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El Diálogo de Saberes como Ejercicio de Sustentabilidad


Enviado por   •  4 de Marzo de 2019  •  Ensayos  •  2.269 Palabras (10 Páginas)  •  156 Visitas

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El Diálogo de Saberes como Ejercicio de Sustentabilidad.

La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud del ser.

Y el ser no se halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación en la naturaleza.

José Martí

     Para nadie es un secreto, cómo el hombre en su intento por denotarse como ser supremo en el contexto de la naturaleza, busca ejercer su poder de  dominio, orientado por lo que se considera, un don, que es la misma capacidad de “raciocinio”; sublimado además en sí mismo por la concepción eclesiástica, revalida que la naturaleza debe ser dominada por el ser humano, y así se relaciona con el ambiente de forma inequívoca,  pues la naturaleza es  vista como producto de comercialización. Ya lo planteaba Leff, en la entrevista realizada por Guillermo Almeyra y Efrain Cruz (2009) donde afirma que:

“Esta inconsciencia tiene que ver con ideologías ancestrales, con la idea judeocristiana del predominio del hombre sobre la naturaleza, del derecho y la necesidad del ser humano de dominar a la naturaleza en beneficio propio, con toda una visión cultural anterior que desemboca en la idea de un progreso ilimitado, que anida en el iluminismo de la razón y en la forja de la ciencia moderna, y particularmente en la construcción e institucionalización de la economía” (p.162).

     Lo anterior, está asociado a un proceso de economización que modela y da forma al conocimiento del mundo como un constructo que concibe la vida del ser hegemonizado; hegemonización que  hace plausible, cómo el conocimiento está atravesado por todo tipo de saberes y postulados que justifican la universalización conceptual, en donde la cosificación masiva asociada al régimen económico, distorsiona el concepto de la otredad, acentuando así mismo, el pensamiento logocentrista que es uno de los factores que afecta la sustentabilidad del planeta, llevándonos a la pregunta, ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias que le hemos causado históricamente al mundo al dar prioridad a nuestros ideales materialistas?  

     Este planteamiento resulta de lo expuesto por los grandes críticos, frente al paradigma de la modernidad, paradigma que conllevó a la idealización de conceptos como libertad, igualdad y comunidad; también, a la idealización de un Estado protector, garante de derechos y de oportunidades, representado por dirigentes provenientes del pueblo, quienes tenían la única intencionalidad de servir a los intereses colectivos, y aunque al principio de la implantación de este modelo fuese así, la cuestión que nos llama es ¿dónde se perdió el rumbo?, o más bien ¿Qué factores influyeron para generar ese cambio idealista?

     Intentaremos dar respuesta a estas preguntas retomando un concepto del que se habla mucho hoy en día, EL CAPITALISMO. Ese sistema socioeconómico, principal culpable de la crisis ambiental, sustentado en su proceso de industrialización y tecnificación, además, soportado en la explotación desmedida de los recursos naturales bajo su régimen  de racionalidad económica,  que abrió  la posibilidad a desdibujar la brecha, delgada de por sí, que se sentía en la sociedad, ese mismo modelo que transformó la colectividad desde su esencia, pues generó que el sistema pilar, que es la familia, pasara de ser un ente productor, a todo un sistema complejo de consumo, orientado a la satisfacción (nunca alcanzada) de lo considerado como necesidades propias, ya no básicas, y con lo cual se impulsó lo que hoy día conocemos como POSTMODERNIDAD; entendida como una profunda insatisfacción por lo que se tiene, un caos inducido por la contrariedad entre la gran oferta existente y la demanda vacía e insatisfecha que posee la humanidad, incluso aún, se podría pensar en éste caos como principal síntoma de la crisis civilizatoria por la que estamos atravesando en la actualidad puesto que su eje central es la productividad.

     En el mismo sentido, ésta crisis que está destruyendo no solo nuestra sociedad, sino que está carcomiendo nuestros recursos naturales, genera un enorme daño a nuestro bien más preciado e irremplazable, el medio ambiente; así como lo afirma Leff (2006) “la degradación ambiental es resultado de las formas de conocimiento a través de las cuales la humanidad ha construido el mundo y lo ha destruido por su pretensión de universalidad, generalidad y totalidad” (p.2). Ahora bien, este planteamiento implica realizar un análisis profundo, dado que si las teorías hasta ahora desarrolladas y vistas desde la mirada de la ciencia o fáctica, por los seres humanos, tienden al exterminio; es importante permitir  un planteamiento que nos permitirá iniciar el cambio de percepción desde otras miradas las cuales estarían asociadas al diálogo de saberes, el cual, a través de la deconstrucción y reconstrucción del conocimiento y la realidad, abre la posibilidad a la interacción multicultural y la diversidad propia de las relaciones de los seres humanos con la naturaleza, conllevando esto a nuevas formas de significación de lo social, lo natural y lo racional. Ahora bien ¿Cómo concientizar a la humanidad entera? ¿Qué debemos pensar del futuro, cuando en sí mismo es un concepto intangible, que va en contravía de la cosificación histórica? ¿Qué hemos hecho del mundo? ¿Cómo dejar atrás planteamientos positivistas que generan la falsa expectativa de que la  naturaleza es gobernable, nos pertenece y no es infinita?

     El Estado como “líder” promulga leyes que intentan dar respuesta a las necesidades ambientales, empero siempre sometido a la normatividad del proceso económico capitalista; en la actualidad el gobierno permea esto  bajo la figura del desarrollo sostenible, buscando reafirmar y sostener el modelo económico, esto ya reconocido por Leff (2009) el cual refiere:

“Hoy en día, la economía ambiental, la llamada economía neoclásica del medio ambiente, que no es lo mismo que la economía ecológica, intenta resolver esta crisis en el plano de la misma economía que generó la crisis, es decir, asignándole valores económicos y precios de mercado a la naturaleza, siguiendo y extendiendo el mismo sistema de pensamiento, de raciocinio, de cálculo, de valoración, a todas las cosas del mundo. Esta pretensión es un imposible” (p.164)

     Por consiguiente, y según su mismo planteamiento, la humanidad busca mantener el modelo económico acaparacionista, pero regulado por una serie de normas, sanciones y acuerdos, que de por sí ya se sabe en qué van a traducirse, en discursos idiomáticos, relativizados y manipulados desde intereses gubernamentales que terminan siendo el reflejo del interés de los monopolios del mercado; para lo cual solo basta observar, cómo se ha venido desarrollando a nivel mundial la economía, sobre todo en el imaginario de la consolidación  de acuerdos bilaterales o multilaterales, que se contradicen permanentemente en su filosofía.

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