Círculo de diálogos de saberes
Maricruz_OsorioApuntes1 de Mayo de 2023
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Circulo de diálogos de saberes
2. SOBRE EL DIALOGO
David Bohm (1997). Sobre el diálogo. Barcelona: Kairós.
Sugiere el autor que al iniciar un circulo de diálogo o, si se pienza organizar un grupo de este tipo, deberá iniciarse hablando sobre la naturaleza del diálogo, con las personas que se muestren interesadas en el tema.
El término «diálogo» proviene de la palabra griega diálogos, una palabra compuesta de la raíz lagos, que significa «palabra» (o, en nuestro caso, «el significado de la palabra») y el prefijo día, que no significa «dos» sino «a través de».
En el diálogo no se trata de obtener más puntos ni de hacer prevalecer una determinada perspectiva porque, cuando se descubre un error, todo el mundo sale ganando. El diálogo es un juego al que podríamos calificar como «ganar-o-ganar».
¿Por qué es necesario el diálogo?
Cada persona tiene una forma diferente de pensar y ponerse de acuerdo resulta complicado, ya que las personas tienen creencias profundas y suelen defenderla con gran carga emocional. El hecho es que el diálogo no sólo está sometido a la presión de nuestras creencias sino también de todo lo que se encuentra atrás de ellas.
También se puede decir que una creencia es una opinión yen este sentido una opinión es fundamentalmente, una suposición.
El diálogo y el pensamiento.
Nuestras opiniones son el resultado de pensamientos pasados y de experiencias y muchas veces se convierten en verdades las cuales defendemos a capa y espada. El verdadero objetivo del diálogo es el de penetrar en el proceso del pensamiento y transformar el proceso de pensamiento colectivo.
Es importante prestar atención en el proceso de pensamiento, ya que el pensamiento es un proceso y exige toda nuestra atención.
Dificultades del pensamiento, una de las dificultades del pensamiento es la fragmentación es decir todas las divisiones que hacemos Se originan en el pensamiento ya que todo el mundo le hecho de una sola pieza.
Casi todo lo que podemos mencionar a sido creado por el pensamiento (Casa coche Edificio, nación,,etc.). El pensamiento ha creado noción de nación, religión. Creemos que nuestro pensamiento es el correcto intentaremos que todos piensen igual y eso interfiere con la libertad de pensamiento.
Los tipos de pensamiento individual y el colectivo.
Es cierto que, individualmente, puedo pensar en varias cosas, pero la mayor parte de nuestro pensamiento procede de nuestro sustrato colectivo. El lenguaje es colectivo y también lo son la mayoría de nuestras creencias básicas (comportamiento social) se basa en una serie de creencias y opiniones.
Debemos, por tanto, prestar atención tanto al pensamiento individual como al pensamiento colectivo. En el diálogo, las personas procedentes de sustratos distintos suelen sostener creencias y opiniones fundamentalmente diferentes
Se trata, en suma, de una cuestión cultural, porque toda cultura se basa en una serie de creencias y opiniones. Es comprensible, pues, que las personas procedentes de culturas, o subculturas, diferentes sostengan opiniones y creencias también distintas, y que, aunque no las comprendan plenamente, tiendan a reaccionar defensivamente ante cualquier evidencia de que son erróneas o simplemente a defenderlas ante cualquier opinión adversa.
Pero si defendemos de ese modo nuestras opiniones, el diálogo resultará imposible. Ya que cada quien defenderá a ultranza su creencia. El problema se presenta cuando las personas se agrupan para dialogar o cuando los legisladores, los hombres de negocios o quien fuere, tratan de hacer algo en común. Y si la empresa no es eficaz, comienza a perder dinero y a venirse abajo. Hay personas que intentan formar grupos para que los altos ejecutivos puedan trabajar en equipo,
Los científicos también se encuentran en la misma situación. Cada uno puede mantener un punto de vista diferente sobre la verdad, pero no pueden alcanzar esa misma perspectiva en conjunto.
Se supone que la ciencia se ocupa de la verdad y de los hechos y que la religión se dedica a otro tipo de verdad y al amor.
