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El Lenguaje En El Corazón De Los Aprendizajes


Enviado por   •  15 de Enero de 2012  •  4.658 Palabras (19 Páginas)  •  1.073 Visitas

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Preámbulo

Mediante la Ley de Orientación de 1989, el Ministerio de Educación de Francia delimitó las responsabilidades educativas entre el preescolar y la primaria. Un año más tarde (decreto del 6 de septiembre de 1990), las autoridades educativas precisaron la organización de la educación básica, dividiéndola en tres ciclos pedagógicos: el ciclo de los primeros aprendizajes, que corresponde al preescolar; el ciclo de los aprendizajes fundamentales, que corresponde a los grados superiores del preescolar y los primeros de la escuela primaria, y el ciclo de profundización, que corresponde con los últimos años de la primaria. La responsabilidad del preescolar es, entonces, doble: dotar a los niños de sus primeros aprendizajes sistemáticos y comenzar la etapa de los aprendizajes fundamentales, sin la cual el ingreso a la escritura no podría ser exitosa.

El siguiente texto es un fragmento de La consultation sur les nouveaux programes de l’école primaire, que un grupo de expertos realizó para el Ministerio de Educación Nacional de Francia, y que resulta muy oportuno en nuestras circunstancias, porque elabora un interesante proyecto pedagógico para el preescolar.

La lengua en el corazón de los aprendizajes

Cada vez más, la escuela maternal hace del lenguaje el eje de sus actividades. Los pequeños que ingresan por primera vez a este tipo de escuelas poseen un léxico limitado y apenas son capaces de elaborar frases breves; pero en la escuela maternal pueden aprender a construir enunciados más complejos y a articularlos entre sí para contar una historia, describir un objeto, o explicar un fenómeno; pueden prepararse, incluso, para comenzar a leer. Esto es posible debido al desarrollo psicológico, extremadamente rápido, que ocurre en esta edad, aunque requieren de la ayuda constante de los adultos o de alumnos mayores que rodean este aprendizaje. Es decir, que los educadores deben estar atentos en todo momento de las actividades que involucran el lenguaje.

1. Permitir que cada niño participe en los intercambios verbales del grupo e inscribir las actividades de lenguaje en verdaderas situaciones comunicativas

A su llegada al preescolar, el niño descubre que no puede comprender tan fácilmente eso que pasa y que se dice alrededor de él. La comunicación con los adultos, como con los otros niños, pierde la evidencia que tenía en el medio familiar.

La pedagogía del lenguaje reposa, de entrada, sobre el restablecimiento de la comunicación entre cada niño y los adultos, por una parte, y entre el niño y todos los demás niños, por la otra. Esta comunicación está lejos de ser solamente verbal; incluye también los gestos y las actitudes que se ponen de manifiesto en las situaciones de aprendizaje. Ello supone, entonces, por parte del educador, un respeto escrupuloso de los espacios y los tiempos, una organización rigurosa de las actividades, una atención permanente a lo que pasa en clase, la preocupación por las vivencias cotidianas, una verbalización sencilla y sólidamente contextualizada. El dominio de actividades como una “vivencia integral” contribuye al desarrollo progresivo de una comunicación eficaz en la clase y en la escuela. Por tanto, los otros dominios de actividad suponen cambios verbales de calidad y, en consecuencia, constituyen la oportunidad para desarrollar en cada niño, las competencias planificadas de comunicación.

Es en el contexto de esta constante comunicación —entre el niño y los adultos, entre el niño y sus compañeros— en la que se inscribe toda la pedagogía del lenguaje. Ella acompaña al niño en sus primeros aprendizajes, le ayuda a franquear el complejo pasaje de un uso situacional del lenguaje (ligado a la experiencia inmediata) a un lenguaje de evocación de eventos pasados, futuros o imaginarios y le permite adquirir los medios necesarios para un buen ingreso a la escritura.

En la medida en que el lenguaje esté en el corazón de los aprendizajes, se hace importante que cada actividad tenga una dimensión lingüística claramente establecida. El trabajo del lenguaje no puede ser solamente ocasional, sino que debe estar programado rigurosamente. El equilibrio entre las dos modalidades es una de las claves para la calidad del aprendizaje.

2. Acompañar al niño en su primer aprendizaje de la lengua: lenguaje en situación

Para los pequeños de dos o tres años se trata, en esencia, de facilitar la adquisición de los usos más inmediatos de la lengua: permitir que el niño comprenda los enunciados situacionales que se le dicen; es decir, los directamente articulados con la acción o el evento actual; partir de las mismas condiciones comunicativas a las que el niño está acostumbrado en su medio familiar.

2.1 Crear para cada niño el mayor número posible de situaciones de intercambio verbal

Lo esencial de la adquisición verbal pasa por la participación de cada niño en numerosos intercambios lingüísticos que le conciernan directamente y tengan sentido para él. La pedagogía del lenguaje, para los más pequeños, requiere de una organización de la clase que permita a cada niño participar personalmente en numerosos intercambios durante la jornada escolar. Los otros adultos de la escuela y los niños mayores juegan

un rol muy importante en el dominio de esta primera etapa de adquisición del lenguaje. Esto significa que, bien entendido, ellos pueden contribuir notablemente al incremento de los intercambios verbales en la vida escolar cotidiana. Significa también que la distribución de alumnos en clases de edades heterogéneas pueda ser un factor determinante en el acceso al lenguaje, al multiplicar las interacciones entre los más grandes y los más pequeños.

2.2 Insertar las actividades del lenguaje en la experiencia (verbalizar las acciones) y multiplicar las interacciones

Para que estos intercambios tengan significado, es necesario que estén involucrados en una situación de aprendizaje en la que el niño sea protagonista. En efecto, para todos los niños pequeños, el sentido de los enunciados se confunde con frecuencia con aquello que perciben y comprenden de la acción o del evento presente. Es decir, que a esta edad, el trabajo del lenguaje está obligatoriamente ligado a una actividad o a un momento de la vida cotidiana. Como en el medio familiar, es importante que el adulto verbalice abundantemente la situación en curso, solicite el intercambio con cada niño e interactúe con él cada vez que quiera decir un enunciado (retomar el enunciado, con la reestructuración del lenguaje oral del adulto). Los controles de la comprensión construida por el niño deben ser frecuentes y conducir a las mismas interacciones

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