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Ensayo Ley De Bancada


Enviado por   •  17 de Agosto de 2011  •  2.341 Palabras (10 Páginas)  •  863 Visitas

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EL TESTAMENTO DEL PADRE ADÁN

El Istmo de Panamá ha estado circundado de elementos mágicos, a los cuales la imaginación suele nimbar en los momentos de grandeza o de desgracia. Panamá es nombre universal. Los acontecimientos políticos desde fuera han alterado la quietud apacible de los nativos. Los sueños de poder, que parten desde tiempos de la conquista y que tentaron a los propios reyes de España, no se reducen solo a aquellas épocas, sino que sobrevienen de manera recurrente.

En torno de Panamá, y de la ruta interoceánica, se han conjugado, en contubernio, conceptos teológicos, tradiciones indígenas, teorías científicas y arrogancias de dominación.

Ernesto Castillero, analizando los múltiples orígenes atribuidos a la palabra, se inclina por "sitio de una pesquería o de reunión de pescadores" que parte del propio fundador Pedrarias Dávila, no sin traer a cuento otros nombres que pertenecen más al ámbito poético que a la realidad histórica. Se dijo por ejemplo, que Panamá era "tierra de mariposas", y según el historiador peruano Cuneo Vidal, "hermana mayor" según la tradición de los antiguos matriarcados. |1

Mas allá de la discusión etimológica, lo cierto es que Panamá ha creado su propia leyenda sin necesidad de recurrir a los primitivos pobladores. Vasco Núñez de Balboa, el descubridor del Oceáno Pacífico, nos dejó testimonio del inmenso volumen de pescados que circundaban las costas. Ello nos permite deducir que en el ancestro del nombre se conjugasen también elementos míticos de rancia estirpe americana.

Mauricio Obregón, en esbozo biográfico sobre Cristóbal Colón, observa: "El Descubridor sabía ya de los viajes de Ojeda y de Niño por Venezuela, de los Vicente Yañez Pinzón y de Lepe por el Brasil, del de Bastidas por Colombia, y del de Juan Caboto por el Labrador y Terranova; y para volverles a coger la delantera buscaba en Centroamérica un estrecho que correspondiera al que Marco Polo había encontrado en Malaca.

Ya cincuentón y enfermo, parecía oír allende el estrecho el rugido del mar que al fin lo llevaría al Asia. El viaje fue penoso.

En el río de Belén, a unas sesenta millas al oeste de Panamá, los indios del Quibián echaron a los españoles, y "La Gallega" quedó varada detrás de la barra del rio ('La Vizcaína' se abandonó luego en Porto Bello). Las tripulaciones, agotadas, se quejaban que tras tanto navegar ya era hora de nortear hacia Santo Domingo, pero el Almirante sabía que había que insistir hacia el oeste. Yo he comprobado que llegó mucho más allá de lo que antes se suponía, y que pasó su última noche en el continente en el arropado puerto que hoy los colombianos llamamos Zapzurro, bajo el cabo Tiburón al que por sus estriaciones blancas Colón llamó "Marmóreo", y que además es el único cabo de estas partes que, como lo dice Fernando, parece el "fin del continente". |2

La idea de la intercomunicación oceánica, rondaba en la mente de los conquistadores desde las primeras épocas del periplo por el "mar tenebroso". El que al propio Cristóbal Colón lo inspirase tal empresa, permite suponer que en la mente de muchos visionarios de América, aquella fuera reservada no sólo a la imaginación, sino al itinerario de los futuros navegantes.

Carlos V, fue sin duda, el primer gobernante a quien comenzó a interesar la unión de los dos mares, como empresa digna de la España imperial. Se partió inicialmente de buscar la ruta natural, creencia en la que coincidieron no sólo los exploradores del Darién, sino los que incursionaron por el istmo centroamericano y México. Hubo quienes anunciaron el encuentro de la vía, lo cual resultó fallido cuando se comprobó que se trataba de brazos de río que regresaban al mar de orígen.

El descubrimiento de América despertó la fantasía de muchas gentes y atizó el espíritu aventurero hacia metas rayanas en paroxismo. López de Gómara escribe en su "Historia de las Indias" las siguientes palabras: "Dadme quien lo quiera hacer que hacerse puede; no falte ánimo, que no faltará dinero, y las indias, donde se ha de hacer, lo dan. Para la contratación de la Especería, para la riqueza de las indias y para un Rey de Castilla, lo posible es poco". |3

La Real Cédula de 1534 que le ordenó al Gobernador de Castilla del Oro, tomar las providencias necesarias para juntar ambos mares, avivó la audacia de los presuntos descubridores, dentro de los cuales debe incluirse a Hernán Cortés, como inspirador, desde Nueva España.

Es posible que la ruta del istmo de Tehuantepec, que aún figura entre las posibilidades de comunicación interoceánica, hubiese motivado tales empresas. En su carta cuarta al emperador, dijo: "Mas como yo sea informado del deseo que vuestra majestad tiene de saber el secreto de este estrecho, y el gran servicio que en le descubrir su real corona recibiría, dejo atrás todos los provechos que por acá me estaban muy notorios, para seguir este otro camino".

Y más adelante, agregó: "Es la cosa que yo en este mundo mas deseo topar, por el gran servicio que se me representa que de ello vuestra cesárea majestad recibiría. Por orden del emperador prepara sendas flotas en el pacífico y en el atlántico con el fin de buscar el tan deseado estrecho. Si lo hay, dice, no se puede esconder a estos por el mar del sur y a los otros por la del norte". |4

También a la Corte de Francia llegaron los ecos del posible descubrimiento de una ruta que enlazara los dos océanos. Francisco I, narran los historiadores, en carta a Carlos V, dijo: "vuestra majestad y el rey de Portugal os habéis repartido el mundo, sin ofrecerme a mi una parte. Mostradme os ruego, el testamento de nuestro padre Adán, a fin de que yo pueda juzgar si realmente os ha constituido sus herederos universales"

Giovanni de Verrazzano, financiado por Francia, despliega velas para conseguir la circunvalación del mundo, pero lejos de llegar a las anheladas tierras del oriente, solo llegó a la bahía de Chesapeake, y culminó su empresa descubriendo la bahía de Nueva York.

No cabe duda que los viajes de Magallanes despertaron en la Corte española nuevas expectativas para coronar con éxito el sueño de hallar el punto de unión de los dos mares en el Istmo centroamericano, pero la distancia y las dificultades aminoraron el optimismo que ofrecía el paso septentrional.

A medida que fueron diluyéndose las esperanzas de hallar el tránsito natural entre los dos océanos, se comenzó a pensar seriamente en las posibles rutas para la construcción, sin perder de vista el empleo de lagos y ríos que facilitaran el transporte de personas

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