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El Privilegio De Darse


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  1.433 Palabras (6 Páginas)  •  284 Visitas

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EL PRIVILEGIO DE DARSE

En la vida diaria, es común vernos envueltos en situaciones que claramente nos ponen de cara a un concepto socialmente caduco de solidaridad. Sin embargo, a través de los años, este valor ha ido perdiendo su verdadero y único significado. Hoy nos enfrentamos a un mundo relativo, con valores degradados y con una ética y moral netamente cuestionables.

Nuestra sociedad nos imparte una idea de solidaridad comercial, canalizada principalmente en bienes materiales. Se yuxtaponen y contradicen preceptos y principios heredados de nuestro círculo familiar, no obstante, ¿Conocemos y vivimos a plenitud los alcances reales de lo que implica verdaderamente ser solidario?

Por una parte, la Real Academia de la Lengua Española, R.A.E., define al término “solidaridad” como la adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros. Esto significa que la solidaridad es una postura pro-activa de hacerse uno con el próximo, compartir su causa y su destino, un principio colectivo para defender intereses comunes, dando y recibiendo lo mejor de cada uno. Esta definición lingüística no se aparta del precepto axiológico y teológico de solidaridad, por lo contrario, van correlacionados. Ambos sostienen que la verdadera solidaridad, es aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, y, está fundada principalmente en la igualdad universal que une a todos los hombres.

La Doctrina Social de la Iglesia entiende por solidaridad a: “La homogeneidad e igualdad de todos los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a todos y cada uno a la práctica de una cohesión social, firme y creadora de convivencia”.

Enfocándonos en la espiritualidad ignaciana, el P. Pedro Arrupe S.J., en una de sus cartas, expresaba acertadamente que: "Debemos ser agentes de transformación en nuestra sociedad, trabajando activamente por cambiar las estructuras injustas". Solidaridad no es entregar lo que nos sobra de nuestros bienes materiales; es entregarnos por los demás, siendo capaces de reflejar amor en nuestras obras. Este sentimiento nace de lo más profundo y remoto de la naturaleza humana, está inmerso en nuestro ser. Es esa pequeña parte de Dios en nosotros. ¿Quién no se ha sentido llamado, en algún momento, a hacer algo por los demás?

¿Qué hemos hecho por los demás?, ¿Cómo participamos, como miembros de una sociedad, a construir mejores estructuras? Actualmente, la sociedad deshumaniza y hace menos solidario al ser humano, ya que lo aísla cada vez más en sus propios egos y mundos con barreras autoimpuestas donde solo la comodidad y el propio placer tienen asidero. El hombre ha reservado la solidaridad para presentarla ante catástrofes naturales, como el terremoto en Haití. Antes de aquel fenómeno, la sociedad mundial no apostaba por un futuro mejor para aquel país hermano, sumido en la miseria económica e inestabilidad política; tuvo que suceder tal desgracia para que la atención y ayuda global llegara a los devastados pobladores haitianos, quienes por muchos años, demandaron solidaridad.

Observamos que nuestro mundo comparado con el de los otros es completamente diferente, con oportunidades diferentes. Vemos personas mendigando por las esquinas, niños trabajando injustamente, ancianos desvalidos abandonados por sus familiares sin un lugar donde refugiarse, no cabe la menor duda que esas son nuestras oportunidades de practicar nuestra solidaridad, “de ser hombres para los demás”.

Estamos próximos a las festividades navideñas y es común observar en las calles de Guayaquil, anuncios publicitarios de eventos benéficos auspiciados por organizaciones gubernamentales y privadas. ¿Por qué la sociedad ha relegado a la solidaridad como el valor del mes de diciembre?, ¿No sería mejor ser constantes en nuestro actuar?, ¿Es correcto ser parte de estas agrupaciones solo por figurar socialmente?

¿Habrá perdido el hombre el sentido de ser? Los medios enfocan un mundo de valores relativos, de principios “light”. La vida se ha convertido en una rutina de la cual es difícil salir. El hombre ha globalizado y estandarizado sus sentimientos y emociones, dando paso a un ser humano insensible, individualista, incapaz de entregar su tiempo al servicio

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