscriben al terreno operacional, sino a la misma identificación de éste, que incluso es anterior al propio proceso de inter-vención asistencial. La falta de información, así como la confiabilidad de la misma cuando ésta se encuentra disponible, es uno de los principales problemas que aqueja a los países en desarrollo. En estas circunstancias, muchas veces se opta por utilizarla, aun cuando a todas luces es subóptima porque no satisface criterios técnicos que abarcan un amplio rango, desde la definición del tamaño de la muestra hasta el levantamiento de la misma. Esta situación no es ajena al problema de desnutrición en el país, en el que se carece de la información para dimensionar la extensión y la magnitud de éste.
Tradicionalmente, diversas instituciones del país, entre ellas el Instituto Nacional de la Nutrición (inn), han intentado delimitar las zonas de peores condiciones nutricionales en la nación; estos estudios se han hecho con base en encuestas, en las que en muchas ocasiones se ha dudado de su confiabilidad por la forma en que la información fue recabada (ssa, 1973, p. 75). Asimismo, otros estudios han obtenido información directa sobre aspectos nutricionales de las poblaciones objetivo. Desafortunadamente, por el enorme costo que esto representa y la limitación de recursos, los estudios sólo se han llevado a cabo en algunas zonas del país, tal es el caso del Proyecto Piloto de Nutrición, Alimentación y Salud realizado entre junio de 1992 y enero de 1993, y efectuado por un grupo intergubernamental (conal-Solidaridad, 1993).
Según este contexto, en repetidas ocasiones la delimitación del problema nutricional en México es establecida de manera ad hoc por los operadores de los programas destinados al combate de este problema. No obstante con el afán de encontrar un adecuado vínculo entre la teoría y la práctica, definir los objetivos, alcances y limitaciones de cualquier programa institucional social, y la instrumentación de política económica adecuada, es indispensable y deseable tener un mínimo de información confiable.
Por las razones antes expuestas, el objetivo de esta investigación es el de construir un índice, que si bien no cuantifique directamente la población infantil desnutrida en el país, sí lo haga indirectamente por medio de variables relacionadas con ésta, y que son procesadas en el XI Censo General de Población y Vivienda.
De esta suerte, estratificada la situación nutricional del país, desde muy favorable hasta muy crítica en lo municipal, se podrían definir y clasificar –de acuerdo con prioridades–, con una base más confiable y tomando ventaja de los datos levantados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi), las acciones de política pública encaminadas a enfrentar el problema de desnutrición en el país.
I. El problema de la desnutrición
La desnutrición es la mayor fuente de enfermedades y muerte prematura en los países en vías de desarrollo. Asimismo, la ingesta diaria de calorías constituye el principal parámetro para determinar si un individuo puede presentar o no problemas de desnutrición, y para que una persona conserve una buena salud, cierto peso y un nivel mínimo de actividad diaria. Empero, esto da origen a dos graves problemas para determinar la desnutrición.
En primer lugar, la definición del requerimiento mínimo diario es arbitraria. Si la gente no recibe la nutrición requerida para mantener un nivel dado de peso y de actividad, se adapta a un peso más bajo y a una menor actividad. Por ejemplo, requerimientos menores a los estándares internacionales son definidos algunas veces para los países asiáticos, ya que la población de éstos tiende a tener una estatura inferior. No obstante, su baja talla es atribuida, al menos parcialmente, a la inadecuada nutrición en el pasado. Desde que los asiáticos comenzaron a consumir los alimentos suficientes, al igual que los japoneses desde la segunda Guerra Mundial, y los chinos y coreanos recientemente, su peso y talla promedio, así como sus requerimientos calóricos, se han ido incrementando de una generación a otra.
El segundo problema es que la comida disponible se distribuye inequitativamente. Aun en un país donde se evidencian problemas de desnutrición, la ingesta diaria puede ser un promedio de 2 mil calorías o cercana a ella, ya que existe al menos un grupo de la sociedad que se alimenta tan bien como la gente de los países desarrollados y que genera un sesgo importante en la estimación. Debido a este problema, podría ser mejor y más revelante contar el número de gente desnutrida, en vez de contar las calorías.
La prevalencia de desnutrición, así como sus efectos negativos, es mucho mayor en los niños que en los adultos. A principios de los años noventa, la Organización Mundial de la Salud (oms) estimó que el 3% de los niños de los países subdesarrollados estaba afectado por una desnutrición severa (desnutrición de tercer grado), lo que dio origen a enfermedades como la llamada Kwashiorkor, consistente en la deficiencia extrema de proteínas, cuyos síntomas son estómagos inflamados y pupilas cristalizadas. Otro 25% padecía de desnutrición moderada (o de segundo grado) y de 40 a 45% de desnutrición de primer grado. La desnutrición era señalada como el principal problema que contribuía con más de la mitad de las muertes de infantes menores de cinco años en países de bajos ingresos (véase Gillis Malcom et al., 1992).
La mayor parte de la desnutrición mundial en nuestros días es del tipo conocido como desnutrición proteico-calórica (dpc). Entre las enfermedades restantes causadas por deficiencias, la más importante es la falta de vitamina A, la cual puede causar problemas de ceguera y anemia. Hasta hace dos décadas se pensaba que la falta de proteínas era el principal problema nutricional en el mundo en desarrollo, puesto que la proteína es necesaria para el desarrollo físico y psíquico. Sin embargo, más tarde se descubrió que la mayoría de los niños, cuyas dietas eran deficientes en proteínas, también sufrían de falta de calorías, y si las primeras eran administradas mientras que las segundas seguían siendo insuficientes, el desarrollo del niño mejoraba poco pues seguía faltando la fuente de energía para descomponer las proteínas. Actualmente, la mayoría de los programas tienden a proporcionar calorías principalmente, y vitaminas y minerales secundariamente.
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