LA CATEDRAL, LA CIUDAD, LA ESCUELA | EUROPA EN LA EDAD MEDIA, GEORGES DUBY
Ivan MachadoResumen23 de Octubre de 2019
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LA CATEDRAL, LA CIUDAD, LA ESCUELA | EUROPA EN LA EDAD MEDIA, GEORGES DUBY
La catedral es la iglesia del obispo, cuyo arte significa el despertar de las ciudades. Sus vidrieras consagran la prosperidad de trabajadores que las
donan, ya no campesinos sino gente de oficio, artesanos y negociantes que quiere que la iglesia madre de su ciudad - que reúne a la población
entera- represente su labor y celebre su función productiva. Domina la ciudad, velando por lo que sucede en esa aglomeración. La ciudad saca su
sustento y materias primas del campo y los inmigrantes; es allí donde nace la fortuna burguesa, y por el esfuerzo de aquellos campesinos que
primero es ganado el dinero para edificar las catedrales.
Pero la ciudad pretende estar separada del llano, desprecia y teme a los rústicos atrincherándose tras puertas que se cierran cada noche y
murallas que se modernizan. Es como un castillo pero más fuerte, donde sus habitantes son como los domésticos del señor y sus caballeros; es
ciudadela, porque su riqueza es tentadora y fácil de tomar, y los poderosos las protegen porque lo saben. La diferencia es que éstas fortalezas se
abren al tráfico, viven de ello. Son los negociantes quienes mantienen la prosperidad, y a sus puertas convergen todas las vías.
Lugar de abundancia y bullicio, la ciudad es para los moralistas de la catedral un lugar de perdición, viciado por la lujuria, la glotonería y el lujo. En
una sociedad violentamente contrastada, la felicidad de vivir colinda con la extrema inteligencia, pero también con la marginalidad, descubriéndose
una miseria que en el campo es amortiguada por la solidaridad, pero en la ciudad está instalada, para pesar de los demasiado ricos. El s. XII ha
reforzado el sentimiento de que ser cristiano no es sólo hacer ciertos gestos, sino recordar que un rico tiene pocas oportunidades de entrar al Cielo.
Esa inquietud los lleva a dar lo que poseen para construir la catedral, que tras su apariencia soberbia, es un monumento de humildad y renuncia que
-cisterciense-, nace del sacrificio de beneficios demasiado rápidos. Si se construyó tan amplia y tan rápidamente, es porque los beneficiados de la
expansión urbana daban a manos llenas para salvar su amenazada alma
El monasterio se replegaba sobre sí mismo, la catedral está completamente abierta en demostración de autoridad. Afirma que la salvación se gana
con orden y disciplina, bajo el control del poder asociado del obispo y el príncipe. Pero no domina por las armas sino por la palabra, enseñando el
camino del que nadie debe desviarse y la ética que todos deben practicar. Para persuadir recurre a la imaginería pedagógica, que se despliega en
puertas y caras del edificio.
Con la consigna de estabilidad y encuadramiento en formas y decoración, la catedral es un llamado que emite los signos de la verdadera creencia
para captar la fuerza de la época y disciplinarla. Así, los temas viran a victoriosos y humanos, usando todo artificio escenográfico para hacer
convincentes los relatos de la Escritura por la mímica y el diálogo. Librándose del muro, los rasgos de las estatuas se acentúan y singularizan,
haciendo reconocible el personaje -más allá de sus señas- y su expresión. El fin del mundo ya no se anuncia de manera que haga temblar sino como
una liberación gozosa, haciendo apacibles muerte y despertar. Hasta ese momento, lo mejor es confiar a la Iglesia.
La eclosión del arte en las catedrales es muy rápida no solo por el nombrado desarrollo de la prosperidad urbana, sino también del conocimiento.
Toda catedral tiene al lado una escuela cuyos equipados talleres provistos de libros forman ayudantes para el obispo, que no puede cumplir solo la
función de difundir
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