El Libro Azul
Dalivenezuela15 de Julio de 2013
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EL LIBRO
Azul
EL LIBRO AZUL - Hugo Rafael Chávez Frías
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Viceministra de Gestión Comunicacional
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Odisea Labrador
Diseño de Portada
Martin Araujo
Diseño de Diagramación y Montaje
Lissy Chandía Price
Corrección y Edición
Iris Iglesias
Febrero, 2007.
Impreso en la República Bolivariana de Venezuela
PENSAMIENTOS
“¿Dónde iremos a buscar modelos? La América
española es original. Originales han de ser sus
instituciones y su gobierno. Y originales, los
medios de fundar unas y otro. O inventamos o
erramos”.
“La América no debe imitar servilmente, sino
ser original”.
Rodríguez, Simón
“Usted formó mi corazón para la libertad, para
la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he
seguido el sendero que usted me señaló”.
Bolívar, Simón
Pativilca, 19 de enero de 1824
Al Señor Simón Rodríguez
“La causa que sostenemos, que no es otra que
la verdadera causa de los pueblos, la República
genuina, la Federación, vuestro heroísmo, debe
ser premiada con el triunfo de los principios y
el derrocamiento consiguiente de la tiranía. ¡Viva
la Federación! ¡Viva la verdadera República! ¡Viva
y para siempre, la memoria de los patriotas de
nuestra independencia, de los hombres del 5 de
julio de 1811, los que en el Acta gloriosa dijeron
a los pueblos: Federación! Que se cumpla, pues,
después de tantos años”.
Zamora, Ezequiel
23 de febrero de 1859
PRELIMINAR
Vivimos, efectivamente, una era donde las ideologías
parecieran extinguirse. El “fin de las ideologías”, así la
han llamado no pocos estudiosos de la época.
El fenómeno adquiere mayores proporciones en
América, particularmente en Venezuela, donde la gran
mayoría de los partidos políticos, surgidos paralelamente
al proceso de industrialización, derivaron en organizaciones
de corte populista, totalmente vacías de
contenido ideológico.
Por otra parte, se ha dado persistentemente la tendencia,
en nuestros
pensadores contemporáneos, de buscar
modelos en otras latitudes para importarlos y tratar de
implantarlos en nuestras sociedades.
Mientras tanto, nuestros pueblos se han ido alejando
cada vez más de sus raíces históricas, allí donde seguramente
se encuentran las claves para descifrar el terrible
enigma que nos mantiene en un ir y venir por el abismo
de la historia, ya a las puertas del siglo XXI.
Las ideologías son ayudas de navegación para surcar
los tiempos
y los espacios, dándole rumbos precisos a
las sociedades y a las naciones.
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Y es, precisamente, en este marco desideologizado
y con el propósito de hallar recursos válidos para que
nuestro pueblo avance por el mapa intrincado y complejo
del futuro que nos hemos atrevido
a invocar un
modelo ideológico autóctono y enraizado en lo más
profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico
del ser nacional.
En la médula del pensamiento de don Simón
Rodríguez se encuentra
la simiente de un proyecto
de sociedad basado en la educación popular y en la
creatividad. Simón Rodríguez concibe la idea
concreta
de la República y talla las formas del Estado Nacional
y las líneas geohistóricas de su proyección en el
tiempo.
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EL ÁRBOL DE LAS
TRES RAÍCES
¿Cuál es la razón por la que estamos aquí y ahora
anunciando y promoviendo cambios profundos al
comenzar la última década de este
siglo “perdido”?
Pudieran enunciarse infinidad de causas, pequeñas
y grandes, pasadas y presentes, estructurales y
coyunturales, para exponer a los hombres de esta hora
tal razón. Sin embargo, todas las que aquí pudieran
señalarse serían tributarias de una misma corriente,
cuyo cauce viene de muy lejos y cuyo lecho aparece y
desaparece
de manera intermitente en los recovecos y
vueltas, casi siempre oscuros, de la historia patria.
