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Identidad nacional argentina


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2020  •  Ensayos  •  2.306 Palabras (10 Páginas)  •  234 Visitas

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                                                                               "IDENTIDAD NACIONAL ARGENTINA".

* El presente trabajo es de carácter investigativo, la consigna principal es armar un texto a modo de resumen sobre el tema indicado en el título. Para realizarlo, se les brinda un listado de preguntas que cada alumno utilizará para la búsqueda vía internet, pueden con toda libertad utilizar esas mismas preguntas en el buscador de google (por ejemplo) y obtener la información para armar el texto. Si alguien desea utilizar libros o diccionarios, también son una buena opción para investigar. Pero la idea es que puedan explorar en internet y armar con esa información el texto solicitado sobre el tema "Identidad Nacional Argentina".

PREGUNTAS PARA LA BÚSQUEDA:

1) ¿Cuál es la identidad cultural de los argentinos?

2) ¿Cuáles son los elementos que conforman la identidad nacional?

3) ¿Qué es la identidad nacional y cómo se construye?

4) ¿Cuál es el valor de la identidad nacional?

5) ¿Qué nos caracteriza a los argentinos?

6) ¿Cuáles son las costumbres de los argentinos?

7) ¿Qué es la falta de identidad nacional?

8) ¿Cómo se puede demostrar la identidad nacional?

"IDENTIDAD NACIONAL ARGENTINA".

¿Cuál es la identidad cultural de los argentinos?

No somos sólo lo que nos distingue

Es difícil hablar de la cultura argentina o de la identidad argentina. Hay enormes diferencias culturales entre un coya, un sanjuanino, un correntino, un chubutense o un porteño. Se produce sobre todo un contagio de ciertas notas culturales propias de la zona central del país –especialmente de Buenos Aires- en el interior del país. En cambio, la presencia de mucha gente del interior en las villas de Buenos Aires y del gran Buenos Aires no ha modificado la cultura del porteño, como no lo hace la presencia de paraguayos.

Una segunda precisión que conviene hacer es que hoy no se puede hablar de una identidad argentina prescindiendo de las características de la época en que nos toca vivir. Cuando se pregunta por la identidad de alguien se puede correr el riesgo de pensar sólo en lo que es diferente, distintivo, original. Pero en realidad la mayor parte de lo que somos la tenemos en común con otros, sobre todo en esta época globalizada. Por eso es imposible pensar en una identidad argentina separando sólo aquellas características que nos diferencian de otros pueblos y culturas.

Por eso, para hablar de la identidad argentina, lo primero es ubicarla en el contexto de las características del ser humano posmoderno. Estamos acostumbrados a hablar de nuestra época con tono negativo. Durante siglos muchas personas han soportado y tolerado que arrasaran con su dignidad y han vivido como esclavos sometidos al capricho de sus patrones y sometiéndose servilmente a sus criterios. El progreso en las comunicaciones ha hecho que la gente esté mucho más informada.

Por eso mismo se reacciona con mayor fuerza ante las injusticias. Se percibe mayor tolerancia con el diferente y menos expresiones de discriminación, que generalmente es mal vista. La convivencia social es más sincera, porque las personas en general se han vuelto más espontáneas. El fútbol, los grandes festivales y otras manifestaciones masivas no se han debilitado en una posmodernidad que tiende a privatizar todo, y estas experiencias populares ponen en contacto a las personas entre sí, unidas por pasiones comunes, y así son también un cierto contrapeso al individualismo.

Si en otra época un sacerdote se dedicaba a los pobres o hablaba de derechos humanos, era mirado con cierta sospecha o desconfianza. Se ha generalizado más el aprecio por la paz, el rechazo de la guerra y de la violencia, reconociendo también que hay diversas formas de violencia. Fenómenos como la violencia familiar, el abuso de menores, el maltrato de la mujer, que siempre han existido, hoy salen mucho más a la luz y son públicamente denunciados y reprobados. Lo que a veces llamamos frivolidad puede ser en el fondo ganas de vivir, deseos de disfrutar y experimentar lo que este mundo ofrece, gratitud por la existencia, y un poco de ilusión que ayuda a seguir adelante y a no caer en las garras de la tristeza y el desánimo.

Junto con el avance de las drogas y adicciones, cabe reconocer que hay un mayor respeto hacia la propia vida, un mejor cuidado de la salud y un trato más delicado consigo mismo. Así se ha debilitado un cierto desprecio hacia el propio cuerpo y un descuido de la salud que caracterizaban sobre todo a gente del campo o de menores condiciones económicas. También, en el mundo en que vivimos, aunque muchas veces es cruel, hay mayores exigencias para buscar la excelencia y mantenerse al día, lo cual no deja de ser un estímulo para el desarrollo personal. Al mismo tiempo, hay un mayor reconocimiento de los límites del ser humano y de lo relativo de las propias ideas y elecciones.

Se toma conciencia de que la realidad nos supera por todas partes, se reconoce la propia fragilidad y –en la población en general– hay mucha menos ilusión de omnipotencia. Crece la conciencia de que el mundo es un lugar que hay que cuidar con responsabilidad. Parecía que todos estaban encerrados con sus computadoras, pero en realidad la gente sale mucho a buscar contacto con la naturaleza. Hay menos prejuicios racionalistas y más apertura hacia lo religioso, una mayor búsqueda de experiencias espirituales o una particular nostalgia de la oración.

La globalización ha permitido que ningún lugar del mundo nos resulte extraño o lejano, que tengamos mayor conciencia del mundo en que vivimos, mucho más amplio y variado que el lugar donde estamos. Al contrario, quizás por la posibilidad de una mayor comparación, se está desarrollando una nueva valoración de las culturas locales y de las tradiciones populares, que poco tiempo atrás eran vistas por muchos como algo antiguo, atrasado o caduco. Las inmensas posibilidades de conocimiento y de experiencias variadas, junto con la impresionante apertura al mundo entero que se ofrecen hoy al sujeto hipercomunicado, invitan a ir creando poco a poco una nueva síntesis cargada de riqueza. Felizmente, Argentina tiene una larga tradición de apertura al mundo y de esfuerzo por integrar aportes diversos sin renunciar a su identidad.

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