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Interaccion Social Y Vida Cotidiana

chikito2966 de Marzo de 2014

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UNIDAD Nº2 :

1. La Sociedad como objeto de estudio de la Sociología. Evolución y tipos de sociedades. Estructura y función de la sociedad. La interacción social, base de la experiencia social.

2. Socialización. La importancia de la experiencia social. El proceso de socialización. Agentes de socialización. La socialización y el ciclo vital. Resocialización: las organizaciones totales.

3. a) Interacción social. Status y roles. Las funciones sociales.

b) Grupos y asociaciones. Grupos y organizaciones. Instituciones Sociales.

4. Desviación, delito y control. Desviación y control. Teorías sobre el delito. Por qué necesitamos que haya conductas desviadas: la teoría funcionalista. La conducta desviada desde la teoría del conflicto.

PUNTO 3 : a) Interacción social. Status y roles. Las funciones sociales.

INTERACCIÓN SOCIAL Y VIDA COTIDIANA

Este capítulo lo vamos a dedicar a analizar ejemplos este tipo, tomados de la vida cotidiana. Empezaremos introduciendo algunos conceptos fundamentales que nos servirán para explorar la interacción social en la vida cotidiana. A continuación, veremos cómo a partir de lo que llamamos la interacción cara a cara, vamos construyendo la realidad que nos rodea. Por supuesto (y el lector perspicaz ya lo habrá advertido), tendremos en cuenta la perspectiva de género.

El concepto central de este capítulo es el de interacción social, que podemos definir como el proceso según el cual una persona actúa y reacciona en relación a otras personas siguiendo unas pautas preestablecidas culturalmente. La interacción social nos permite crear y recrear la realidad que percibimos. En nuestra vida cotidiana estamos continuamente interactuando con otras personas, pero no de cualquier modo, sino, como veremos inmediatamente, según unas pautas sociales determinadas.

Estructura social: un mapa de la vida cotidiana

Las estructuras sociales permiten a los miembros de una sociedad dar sentido a las situaciones en las que se ven inmersos todos los días. Si esto es así, ¿cuáles son, entonces, los elementos básicos de nuestra vida cotidiana?

Estatus

Un elemento básico de la estructura social es el estatus, que hace referencia a la posición social que ocupa un individuo y que los demás reconocen. En el lenguaje común, estatus es sinónimo de prestigio. Decimos, por ejemplo, que el director de un banco tiene más estatus que el empleado que nos atiende en la ventanilla. En sociología, el estatus no es sinónimo de prestigio. El estatus hace referencia a una posición social, esto es, a las responsabilidades, privilegios y expectativas que acompañan a esa posición. Ciertamente, podemos decir que hay posiciones que confieren más poder y prestigio a las personas que las ocupan, pero no podemos, sin más, identificar estatus con prestigio. Dado que un estatus implica unas responsabilidades, unos privilegios y una serie de expectativas, el estatus que tiene una persona nos va a decir mucho sobre cómo va a actuar esa persona en un determinado contexto social. Por ejemplo, al entrar en la consulta del médico, podemos anticipar con bastante precisión y con poca probabilidad de equivocamos, cómo va a actuar el médico durante la consulta. En la universidad, el profesor y los alumnos tienen estatus distintos, que implican responsabilidades distintas. Por eso difícilmente nos equivocaremos si anticipamos que va a ser un profesor y no un alumno o un miembro del personal administrativo quien va a dar la clase. El estatus nos dice quiénes y qué somos en relación a otras personas y, consecuentemente, qué es lo que esperan esas otras personas de nosotros. El estatus que ocupamos en una determinada relación social nos confiere entonces una identidad social (tenemos la identidad, y esperamos que otros la reconozcan, de médico o paciente, o de profesor o alumno). La ocupación o profesión de una persona es una parte muy importante de su identidad social. Cuando nos presentan a alguien, el nombre nos importa poco. Nos importa más saber a qué se dedica esa persona. Incluso después de jubilarse, la profesión que uno tenía en la vida activa sigue siendo importante para identificar mejor a esa persona.

Conjunto de estatus

Toda persona ocupa más de una posición social en cualquier momento de su vida. Con el término conjunto de esta tus hacemos referencia a todos los estatus o posiciones sociales que tiene u ocupa una persona en un periodo de tiempo determinado. Una niña tiene el estatus de hija en relación a sus padres, de amiga en relación a sus compañeras de clase, de hermana en relación a sus hermanos, o de delantera en relación al resto de los miembros de su equipo de fútbol. También, a lo largo del ciclo vital, las posiciones sociales que ocupa una persona cambian necesariamente. Un niño pasa a ser un adulto, 1 estudiante se convierte en un abogado, un soltero puede terminar convertido en marido y padre, o separado o viudo al cabo de los años. Al vinculamos a una organización o al encontrar trabajo aumentamos el número de posiciones sociales que nos toca desempeñar y, muy posiblemente, perdemos o renunciamos a otras tantas posiciones sociales.

