Historia de la educacción . La escuela y la sociedad

Las principales problemáticas planteadas en el capítulo 1 se relacionan al educador, su tarea y el contexto social. Al inicio de nuestra carrera docente traemos con nosotros una serie de expectativas que van cambiando a lo largo del tiempo y que modificadas nos permiten tener otra mirada del mundo al que nos enfrentamos,

Existen desde la creación de la escuela, miradas optimistas y pesimistas, sobre el sentido y la eficacia de aquellos que enseñan. Los optimistas por su parte apostaban a la potencialidad política de la enseñanza subordinada a la formación de virtudes cívicas. En la actualidad se pone la mirada en la pedagogía de Paulo Freire, colocando altas expectativas en la acción educativa, aunque no en la escuela como institución.

Otro de los optimismos en los años 90 fue el de los gobiernos neoliberales que establecieron nuevas regulaciones que debilitaron la acción educativa.

Estos optimismos forman parte de vertientes diferentes que aspiran a que los procesos educativos abran las puertas de un cambio social favorable para la educación.

En contra posición, están los pesimistas, quienes firmaban que la enseñanza posee un carácter conservador, para ellos, el propósito único de la escuela es convalidar y perpetuar el orden social impuesto. Unos se convierten en tiburones y otro en panecillos, la escuela es el instrumento de los primeros para convencer a los segundos de que dejarse comer es el mejor destino posible.

Los docentes son colocados en el lugar de los panecillos del medio, porque traicionan a sus pares para llevarlos a la boca de los poderosos. Ahora bien, reconociendo el mandato conservador y reproductor del orden social, la escuela parece ser univoca, uniforme y siempre estable, sin contradicciones, pero sabemos que, esto no es así, porque muchas veces existen contrasentidos y posiciones discordantes entre los docentes.

La educación está según palabras de Meirieu, ligada a una empresa que tiene como objetivo el dar forma al otro según el proyecto establecido por otros, que responde siempre a una ideología dominante, esto genera un contexto desigual porque si bien la escuela sirve para todos, no todos tienen las mismas oportunidades en su educabilidad.

En nuestro país esas desigualdades se ven plasmadas en el contexto social, ya que varios sectores han sido expulsados del mercado laboral y llegan a la escuela niños que nunca han visto trabajar a sus padres. Esto muestra que si bien se pretende que la educación sea inclusiva y transformadora, la realidad social es cada vez más injusta.

La escuela y la sociedad son miradas como un juego mamuschkas; para los pesimistas, la mamuschka grande es horrible y eso condena a la que está en su interior, es decir, la sociedad condena a la escuela. Los optimistas en cambio quieren hacer una bonita mamuschka pequeña, con la desmesurada expectativa de que ella transforme a la que tiene alrededor hasta hacerla su réplica.

Otra problemática es la de reproducir y recrear, sin olvidar que la escuela es una herramienta de legitimación del orden social, sustentar la acción educativa, significa invitar a los niños a construir la sociedad, de manera consciente, como parte constitutiva de la tarea democrática.

Esto nos lleva a pensar el arduo trabajo de establecer políticas que a lo largo de la historia fueron cambiando para poder establecer un orden institucional a través de la sanción de leyes en las que tenemos participación.

Coincido con los optimistas que consideran que el motor de los cambios se encuentra en la acción educativa y que además apuestan a la potencialidad política de la enseñanza, pues la escuela, educaría al pueblo soberano y elector. En este sentido entiendo que la educación es fundamental para el desarrollo de la ciudadanía, en una sociedad democrática, donde cada uno, conozca sus derechos y deberes y participe activamente, entendiendo el papel que ocupa dentro de ella.

Si bien lo anterior corresponde a uno de los puntos con los que se identifica con un optimismo ingenuo, disiento en el sentido en que noto cierto grado de omnipotencia de los optimistas sobre los pesimistas, que piensan que la escuela es producto de la sociedad y no tienen ninguna posibilidad de cambiarla. Si bien esta es una cuestión ambigua, considero que cada uno como educador debe poner su grano de arena para mejorar esta visón que muchas veces se tiene de la escuela y la sociedad.

La escuela no es neutra, retomando la idea anterior, vemos que en ella se refleja todo lo que sucede en la sociedad, las marcadas desigualdades entre clases sociales, también se ven reflejadas, la escuela aparentemente sirve para todos, pero no a todos por igual, algunos son más privilegiados que otros, los más ricos siempre se beneficiaran por encima de los más pobres, los primeros, serán parte de la clase que dominará la sociedad y los segundos, serán preparados para servir a los primeros.

La libertad se construye,

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