La Corrupción en el Perú

LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN ES UNA TAREA DE TODOS

Este amargo tema que está en boca de muchos peruanos que es la corrupción, desde hace mucho tiempo esta enquistada en todos los órganos del estado, así también refiere Quiroz (2013) al decir que son:

El mal uso del poder político-burocrático por parte de camarillas de funcionarios, coludidos con mezquinos intereses privados, para así obtener ventajas económicas o políticas contrarias a las metas del desarrollo social mediante la malversación o el desvío de recursos públicos, y la distorsión de políticas e instituciones. (p. 38)

El gran problema de la corrupción tiene uno de sus orígenes en el ámbito estructural y coyuntural del país, un diagnóstico de ellos nos permite tener un mejor panorama para poder hacerle frente, para el primer caso corresponde las estructuras sociales y políticas del país, los cuales no son problemas de ahora sino que se viene arrastrando desde antes, así también refiere Quiroz (2013) al decir que “los intereses corruptos peninsulares y criollos continuaron sin control, en tanto que la mayoría de los súbditos del virreinato debía soportar los costos” (p. 127). En ese sentido la corrupción persiste desde el virreinato; a lo largo de la historia del Perú hubo y se mantienen elementos estructurales como la concentración  de poder, la debilidad de los contrapesos institucionales, la debilidad de los controles administrativos y burocráticos, pese a los esfuerzos que hizo el Estado para frenar la corrupción, como con la descentralización de poder; solo se gestó otros espacios de concentración de poder donde se dieron prácticas de corrupción de manera sistematizada, este fenómeno se vio en todo los órganos e instituciones, otro factor estructural es la tolerancia a la corrupción, los peruanos que son víctimas de actos de corrupción o tienen conocimiento de algún caso de corrupción, los dejan pasar por alto, porque son beneficiarios como en el caso del patronazgo o parentesco o porque tienen una minina confianza en la capacidad sancionadora del Estado que se ve muy debilitado cada día, por otro lado en un diagnóstico coyuntural sin retroceder mucho en los últimos años se observan diferentes casos, escándalos e investigaciones fiscales y políticas en curso o ya concluidos, vinculados con diferentes autoridades de turno y miembros del sistema judicial en donde se vio una práctica sistemática de  corrupción  (financiamiento  político,  tráfico  de  influencias,  etc.). Un caso muy evidente fue durante la pandemia en el estado de emergencia sanitaria, donde se pudo evidenciar

casos de corrupción, hasta hoy no se estima el costo que genero ello, pues afecto la salud pública y la economía del país.

Es conveniente detenernos y hacer un enfoque más detenido en esa corrupción que está en frente de nosotros y formamos parte de ella, por más que nos cueste aceptar y reconocerlo existe y está ahí carcomiendo al país desde hace buen tiempo, existe paralelamente a la corrupción que tanto nos quejamos donde solo consideramos que solo son actores los padres de la patria, funcionarios y servidores públicos o personas conocidas; también están nuestros actos corruptos a baja escala practicado por ciudadanos comunes tal como refiere la CAN (2017) el cual “se vincula directamente con la prestación de servicios públicos y suele darse en la interacción entre los servidores civiles y ciudadanos para agilizar trámites, evitar multas, etc.” (p.17). En ese sentido no solo las autoridades, agentes funcionariales o gente reconocida está inmerso en actos de corrupción, el peruano siempre busca sacarle provecho a cualquier situación no importa el contexto, y lo más lamentable es que nos quejamos y culpamos a terceros cuando nosotros formamos parte de lo público y caemos en el error de que la situación coyuntural que azota el país es culpa solo de los mencionados. Esos terceros que señalamos y consideramos solamente actores de corrupción, antes fueron ciudadanos de a pie quejándose también de la corrupción al igual que nosotros al sol de hoy.

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