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Estado de la Ciudad del Vaticano

José Luis MoralesApuntes8 de Febrero de 2016

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Universidad Anáhuac

Facultad de Derecho

[pic 1]

Estado de la Ciudad del Vaticano.

Samantha Ortíz Barragán.

José Luis Morales Elizondo.

Miguel Islas.

Dr. Carlos Alberto Ortiz Solalinde.

Teoría del Estado

México D.F., 29 de Abril de 2014.


Historia:

En la antigüedad, el término Vaticano señalaba el área pantanosa ubicada en la orilla derecha del Tíber, entre el puente Milvio y el actual puente Sixto. Algunos historiadores afirman que sus primeros habitantes formaban parte de un antiguo pueblo etrusco llamado “Vaticum”.

Debido a la persecución de cristianos y la destrucción en Roma de todos los escritos de la Iglesia llevadas a cabo por el emperador Diocleciano en el año 303, hoy quedan muy pocos rastros de la presencia de los primeros cristianos en la zona.

Durante el período de la monarquía y posteriormente la república de la época romana, el territorio fue conocido con el nombre de “Ager Vaticanus”; por el Norte llegaba hasta la desembocadura del Cremera y por el Sur, hasta el Gianicolo. A partir del siglo II d.C., en el período imperial, se denominó con el topónimo Vaticanum, al área que aproximadamente se corresponde hoy con el Estado de la Ciudad del Vaticano y que, entonces, se encontraba fuera de la ciudad de Roma.[1]

A lo largo de la vía Triunfal, que desde la Plaza San de Pedro se dirigía al Norte, hacia Monte Mario, se han hallado actualmente varios núcleos de sepulturas, lo mismo que a lo largo de la vía Cornelia, hacia el Oeste, en donde se encontraba la necrópolis que acogía la tumba del apóstol Pedro.

La necrópolis quedó sepultada durante la construcción de la basílica que el emperador Constantino dedicó al apóstol, lo cual determinó el desarrollo sucesivo de la zona. Tras liberalizarse el culto de la religión cristiana con el edicto de Milán  en el año 313 d. C., hacia el 324, el emperador Constantino inició la construcción de una monumental iglesia de cinco naves, crucero y ábside sobre el sepulcro de san Pedro.

Para conservar el recuerdo de san Pedro, el papa León IV construyó las primeras murallas de la civitas, llamadas "Leoninas" en su honor, que determinaron el núcleo espiritual de la nueva Roma medieval y renacentista. Aunque los papas residían en el Palacio de Letrán en el medioevo fueron construidos algunos edificios en el área limítrofe de la Basílica de San Pedro.

A partir de 1309 la sede papal se trasladó a Aviñón, por lo que Roma y la Basílica de San Pedro quedaron abandonadas durante más de un siglo. A partir de 1377, en que los papas regresaron a Roma, fueron necesarios unos 50 años para dar lustre a la ciudad.[2]

A mitad de 1400, se pensó en una posible reconstrucción integral de San Pedro, así entre 1447 y 1455 el papa Nicolás V le encargó al arquitecto Bernardo Rossellino el proyecto para la ampliación de la Basílica con otro ábside mucho más amplio. Al poco tiempo de comenzarse dichas obras, hubieron de quedar abandonadas ante el avance de los turcos y la caída de Constantinopla.

En el periodo que va de 1477 y 1480, el papa Sixto IV comenzó con la construcción de una gran capilla que tomó su nombre, la Capilla Sixtina y fue decorada con frescos de los más célebres pintores italianos de su tiempo, como Miguel Ángel, Rafael, Pieter Val Aelst y fue inaugurada el 15 de agosto de 1483.

El papa Julio II hizo algunas modificaciones que transformaron radicalmente la ciudadela, primero comenzó con la demolición de la Basílica de Constantino, se empezaron las obras de la nueva Basílica de San Pedro, y construyó el famoso patio del Belvedere para unir el Palacete del Belvedere, al Norte, con el núcleo de edificios medievales situados al Sur.[3]

Al inicio del siglo XVII, el arquitecto italiano Carlo Maderno ganó el concurso para la conclusión de la Basílica de San Pedro y la amplió con dos naves laterales, pero fue Bernini quien la completó a mediados de siglo, con la plaza delimitada por dos hemiciclos de cuatro hileras de columnas, otorgándole su aspecto barroco y uniéndola al resto de la ciudad.

Posteriormente, los Estados Pontificios, en los que había gobernado el Papa hasta 1870, habían sido absorbidos por el Reino de Italia en el proceso de Reunificación italiana y, como consecuencia de ello, el Papa y la Santa Sede habían quedado sometidos a la soberanía italiana para todos los efectos prácticos, esto generó un ambiente de hostilidades entre la Iglesia Católica y el Estado italiano, esta situación está denominada como la “cuestión romana”.

