Dinero y moneda son dos conceptos que han existido paralelamente a lo largo de la historia; de hecho, la moneda, en sentido estricto
Mario GuzmanEnsayo24 de Febrero de 2017
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Dinero y moneda son dos conceptos que han existido paralelamente a lo largo de la historia; de hecho, la moneda, en sentido estricto, es una forma de dinero y actualmente la definición más generalizada de la palabra moneda puede ser la que la describe como “todo aquello que, en un ámbito geográfico concreto, se acepta generalmente como medio de cambio y de pago, así como de medida del valor de los bienes”. El análisis de los diversos sistemas monetarios nos muestra la vasta red de relaciones que han vinculado a los distintos países desde los tiempos más remotos y permite conocer la cantidad y calidad del comercio entre distintas áreas geográficas, además de identificar las estrategias adoptadas por cada país con relación al mundo exterior.
El establecimiento del patrón oro fue la característica común de los sistemas monetarios durante la segunda mitad del siglo XIX, impuesto por la libra británica, la moneda de la nación más poderosa del momento. Se estimaba que un sistema monetario basado en la paridad del oro, un valor seguro y eterno garantizaba el valor de las monedas y el equilibrio de las relaciones económicas internacionales. Esta convicción fue puesta en tela de juicio por el caos monetario surgido tras la Primera Guerra Mundial, consolidándose el dólar como valor de referencia del sistema monetario internacional.
La difícil y desorganizada situación económica en que quedó Europa después de la Primera Guerra Mundial originaron una creciente inflación y una crisis económica total, especialmente en países como Alemania, hundiéndose por completo el Marco. A esto se sumó la Gran Depresión originada por el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929. Hacia 1939 se da otra conflagración mundial que se prolongó durante casi seis años y es hasta julio de 1944 –un año antes del final de la guerra- que se reúnen en Bretton Woods (Estados Unidos) los representantes de 44 naciones para buscar soluciones que propiciasen la recuperación económica al término del conflicto.
El orden diseñado en Bretton Woods generó un entorno económico mundial que posibilitaba en el área occidental y bajo la hegemonía de Estados Unidos, una expansión de la gran actividad productiva transnacional de los países del Norte, mientras que los territorios periféricos del Sur se iban integrando paulatinamente, de forma dependiente, en la nueva economía mundial. Las economías africanas y asiáticas son reconducidas en forma muy acentuada hacia la lógica de la dependencia.
Derivado de los acuerdos tomados en esta conferencia se restableció la paridad de los tipos de cambio respecto al dólar y al oro y se creó el Fondo Monetario Internacional, con el Banco Mundial para la Reconstrucción y el Desarrollo como organización paralela. Estos fueron algunos de los instrumentos más eficaces para la reorganización del sistema económico mundial durante la posguerra.
El mayor éxito se dio en el área monetaria; en el área comercial, sin embargo, fue imposible reconciliar el deseo de libre comercio de Estados Unidos con el deseo de mayor aislamiento de Gran Bretaña y finalmente, el Banco Mundial fue creado subestimando las necesidades de reconstrucción europea y anulando los intereses del llamado “tercer mundo”. En Bretton Woods se perdió así la oportunidad de aportar un marco eficiente a la economía mundial, no obstante haberse tratado de vincular mediante un enfoque integral y sistemático, las políticas monetarias, financieras y comerciales.
El principal elemento que propició el agotamiento del sistema monetario y que impidió que siguiera funcionando, fue el debilitamiento de la economía de Estados Unidos, que se propició por defectos del sistema que él mismo construyó, así como por la inversión de recursos en otros países y la absorción de los excedentes de producción de otras economías.
La quiebra de Bretton Woods significó la pérdida de un esquema de administración del sistema monetario internacional centralizado en el sentido que existían organismos y normas identificados por todos los actores para la conducción del sistema monetario internacional (libre convertibilidad del dólar en oro, paridad de cambios, mecanismos para la generación de liquidez para el financiamiento de desequilibrios).
Durante la aplicación de los acuerdos de Bretton Woods, se crearon otros mecanismos, tendientes a la aplicación de recursos a la reconstrucción de Europa, siendo uno de ellos el Plan Marshall, implementado en forma unilateral por Estados Unidos y que superó en mucho los créditos extendidos por el Banco Mundial, por la cantidad de recursos destinados. Otro mecanismo de apoyo a Europa fue la Unión de Pagos Europea, que funcionó debido a la reducida capacidad de acción del Fondo Monetario Internacional debido a la escasez del dólar y tuvo como actividad principal la compensación de pagos comerciales al interior de Europa y proveer crédito parcial para financiar desequilibrios. Con esto ayudó a resolver los problemas de coordinación internacional que impedían la liberalización del comercio.
