La economía política de la crisis financiera

CASO PRACTICO I

La crisis económica del 2020 derivado de una pandemia y la crisis financiera del 2008 muestran grandes diferencias, no sólo están en sus distintos orígenes, sino en muchos de los rasgos, se puede citar el alcance geográfico de su velocidad de propagación, la profundidad de la recesión originada, así como la fortaleza de la recuperación económica subsiguiente.

De acuerdo a Otero, Royo & Steinberg (2016), en el año de 2008 España sufrió su peor crisis financiera en décadas. Lo que ocasionó que la crisis bancaria en España sea inevitable, fue la enorme burbuja inmobiliaria, las dudas sobre la sostenibilidad del euro y la mala gestión de las cajas. Al final, las entidades financieras españolas necesitaron alrededor de 150.000 millones de euros, para reestructurarse por completo y la mayoría de las cajas centenarias desaparecieron. España se está recuperando de una recesión de cinco años de doble caída. La confianza ha vuelto, las exportaciones están en auge y, tras la recapitalización del sistema financiero, el crédito se ha recuperado lentamente. Sin embargo, la economía todavía sufre de altos niveles de desempleo y deuda, y las consecuencias de la crisis en términos de desigualdad, inversión insuficiente y desempleo de larga duración se sentirán en los próximos años. Es claro que las crisis financieras son periódicas e inevitables, es el resultado natural de las inestabilidades del sistema capitalista. El caso español ilustra que los gobiernos y la sociedad civil pueden tomar acciones para minimizar los efectos dañinos de las crisis financieras, tanto en los planos técnicos y políticos. Es necesario actuar cuanto antes, ya que tan pronto como aparezcan los problemas en el sector bancario, se puede reducir la factura final de la crisis y evitar que los bancos muy apalancados se conviertan en instituciones que profundizan la recesión económica al restringir el crédito.

El proceso de reestructuración bancaria de finales de 2015 y principios de 2016 muestra que el proceso de recapitalización interna siempre se encontrará con una feroz resistencia por parte de pequeños inversores y a veces muy poderosos grupos de interés.

En última instancia, el caso español muestra que un respaldo fiscal creíble es la clave a mantener la confianza en el sistema una vez que se produce una crisis bancaria.

Nuevas instituciones como el FROB a medida que se desarrollaba la crisis porque el depósito de fondo de garantía, anteriormente utilizado para inyectar fondos en algunas cajas, se había quedado sin recursos. También terminaron solicitando ayuda financiera externa porque los mercados percibieron que el Tesoro español no tendría capacidad de recaudar fondos suficientes a un costo razonable para recapitalizar el sistema bancario.

Así como España sufrió una crisis financiera, en Ecuador también existió una crisis bancaria en el año de los 90, todo esto se dio ya que el gobierno eliminó la moneda nacional e instituyó el dólar estadounidense como moneda de curso legal. El estado se apresuró a proteger todos los depósitos: el esfuerzo de rescate, financiado por una rápida expansión monetaria, condujo al colapso de la moneda. Debido a esto, la mitad de todos los bancos privados nacionales ecuatorianos quebraron. Una de las causas de la crisis bancaria en Ecuador fue la disminución de control a la banca en la cual había pérdidas en cartera, aumento en créditos vinculados y no mantenían reservas, existió un fomento en la banca off shore para retirar capitales

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