Fue hasta el 11 de Febrero de 1929, cuando nace el Estado de la Ciudad del Vaticano, en latín “Status Civitatis Vaticanæ”, y en italiano “Stato della Città del Vaticano”, con la firma del Tratado de Letrán entre la Santa Sede e Italia, ratificado el 7 de junio del mismo año.

Este Tratado fue firmado por el jefe del gobierno italiano, Benito Mussolini y por el cardenal Pietro Gasparri.

Los pactos reconocieron asimismo a la Santa Sede el gobierno de la Iglesia Católica, entonces liderada por el Papa Pío IX y que con el Tratado pasaba a ser la oficial de Italia. A partir de entonces, el resto de países aceptarían la independencia de esta monarquía absoluta en la que el Sumo Pontífice posee, como Jefe de Estado, plenos poderes ejecutivos, legislativos y judiciales.

El Gobierno italiano daba el aval a catolicismo como religión única, reconocía la personalidad internacional de la Santa Sede y le otorgaba plena propiedad y jurisdicción sobre el sus territorios en el creado Estado de la Ciudad del Vaticano, también se comprometía a la inviolabilidad de esos territorios y reconocía el carácter sagrado de la persona del Papa, así como las dignidades correspondientes a los altos prelados de la Iglesia católica y por último, otorgaba a la iglesia una compensación económica por las pérdidas sufridas en 1870.

Misión:

La Iglesia Católica cumple su misión de anuncio de la verdad del Evangelio para la salvación de los hombres, sirviendo a la causa de la paz  y de la justicia en favor de todos los pueblos, no sólo a través de las Iglesias particulares y locales repartidas por todo el mundo, sino también por medio del gobierno central, constituido por el Papa y los organismos que lo asisten en su responsabilidad para con la Iglesia universal (denominados Sede Apostólica o Santa Sede).[4]

El Sumo Pontífice reside en el Estado de la Ciudad del Vaticano donde se encuentran también algunos de los organismos que le asisten.

El Estado, tiene por lo tanto, la característica propia de ser un instrumento de la independencia de la Santa Sede y de la Iglesia Católica respecto a todo poder constituido.

Territorio:

El territorio del Estado, que abarca una superficie de 0,44 km2 (44 hectáreas), es el estado independiente más pequeño del mundo, tanto por el número de habitantes como por su territorio, se encuentra delimitado en parte por unas murallas y llega hasta el límite de la Plaza de San Pedro, donde una franja de travertino en el pavimento hace converger las extremidades de las dos alas de la columnata, y delimita el confín del Estado. El acceso a la Plaza es libre y, aunque forma parte del territorio de la Ciudad del Vaticano, se puede acceder a través de cinco entradas que se encuentran custodiadas por la Guardia Suiza Pontificia y el Cuerpo de la Gendarmería del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Además del propio territorio de la Ciudad, la jurisdicción del Estado vaticano se extiende a otros lugares de Roma, como el palacio de Castelgandolfo y las basílicas de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor.

Debido a las reducidas dimensiones del territorio de la Ciudad del Vaticano, muchas entidades y oficinas de la Santa Sede están situadas en inmuebles de la ciudad de Roma, Estos inmuebles, según establece el tratado de Letrán, gozan de la inmunidad que reconoce el derecho internacional a las sedes de las representaciones diplomáticas extranjeras (embajadas). Las zonas donde se encuentran estos edificios se consideran “zonas extraterritoriales”.[5]

Protección internacional del territorio:

Todo el territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano está protegido por la Convención de La Haya del 14 de mayo de 1954, sobre la tutela de los bienes culturales en caso de conflicto armado.

En 1984, la Ciudad del Vaticano fue declarada patrimonio cultural y natural según la Convención de la UNESCO, del 16 noviembre 1972, sobre la protección del patrimonio.

El Estado está así reconocido, incluso en el ámbito internacional, como patrimonio moral, artístico  y cultural, digno de ser respetado y protegido como un tesoro para toda la humanidad.[6]

A pesar de que el Estado de la Ciudad del Vaticano no tiene acceso directo al mar, en virtud de la Declaración de Barcelona de 1921, tiene permitido la navegación marítima con buques propios enarbolando la bandera pontificia, pero actualmente el Estado no ejerce ese derecho.

La Ciudad del Vaticano alberga a la Santa Sede, esta es la máxima institución de la Iglesia católica, la mayoría de las veces se confunde "Ciudad del Vaticano" y "Santa Sede", ya que, se utilizan a menudo como si fueran equivalentes, pero no lo son, la Ciudad del Vaticano se refiere a la ciudad y a su territorio, mientras que la Santa Sede hace referencia a la institución que dirige la Iglesia y que tiene una personalidad jurídica propia como sujeto de derecho internacional.

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