Es posible tener un diálogo con otra persona -o con dos, tres o cuatro-, o incluso dialogar con uno mismo, sopesando todas las opiniones sin decidirse por ninguna de ellas. Un grupo demasiado pequeño, sin embargo, no funciona muy bien porque, cuando cinco o seis personas se reúnen, suelen evitar todo aquello que pudiera molestar a los demás y, de este modo, conseguir un «ajuste cómodo». . Un grupo mayor, por su parte, puede comenzar muy comedidamente pero, al cabo de un tiempo, no resulta tan fácil seguir esquivando los temas conflictivos
Como ya hemos visto, el pensamiento individual es, en gran medida, el resultado del pensamiento colectivo y de nuestra interacción con los demás. Así pues, cuando el grupo supera las veinte personas comienzan a ocurrir cosas muy interesantes. Cuarenta personas son muchas para disponerlas adecuadamente en círculo, pero pueden agruparse en dos círculos concéntricos.
El poder de un grupo es muy superior al de las personas que lo componen. Así podríamos decir también que funciona el pensamiento ordinario de nuestra sociedad, un pensamiento «incoherente» porque se dirige en todas direcciones y los pensamientos contradictorios terminan anulándose entre sí. Si las personas pensaran en conjunto de un modo «coherente», ese pensamiento tendría un poder inmenso, si lograra concentrarse los pensamientos en una misma dirección.
Lo «tácito» es lo inexpresable, lo que no puede ser descrito. El pensamiento emerge de un sustrato tácito. El proceso tácito es común y compartido. Si nos damos cuenta de lo que sucede en el diálogo de un grupo comprenderemos la esencia de lo que ocurre en nuestra sociedad. Y esto es algo que no podemos apreciar a solas ni tampoco en el contexto de un diálogo con otra persona.
Cómo dialogar
Es fundamental que, para dialogar, la gente se siente en círculo, una disposición geométrica que, sin favorecer a nadie, permite, sin embargo, la comunicación directa entre todos los participantes.
En principio, el diálogo debería funcionar sin la presencia de ningún líder y sin recurrir a ningún tipo de agenda. Tal vez resulte útil tener un moderador que mantenga el curso del encuentro, vigile el tiempo y resuma, de tanto en tanto, lo que está ocurriendo.
Al comienzo de un diálogo no convendría prestar atención a los problemas y las cuestiones personales. Es importante comprender que el diálogo grupal no es una terapia de grupo y que no estamos intentando curar a nadie, aunque tal cosa pueda llegar a ocurrir como una especie de efecto secundario.
A lo largo del diálogo las personas deberían hablar directamente entre sí, cara a cara y sin salirse del círculo. A fin de generar confianza y dirigirse libremente a todos.
Debemos disponer de un espacio vacío en el que quepa cualquier cosa y después de terminar, volvemos a vaciarlo, sin tratar de acumular nada. Ése es uno de los puntos fundamentales de un diálogo. Como Krishnamurti solía decir, «para poder contener algo, la taza debe hallarse vacía»
El diálogo no tiene ningún objetivo predeterminado, ningún propósito absoluto. Nuestro objetivo, si queremos llamarlo así, es comunicarnos de manera coherente.
La negociación no es el fin del dialogo, sino únicamente su principio. La negociación consiste en llevar a cabo los ajustes necesarios que permitan decir: «Comprendo su punto de vista y veo lo importante que es para usted. Encontremos una vía que resulte satisfactoria para ambos. Yo cederé un poco en esto, usted cederá un poco en aquello y tal vez entonces podamos sacar algo en claro».
El objetivo no consiste en identificarse con el grupo, sino que lo realmente importante es llegar a relacionarse con la totalidad del proceso.
A fin de generar una idea colectiva y de valor, se recomienda que no sea permanente. Es importante, que el grupo persevere durante uno o dos años y que se reúna periódicamente.
Suspender las creencias
Las creencias que sostenemos influyen tácitamente sobre el significado global de lo que hacemos. Lo que estoy diciendo es que las personas llevan consigo sus creencias a los grupos, que esas creencias terminarán por salir a la superficie y que no hay que tratar de evitarlas ni suprimirlas sin creer ni dejar de creer en ellas, sin juzgarlas como buenas o malas sino sólo ponerlas en suspenso. Por consiguiente, uno simplemente observa el significado de las creencias y reacciones tanto propias como ajenas.
El secreto está en mantenerse en un nivel en el que las opiniones puedan expresarse manteniendo, sin embargo, la posibilidad de observarlas. Entonces estaremos en condiciones de darnos cuenta de que la hostilidad de los demás estimula la nuestra. La suspensión, pues, forma parte integral del proceso de observación y nos permite familiarizarnos con el modo en que opera nuestro pensamiento.
El impulso de la necesidad
No se trata, pues, de cambiar nada, sino simplemente de ser conscientes. Es posible advertir la similitud existente entre las dificultades que aparecen dentro del grupo y los conflictos y pensamientos contradictorios que tienen lugar en el interior del individuo.
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