En resumen, las personas ocupan y desocupan muchas posiciones sociales a lo largo de su vida.

Estatus adscritos y estatus adquiridos

Una distinción básica en sociología es la de estatus adscrito y estatus adquirido. El estatus adscrito es la posición social que, para bien o para mal, ocupa una persona al nacer o se le adjudica independientemente de voluntad. Por ejemplo, uno nace blanco o negro, hombre o mujer, es una persona «normal» o tiene una minusvalía. Estas son cuestiones sobre las que el individuo no puede elegir.

El término opuesto es el de estatus adquirido, que la posición social que, para bien o para mal, una persona adquiere por sus propios esfuerzos. Uno adquiere el estatus de estudiante universitario, de deportista olímpico, de esposo, de programador informático o de ladrón profesional. En todos estos ejemplos, el individuo ha elegido (con mayor o menor grado de libertad) el estatus que ocupa. Por supuesto, en la vida real, el estatus que termina teniendo una persona no sólo es el resultado de sus esfuerzos personales, sino también de otros factores sobre los que esa persona no ha tenido influencia alguna, como el género, la familia de origen, la raza, etc. Por decirlo en otras palabras, el estatus adscrito de las personas determina en mayor o menor medida (y según el tipo de sociedad) el estatus que esa persona puede llegar a conseguir en virtud de su esfuerzo personal. Las personas de raza, edad, o sexo «adecuado» tienen más probabilidad de realizar sus aspiraciones que las que tienen o han nacido con las características opuestas. Las políticas de igualdad de oportunidades tienen como objetivo, precisamente, procurar que las personas puedan alcanzar el estatus deseado sin que su raza, género, salud u otras características adscriptivas intervengan en ello.

Estatus dominante

Algunos estatus son más importantes en la vida de una persona que otros. El estatus dominante es aquel estatus que mejor define la identidad social de una persona y que, de este modo, tiene una gran influencia en la vida de esa persona. Para muchas personas, el estatus ocupacional o profesional es el estatus dominante, porque es muy indicativo del origen social, el nivel de estudios y de ingresos de esas personas.

Pero el estatus dominante puede ser también el resultado de una enfermedad grave o de una minusvalía. Hay enfermedades que son como estigmas y que provocan un rechazo social. Una amistad de toda la vida puede que no sobreviva a un cáncer, para sorpresa del que ha terminado venciéndolo. Lo mismo les puede ocurrir a las personas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). También, en aquellas sociedades que ponen todo tipo de trabas al desarrollo personal de las mujeres, ser mujer termina siendo el estatus dominante para muchas de ellas. También, y para terminar, muchas veces tendemos a convertir la minusvalía de una persona en su estatus dominante. Esto es, miramos a una persona únicamente a través de su minusvalía, que parece explicar, como por arte de magia, cualquier otra cualidad personal (buena o mala) que podamos percibir. Por ejemplo, si ha conseguido salir adelante es gracias a su fuerza de voluntad, que ha ido templando gracias a su minusvalía; y si se ha quedado atrás es porque su minusvalía le ha impedido llegar más lejos. A este tema le hemos dedicado un recuadro.

Rol

El segundo componente fundamental de la interacción social es el rol, que hace referencia a las expectativas sobre la conducta que cabe esperar de una persona según su estatus. El rol es la manifestación dinámica u observable del estatus. Por decirlo de otra manera: un individuo tiene un estatus y desempeña un rol (Linton, 1937). Desempeñar el rol de estudiante, por ejemplo, implica asistir a clase, hacer las lecturas del curso, preparar los exámenes, etc. Los estatus, como los roles, varían de sociedad a sociedad. No es lo mismo ser padre en una sociedad empeñada en promover la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que serlo en una sociedad típicamente patriarcal: las expectativas sociales acerca de los derechos y obligaciones del padre son distintas en una y otra sociedad. Por supuesto, no todas las personas que desempeñan el mismo rol lo hacen de la misma manera. Lo harán de una manera u otra dependiendo de su personalidad. El grado en que se permite que la personalidad afecte el desempeño de un rol varía de una sociedad a otra.

Conjunto de roles

De la misma manera que una persona ocupa más de una posición social simultáneamente, también'

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