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Diversidad, “Inclusión e Integración”

Vane BenitezMonografía8 de Febrero de 2017

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                       MONOGRAFIA.

Carrera: Profesorado de  Educación Primaria.

Taller: Problemática Contemporánea de la Educación I.

Tema: Diversidad, “Inclusión e Integración”

Alumnas: Cruz Micaela - Schturman Sofía.

Curso: 1º de Primaria.

Fecha de entrega: 19 de Diciembre.

IGUALES PERO DIFERENTES”

Integración e Inclusión.

Introducción.

El mundo es un espacio complejo donde conviven una gran cantidad de personas con las más variadas realidades.

El desafío para este tercer milenio que se allega es la construcción de una sociedad, y en particular de una educación y una escuela en la que las diferencias no sea un delito, sino una posibilidad de desarrollo y enriquecimiento. La meta es hacer, entonces, una sociedad más humana y justa; una sociedad democrática en la que halla armonía, convivencia pluralista y exista una escuela verdaderamente inclusiva, que no expulse ni excluya.

Se trata de una escuela orientada por dos ideas fundamentales, la primera con la valoración y aceptación de todos los alumnos de lo que puedan ser y son. Por otro lado  el reconocimiento de que todos los alumnos puedan aprender.

 

Capítulo 1.

                           DIVERSIDAD.

El término diversidad proviene del latín diversitas y significa diferencia, de semejanzas, variedad; también quiere decir abundancia de cosas distintas. Así pues, si se piensa en la amplia variedad de capacidades, creencias y costumbres que la humanidad representa, es sencillo reconocer lo que nos hace diferentes; sin embargo, resulta inevitable preguntarnos qué nos hace iguales. 

Las diferencias hacen a la humanidad: algunos nacen altos; otros, pequeños; unos pueden ver perfectamente, y otros no; están los que son creyentes o ateos, hablan otras lenguas y practican otras costumbres. Pero es justamente esto lo que nos diferencia y, por ello, la diversidad es una realidad inherente a la vida misma y se despliega en todos los ámbitos en los que ésta se desarrolla.

 Todas las personas, por una sencilla razón de serlo, necesitan ayuda para crecer, un mundo cultural al cual pertenecer, una familia y servicio de salud, y educación que les garantizase el acceso a una vida digna y plena.

La escuela es un ámbito particularmente rico en diversidad y, como tal, se encuentra con comunidades, familias y alumnos también diversos en cuanto a sus condiciones de vida, valores, creencias y capacidades. Por ello, la experiencia de la integración de niños con necesidades Educativas Especiales (NEE: el termino data de los años 60, pero fue popularizados un años más tarde por la informe WARNCK, elaborado por la secretaría de Educación del Reino Unido en 1978) representa un beneficio para todos los miembros de la institución escolar: para uno significara aprender a respetar y aceptar las diferencias, y ayudar al otro, estableciendo estrechos lazos de solidaridad; y, para otros, ser aceptado, querido y reconocido, para contar con mejores posibilidades de un desarrollo saludable.

Cabe destacar que no todos los niños que ingresan a la escuela lo hacen con la misma experiencia escolar, pero si todos tienen condiciones de aprender y merecen formar parte de una vida escolar y comunitaria. Más allá de esto, no todos los niños aprenden de la misma forma; sus tiempos de apropiarse de los saberes son diferentes y, en estas diferencias está el reconocer al otro, convivir, intercambiar, interactuar y experimentar junto a otros niños de la misma edad con ritmos y características diferentes.

Una mirada del ayer para comprender el hoy.

El concepto de semejante, planteado por la filosofía y por otras disciplinas, encierra en sus senos este concepto de ser iguales y diferentes al mismo tiempo. Aunque esta primicia es aceptada actualmente por casi todos los sectores, la humanidad ha manifestado históricamente un temor ancestral a aquellas prácticas, costumbre o capacidades diferentes a la propia y, por ende, desconocidos. Muchas de las dificultades que presentan determinadas personas o comunidades para aceptar las diferencias están basadas en que lo diferente es vivido como una amenaza, una situación de riesgo para la propia identidad ya que, cuando dos comunidades diferentes interactúan, se enriquecen mutuamente al intercambiar saberes y practicas propio de cada uno. Es así como por ejemplo, distintos pueblos de España muestran sus construcciones influencias de la bella arquitectura mora. Otro ejemplo más cercano lo tenemos en diversos países latinoamericano, donde las tejas coloniales, utilizadas en la construcción de techos en la actualidad, son un legado de los aborígenes quienes lo realizaban artesanalmente con materiales autóctonos, dándole forma con la parte superior de sus piernas. 

