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EL CANDIDATO


Enviado por   •  19 de Julio de 2021  •  Informes  •  1.982 Palabras (8 Páginas)  •  74 Visitas

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Universitat Internacional                 Àrea d’Ètica

de Catalunya

EL CANDIDATO

Estoy preocupado y ansioso, parece imposible que esto me este ocurriendo a mí. Debo tomar una decisión sin más demora durante el fin de semana, y no sé que hacer.” Así se expresaba Juan R a su hermano Pedro, a través del teléfono un sábado por la mañana. Juan R sabía que su hermano era una persona competente y con buen criterio. Con brevedad le explicó la situación en la que se encontraba: “El lunes por la mañana tengo que dar una respuesta a mi partido sobre la posibilidad de ser el candidato a la alcaldía en las próximas elecciones municipales. Me gustaría aceptar, quiero aceptar,.... como sabes me he estado preparando durante cinco años para que me ofreciesen la oportunidad de ser alcalde de una gran ciudad. Pero ahora no sé si aceptar, sobre todo si tengo en cuenta los hechos que se han desencadenado en los últimos meses”.

JUAN R.

Juan R., de 45 años de edad, casado y con dos hijos, procede de una familia de escasos recursos económicos de San Vicente, un pueblo de la provincia de Soria. Con un gran esfuerzo familiar y personal, estudió dos carreras, Derecho y Económicas, en la Universidad Complutense de Madrid. Durante los dos últimos años de la licenciatura empezó a trabajar de comercial en una empresa de exportación-importación. Con constancia y tesón, a los tres años ascendió a director financiero.

Al cabo de 5 años tuvo la gran oportunidad de trabajar en una multinacional alemana de gran expansión en España, desplazándose a Madrid con toda su familia. Era buen trabajador, creía que “las cosas, cuando trabajas bien, salen bien”. En la empresa tenía fama de un hombre honrado y justo. Era un hombre sociable y tenía muy buenos amigos tanto en el trabajo como fuera de él, sobre todo en el Club de Campo donde cada fin de semana solía jugar al tenis.

Su introducción en la política

 “Después de los escándalos que se han producido en la alcaldía, es necesario que haya un cambio; es necesario que nuestros gobernantes sean como tienen que ser. La política necesita hombres como tu y como yo, buenos profesionales y con una fuerte orientación de servicio a la comunidad”. Animado por esta conversación con un buen amigo, Juan decidió asistir a una reunión de un partido político para “en vez de hablar y quejarse como siempre, hacer realmente algo”. Después de una serie de reuniones, Juan se afilió.

Cada vez las reuniones eran más frecuentes, por lo que Juan pasaba cada vez más tiempo libre organizando actos y eventos para el partido. Además, debido a su gran formación financiera, se empezó a encargar de la financiación del partido; de las llamadas “cuentas del partido”.  

Rápidamente se encontró con prácticas de financiación dudosa: donaciones por parte de grandes empresas de fuertes cantidades de dinero, a cambio, posiblemente, de próximos tratos de favor. Yo siempre he sido una persona honrada y trabajadora y esto no me parece una manera correcta de conseguir financiación”. Pensó en dimitir, pero una conversación con el presidente del partido acabó convenciéndole de que era una práctica normal y necesaria en todos los partidos “Todos, a cambio de financiación, prometen tratos de favor. Nosotros no podemos ser menos que los demás, de lo contrario estas mismas empresas se irán directamente a nuestros rivales políticos”, y añadió: “si quieres remediarlo de alguna manera, alcanza primero el poder”.

Poco a poco, se fue involucrando más y más, aunque fue un proceso gradual y sutil, fue muy efectivo, dedicando cada vez más tiempo a lo que él llamaba “asuntos del partido”; asistiendo a las reuniones provinciales, pasando fines de semana enteros en convenciones; viajes a Europa etc. Si bien, en un principio, su esposa le acompañaba en sus desplazamientos y reuniones, poco a poco dejó de hacerlo porque no se integraba bien en el ambiente del partido y además “alguien tenía que quedarse con los niños”.

Durante este tiempo, Juan empezó a relacionarse con “gente importante”, saliendo cada vez más y aumentando cada vez más sus gastos argumentando que eran necesarios para el nivel de vida “requerido y exigido por mi futuro cargo publico”. Juan R. veía toda esta nueva vida de viajes y recepciones como algo que se merecía. “Ahora empiezo a disfrutar de la vida, esta es mi recompensa de años de duro trabajo”.

Todos estos nuevos cambios iban en detrimento del tiempo de dedicación a su esposa e hijos, pero afirmaba: “Aunque ahora no puedo dedicarle tanto tiempo como antes es tan sólo una cuestión momentánea y además el motivo es bueno: lo hago por ellos …“

En el trabajo 

Al principio de su entrada en la política, Juan pudo compatibilizar bien sus dos cargos, el político y profesional, pero poco a poco fue dedicando más tiempo de trabajo y atención a los asuntos del partido “que son un desafío”. Un ejemplo de este cambio de conducta fue que durante las tres semanas de preparación de la campaña electoral con motivo de las elecciones generales prácticamente se ausentó del trabajo.  

Además, cuando después de este hecho volvió a la empresa empezó a descuidar su trabajo: no lo realizaba con la misma intensidad ni de la misma manera y sus subordinados empezaron a notarle “más distraído y más nervioso”. Por lo que el buen ambiente de trabajo que había en su departamento se empezó a deteriorar. Cada vez había más gritos y más prisas. Últimamente Juan R. había cometido un par de errores graves que provocaron una gran tensión: el ascenso de un subordinado ignorando a otro cuyos méritos eran mejores y el retraso en el plazo de presentación de las Cuentas Financieras a la Dirección General en el que había involucrado a todo su departamento.

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