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LOS CONFLICTOS EN LA VIDA DE LAS PERSONAS

Milton Eduardo PENA OLAYATarea9 de Octubre de 2020

866 Palabras (4 Páginas)143 Visitas

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FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

NRC 542

Profesor

María Gloria Mora Aroca

Alumno

Milton Eduardo Peña Olaya

Id 570229

Villavicencio, 30 agosto de 2020.

LOS CONFLICTOS EN LA VIDA DE LAS PERSONAS:

El efecto Lucifer plantea que las situaciones de conflicto vienen dadas por que existe una pirámide de personas e instituciones, en las cuales las personas de más arriba pretenden dominar a los de abajo, violando sus derechos con el fin de generar conflictos.

El condicionamiento de la maldad no debe buscarse en las características individuales de las personas sino en las particulares condiciones que lo rodean y situaciones que estructuran el entorno de ellas, existe una barrera entre el bien y el mal que puede ser traspasada. Se puede trasformar el carácter de acuerdo a la situación, el discernimiento humano es quien puede llevarlo a manejar o no el conflicto planteado, ya que este último, siempre estará presente en un mundo de ambición y maldad, los conflictos son más que importantes en la vida de los seres humanos, debemos decir que son necesarios, ya que esto nos permite crecer como personas, no volver a cometer los mismos errores y decidir ser personas comprometidas y entender que no podemos esperar que el mundo cambie sino que el cambio empieza por nosotros.

Si queremos un mundo mejor, también debemos de reivindicar el cambio en la manera habitual en que nos enfrentamos a los conflictos, no podemos permanecer serenos porque nosotros tenemos mucho que decir sobre las diferencias y la diversidad se tiene que gestionar con la pelea, la violencia y la guerra, o bien se tiene que reemplazar por procesos más constructivos como la mediación, la democracia participativa y la acción no violenta. En el mundo actual en el que vivimos no hay garantías suficientes para construir un lugar donde las personas puedan vivir con dignidad, respeto y legitimidad. Nos hallamos vagando en el mundo que no hemos sabido convertir en nuestro hogar, donde la tendencia deshumanizadora de la mundialización avanza hacia el debilitamiento de los vínculos sociales, hacia la degradación de la calidad de vida de los seres humanos.

Esta distinción la deberíamos tener presente todos los que intentamos saber por qué la gente hace lo que hace y como se le puede cambiar para que haga las cosas mejor. Pero en las culturas individualistas es rara la persona que no se ha contagiado del prejuicio disposicional y no dirige su mirada, antes que nada, a los motivos, los rasgos, los genes y las patologías personales. Cuando intentamos entender las causas de la conducta de otras personas tendemos a sobrevalorar el peso de los factores disposicionales y a minusvalorar la importancia de las situaciones. Normalmente, la persona y la situación mantienen una interacción dinámica. Aunque seguramente pensamos que poseemos una personalidad constante en el tiempo y en el espacio, es probable que no sea así, no somos los mismo cuando trabajamos a solas o cuando lo hacemos en grupo, cuando nos hallamos en una situación de amor o cuando nos hallamos en una situación de dolor, cuando nos encontramos con nuestros amigos que cuando nos encontramos con personas que no conocemos.

El conflicto forma parte de la vida y es un motor de progreso, pero en determinadas condiciones puede conducir a la violencia, para mejorar la convivencia educativa y prevenir la violencia, es preciso enseñar a resolver conflictos de forma constructiva; es decir pensando, dialogando y negociando. Los conflictos suceden en todos los sectores de la vida, y a través de los años han sido resueltos de muchas formas diferentes en los distintos tipos de sociedad que existen. Hoy día estos métodos abarcan la solución informal de problemas, negociación, arbitraje, conciliación, creación de conceso y limitación, sin embargo, el reconocimiento de que los conflictos es una situación normal y ordinaria en el contexto de la vida social es un hecho inconvertible, lo cierto es que el conflicto, como manifestación de las contradicciones naturales que surgen entre la sociedad, el condicionamiento de la maldad no debe buscarse en las características individuales de las personas si no en las particulares condiciones que lo rodean, las emociones son esenciales en la negociación, provocan que las personas tomen decisiones correctas o incorrectas, la mayoría de nosotros nos escudamos tras unos prejuicios egocéntricos que generan la ilusión de que somos especiales. Estos escudos nos permiten creer que estamos por encima de la media en cualquier prueba de integridad personal.

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