Sin embargo, ese intercambio cultural puede vivirse inicialmente como una amenaza en contra de los aborígenes y de la identidad, que podía hacer fracasar la propia historia y el proyecto de esa comunidad particular.

Al temor de los desconocido se le suman también la tendencia de los seres humanos a homogenizar, es decir, a considerar lo instituido en un determinado momento histórico como la norma única y aceptable a la cual debe ajustarse al conjunto de la sociedad; entonces, todo aquellos que rompe esta norma es considerado como una fenómeno anormal e incluso peligroso.

Por suerte, la diferencia existe y, lejos de ser “peligrosas”, son una excelente oportunidad para enriquecer nuestras vidas, ampliando la gama de conocimiento y ofreciendo innumerables caminos.

Se trata entonces de lograr conciliar de aquello que nos asemeja con lo que nos diferencia; de este modo, lograremos sustituir la lógica de homogeneidad con la lógica de diversidad, con el fin de dar a cada uno lo que necesita para desarrollarse en plenitud.

Si bien la mayoría de las comunidades tiende a naturalizar los referentes a la infancia, es decir, a considerarla como un fenómeno natural, invariable y ajeno a su accionar, la manera en la que actualmente definimos a la niñez no siempre se ha presentado igual ya que, en los diferentes momentos histórico cada sociedad a construido maneras propias y singulares de entender lo humano y de entender al niño.

La idea del niño como una persona en desarrollo, con necesidades de cuidado y derechos que lo garantiza es, en realidad, bastante reciente. En la antigüedad, la infancia no era considerada como una etapa diferente  del resto de las etapas de la vida, sino como una propiedad de los padres. Recién en la modernidad hace aparición la familia nuclear, con lo cual se considera fundamentales los lazos afectivos para la constitución familiar; es entonces cuando los padres empiezan a resignarse con sus hijos y hacer protagonistas de su crianza. A demás, con el surgimiento de las instituciones educativas, el niño comienza a diferenciarse con el adulto, si bien esa concepción todavía está muy alejada de la idea actual de niño.

En sus comienzos, las instituciones educativas surgieron de los senos de los hospicios y de instituciones de caridad como un dispositivo para “contener” a los hijos de los campesinos. Estaban más relacionadas con los aspectos moralizadores que los educativos; su función era de disciplinarlos para evitar la adquisición de “malos hábitos de vida”.

Es justamente a partir del surgimiento de la escuela cuando, de manera inevitable, aparecen niños con capacidades diversas y en consecuencia, la sociedad se inicia en la búsqueda de comprensión y abordajes de esas diferencias. La educación de los niños con deficiencias sensoriales o con debilidad mental  fue una de las precursoras en la educación especial, a la que posteriormente se le fueron sumando la de niños con otros tipos de capacidades.

Pedagogos y médicos comenzaron entones a estudiar y determinar lo referente a la  capacidad o discapacidad de las personas, a establecer sus derechos y la medida de sus posibilidades.

En el siglo XVI, los habitantes de los monasterios estaban obligados a guardar silencio y se comunicaba utilizando signos manuales. Fue así como el monje Benedicto Pedro Ponce de León comprendió, a partir de su experiencia cotidiana que era posible expresar por otros medio distintos del habla, pues él mismo lo hacía cada vez que manifestaba sus pensamientos por medio de signos monásticos. Entonces, comenzó a emplear un sistema gestual de comunicación, similar al que usaba en el monasterio, con los niños sordos lo que permitió el inicio de su educación y de su reevaluación de las creencias procesadas durante mucho tiempo respecto a las personas sordas. Esto contribuyo a un camino gradual de la idea que se tenía sobre éstas y su lugar en la sociedad.

Así nació el lenguaje de señas, pero también de la escuela especial que, durante siglos, fue la única institución encargada y capacitada para la educación de los niños con necesidades educativas especiales.

Actualmente, nos encontramos en un momento donde debemos desandar este camino que va desde la imposibilidad de la escuela ordinaria para dar respuesta a las NEE, y por ende, a la creación de la escuela especial como forma más adecuada de conocerlas y dar respuesta a éstas- al regreso a la escuela común, ahora inclusiva y abierta a la diversidad de estos niños y adolescentes. Afortunadamente, para ese pasaje, nos encontramos con la enorme ventaja de todos esos años de investigación y experiencia en educación especial, que posibilita el desarrollo de estrategias adecuadas para la exitosa escolarización de niños con necesidades especiales en el ámbito escolar ordinario.

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