Existe entonces, compatriotas, una sola y poderosa
razón: es el proyecto de Simón Rodríguez, El Maestro;
Simón Bolívar, El Líder; y Ezequiel Zamora, El General
del Pueblo Soberano; referencia
verdaderamente
válida y pertinente con el carácter socio-histórico del
ser venezolano, que clama nuevamente por el espacio
para sembrarse en el alma nacional y conducir su
marcha hacia la vigésimo primera centuria.
El clamor se hace indetenible por los caminos de
Venezuela. Se acerca, se hace torrente y se confunde
en el estremecimiento del pueblo venezolano.
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Este proyecto ha renacido de entre los escombros y
se levanta ahora, a finales del siglo XX, apoyado en un
modelo teórico-político que condensa los elementos
conceptuales determinantes del pensamiento de
aquellos tres preclaros venezolanos, el cual se conocerá
en adelante como Sistema EBR, el Árbol de las Tres
Raíces: la E, de Ezequiel Zamora; la B, de Bolívar y la
R, de Robinson. Tal proyecto,
siempre derrotado hasta
ahora, tiene un encuentro pendiente con la victoria.
Nosotros, simplemente, vamos a provocar dicho
encuentro inevitable.
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EL SISTEMA EBR
Primera Raíz: Raíz Robinsoniana
“La historia de América Latina lo dejó de lado. De
ese exilio, olvidado, de intención o desacierto en las
perspectivas, traemos a este Simón Rodríguez, al que
la historia sólo consiente en legitimar como preceptor
de Simón Bolívar.
Se nos viene en indumentaria de transeúnte de
variados mundos, viejo observador de las revoluciones
del siglo. Se nos viene con sus trazas de inadaptado y
diferente, lúcido y estrafalario, filósofo, preavisado y
avisador, reiterador de preguntas
completas: inventor
discrepante y planificador para pasado mañana trabaja
su proyecto para la fundación de patrias criollas,
acompañándolas de reflexiones al día, para el día
siguiente. Es el futuro el que carga en sus hombros de
solitario
impaciente”.
“Su vida es andariega, gozosa, controversial,
excedida en gastos de energía. Sabe bien reír.
Sabe hacerse pretextos a larisa.
Sabe correrse a la
burla. Su alegría no es ocasional. Era su método
de vivir y enseñar”.
(Dardo Cuneo)
En la historia de la filosofía política venezolana existe
un modelo teórico primigenio, al cual vamos a llamar
en adelante “robinsoniano”, por haber emergido del
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pensamiento y de la praxis de aquel compatriota que
cambió su nombre original de Simón Rodríguez por
el de Samuel Robinson.
El Modelo Robinsoniano fue construido en un
lapso de poco más de medio siglo, desde la época de
las mocedades de Robinson, maestro
de los niños
caraqueños “cuando escribe en 1794 sus reflexiones
sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras
Letras de Caracas y los medios para lograr su
transformación en “un nuevo establecimiento, hasta
su propia ancianidad, cuando, en 1851, publica sus
Consejos de Amigo, dados al Colegio de Lacatunga”.
El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que
puede ser perfectamente enmarcado dentro de una
profunda disyuntiva existencial, en la cual se deslinda
claramente una dicotomía en movimiento arrollador:
“inventamos o erramos”.
Como todo sistema ideológico, el modelo está
integrado por un conjunto de elementos conceptuales
fuertemente interconectados entre sí, los cuales
constituyen la estructura sistemática robinsoniana.
El estudio del modelo, desde su génesis hasta su
desarrollo, demuestra que tal estructura permanece
inalterable y obedece a la misma disyuntiva de inventar
nuevas instituciones para las nacientes repúblicas
latinoamericanas o de errar el camino cayendo en el
simplismo de copiar modelos de otros tiempos, otras
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actitudes, otros hombres. Es decir, si no inventamos,
caemos fatalmente en el error.
En Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez se
encarga de delinear la disyuntiva:
“¿Dónde iremos a buscar modelos? La América
española es original. Originales han de ser sus
instituciones y su gobierno. Y originales, los
medios de fundar uno y otro. O inventamos
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