En el Sur, el fuerte endeudamiento externo inducido por las políticas del Banco Mundial y el reciclaje hacia este espacio de los petrodólares a través del sistema financiero internacional, genera un efecto de bola de nieve que hace reventar a principios de los ochenta, la denominada crisis de la deuda externa de los países periféricos, al mismo tiempo los países del norte van acumulando también una enorme deuda pública. Lo anterior provoca que el FMI impulse los Planes de Ajuste Estructural (PAS), basados en la devaluación de las divisas, la abrupta reducción del gasto público, las privatizaciones tajantes, la orientación del sistema productivo hacia la exportación, lo que genera un empobrecimiento brutal de la inmensa mayoría de la población de los países afectados y crea las condiciones para una mayor expansión de la actividad productiva transnacional a nivel mundial. Todo esto presiona el crecimiento de la llamada burbuja financiera especulativa mundial, que crece a ritmos varias veces superiores a la evolución de la economía real.
En la década de los setenta se intentó reformar el sistema monetario internacional lo cual resultó en un estrepitoso fracaso porque se insistía en mantener tipos de cambio fijos y ajustables, mientras los países industrializados llevaban a cabo el sistema de flotación.
Desde finales de los ochenta se inician los ataques especulativos contra las paridades de las monedas, tanto del Sur como del Norte y algo similar ocurre con el desmembramiento del Sistema Monetario Europeo, con la salida de la libra esterlina y la lira. Ahora, un grupo de naciones, las más poderosas de la economía mundial (Canadá, Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido), articulan sus políticas macroeconómicas entre ellos, de manera que pueden decidir las tendencias de la economía mundial mediante acuerdos de coordinación de políticas; es decir, se pasa de un sistema regulado a un sistema basado en la negociación.
En 1982, tras tres años de altas tasas de interés iniciadas por la política deflacionaria norteamericana, México se declaró incapaz de seguir pagando los servicios de su deuda externa y fue seguido por otros 18 países. Los bancos acreedores –que se habían cubierto del riesgo cambiario denominando los créditos en dólares y del riesgo de tasa de interés atándolos a la LIBOR- se habían expuesto de manera muy importante al riesgo de pérdidas, forzando a los países deudores a atarse a tasas de interés extremadamente volátiles. En esta década se instrumentó una nueva forma de acuerdos cambiarios, dentro de los cuales destaca el relativo a mantener los tipos de cambio en los niveles de entonces. Otro gran avance fue la introducción del Sistema Monetario Europeo, con su esquema de tipos de cambio ajustables y bancas cambiarias.
En la década de los noventa le toca el turno a México (1994). La crisis financiera de este país, por su dimensión, fue calificada como la primera crisis del siglo XXI, apuntando ya por aquel entonces la posibilidad de riesgos de crisis sistémicas en el futuro. En esa ocasión fue preciso inyectar del orden de los 40,000 millones de dólares para cubrir los destrozos ocasionados por el llamado “efecto tequila”, que afectó a gran parte de las economías del cono Sur. Como consecuencia, hoy los mexicanos nos enfrentamos al problema del pago del dinero que costó reflotar el sistema bancario.
Pese a los esfuerzos del Fondo Monetario Internacional, la crisis de la deuda transformó profundamente a las instituciones de Bretton Woods, que perdieron su naturaleza de árbitros para pasar a ser agentes de intervención rápida en épocas de crisis. La introducción de créditos de mediano plazo y la supervisión de las políticas domésticas por parte del FMI lo convirtió en una institución de desarrollo.
Las cinco décadas posteriores a la segunda guerra mundial fueron un período excepcional de un gran crecimiento económico cuya clave, según los autores, se encuentra en las instituciones que constituyeron el marco de las decisiones públicas y privadas que favorecieron el crecimiento.
Los autores han concluido que uno de los factores centrales del crecimiento económico fue que el sistema institucional acordado en la conferencia de Bretton Woods era muy flexible para enfrentar cambios inesperados en sus 25 años de existencia, flexibilidad que desapareció tras su colapso en 1973. La fuerza y flexibilidad del sistema derivó de cuatro factores: 1) La capacidad y voluntad de los Estados Unidos de administrar un sistema internacional de premios y castigos; 2) El reducido número de países que tomó parte en las negociaciones y su homogeneidad política y económica; 3) La naturaleza generalmente cerrada de las principales economías y, 4) El éxito de los gobiernos en implementar cambios en la política doméstica.
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