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La Historia De La Sociedad


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  900 Palabras (4 Páginas)  •  568 Visitas

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De la Antigüedad a la Modernidad

DICIEMBRE 18, 2008

tags: edad media, historia del pensamiento económico, modernidad,Rothbard

by jcherran

El tránsito entre el mundo considerado por los historiadores como antiguo y la edad moderna, también calificada así por el consenso de estos estudiosos, está lleno de dudas y vaguedades deliberadamente ocultas entre un marasmo de relatos sobre Poder y Religión. Todo lo que puede decirse sobre el colapso de Roma y la apertura, cuanto menos formal, de una nueva etapa en la historia de occidente, se ha dicho ya. Todos los elementos que precipitaron el fin del Imperio están descritos y combinados de todas las formas imaginables para tratar de explicar el porqué de esta debacle y sus consecuencias.

Un mercado amplísimo pero cada vez más intervenido. Una actitud expansionista, universalista, olvidada y congelada en tiempos de esplendor, reconvertida en un pesimismo demasiado apto para ideas orientales nada conformes con el espíritu práctico de la Roma clásica. El cristianismo, y lo que es más importante, su incorporación en la estructura de poder, la conformación de una iglesia a imagen y semejanza del maltrecho imperio. Todo hizo inevitable que la llegada de oleadas de bárbaros y las revueltas de los que ya estaban, entre otras cuestiones, disolvieran el poder central en occidente dejando un territorio plagado de fuerzas e intereses enfrentados.

Eso fue la Edad Media. En el siglo V dc no termino una era, aunque si se hizo incuestionable el fin de un poder único en occidente. El marasmo ya crecido y reinante a partir de ese siglo fue muestra de la progresiva complicación de la seguridad y la libertad que venía experimentándose siglos atrás.

Cuando una religión se apodera de la ideología fundamental de una cultura se puede esperar lo peor; y así fue. Las personas que habitaron esos siglos siguieron con sus vidas, como siempre se ha hecho, al margen de las conjeturas de historiadores pretenciosos. Los intelectuales no son la historia, son parte de ella. Ni siquiera la condicionan, solo aportan una contribución, de mayor o menor relevancia, pero nunca considerada como único elemento del cambio. Que la cultura estuviera en manos de los religiosos no quiere decir que sus prejuicios, dogmas o complejos forzaran inevitablemente que los hechos, los fines de la mayoría, discurrieran por la senda de sus mandatos. Lo cierto es que el comercio siguió vivo, nunca pereció, a pesar la inseguridad, de la repulsa o condena que se hiciera del ánimo de lucro o de los elementos fundamentales para su desarrollo, como son el crédito o la acumulación de capital. El mundo camina solo, no en sentido estricto, pero si a los ojos de quienes pretenden detenerlo.

A pesar de los que pensaban, los que teorizaban, los que desarrollaban

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