La infancia como Construcción social. Sandra Carli
Guadalupe GonzalezApuntes26 de Noviembre de 2019
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La infancia como Construcción social. Sandra Carli
Sandra Carli, doctora en educación aborda en este capítulo una serie de reflexiones acerca de los niños en la sociedad contemporánea y de los desafíos de la educación infantil en la Argentina contemporánea. Para ello abordara las modificaciones en las fronteras entre la infancia y la adultez y como esto produce la necesidad de construir una nueva visión del niño como sujeto en crecimiento y constitución. En segundo lugar analizará la emergencia del concepto de infancia como construcción historia de la modernidad enfocándose en el papel que desempeñó la educación pública. En tercer lugar realiza un recorrido por algunos de los imaginarios sobre la infancia que se sostuvieron en el S XX y por último desarrolla y fundamenta la necesidad de construir una nueva mirada pedagógica de la infancia.
Los niños por venir.
Para el historiador Flandrin, la infancia se convirtió en un objeto emblemático del siglo XX ya que comenzaron a realizarse investigaciones y aportes de las distintas disciplinas utilizados por las instituciones y proyectado hacia el futuro por las políticas de estado que a su vez generaron una metáfora de utopías sociales y pedagógicas.
La constitución de la niñez como sujeto solido puede analizarse en la tensión producida entre la intervención adulta y la experiencia del niño, es decir, entre la construcción social de la infancia y la historia irrepetible de cada niño, entre la imagen de si mismo y la que la sociedad construye en torno a la generación infantil en una época y trayectorias individuales.
A partir de la modernidad la historia de la infancia adquirió un estatus propio como edad diferenciada de la adultez, convirtiéndose el niño en objeto de inversión. En la actualidad se esta produciendo un debate acerca del alcance de la invención de la infancia moderna, cuyos rasgos más importantes la ligaron con la escolaridad pública y la privatización familiar.
Las nuevas formas de la experiencia social, en un espacio de redefinición de las políticas públicas, de las lógicas familiares y de los sistemas educativos están modificando las condiciones en las cuales se construye la identidad de los niños y transcurren las infancias en las nuevas generaciones. Estas mutaciones se caracterizan por los siguientes factores: el impacto de la diferenciación de las estructuras de las lógicas familiares, de las políticas neoliberales que redefinen el sentido político y social de la población infantil para los estados nacionales, de la incidencia creciente del mercado y de los medios masivos de comunicación en la vida cotidiana infantil, de las transformaciones culturales, sociales y estructurales que afectan a la escolaridad pública. Estos fenómenos produjeron que la frontera construida históricamente por la regulación familiar, escolar y estatal que establecían una distancia entre los niños y los adultos ya no resulte eficaz.
Otro factor de incidencia fueron los medios masivos de comunicación que barrieron con el concepto de infancia construido por la escuela debido a la modificación de las formas de acceso a la información y el conocimiento. Por otra parte la socialización del consumo impulsado por la lógica del mercado del mundo liberal proveen un tipo de socialización y cumplo con funciones pedagógicas que antes desempeñaba la escuela generando nuevas referencias culturales en la construcción de las identidades de los niños. Esto produjo un distanciamiento cultural entre las generaciones y un impacto en la sociedad donde la vida cotidiana de los niños se desdibujó y no se distingue de la de los adultos en la medida en que comparten la lucha por la supervivencia. Esta lucha esta marcada por el trabajo infantil que produjo la gestación de una adultez temprana y ausencia de la infancia, además de marginación y explotación social. Los medios además influyeron en la construcción de una cultura infantil y juvenil.
De esta manera las infancias se configuran con nuevos rasgos en las sociedades por los factores mencionados anteriormente y por las dificultades de dar forma a un nuevo imaginario sobre la infancia. La infancia que conocíamos de esta manera quedo grabada en la memoria bibliográfica y produce que hoy se carezca de un discurso adulto que ofrezca sentidos para un tiempo de infancia que esta aconteciendo en nuevas condiciones históricas.
En estos sentidos la autora sostiene que educar en la sociedad contemporánea requiere de volver a considerar al niño como un sujeto en crecimiento, que vive, juega, sufre y ama en condiciones complejas, diversas y desiguales.
Admitir que la infancia es una construcción social implica pensar que esta ha atravesado cambios de paradigma, es decir, formas de construcción a lo largo del tiempo. En la modernidad la educación en la niñez constituyo una estrategia de civilización social, es decir, que se creía que el niño era una inversión al futuro. En nuestra historia por ejemplo Sarmiento consideraba al niño como un menor sin derechos propios que debía subordinarse a la autoridad del maestro para ser disciplinado pero a su vez lo consideraba como una bisagra para el futuro. En la educación argentina del siglo XIX se debatió entre la corriente pedagógica naturalista de Rousseau quien consideraba al niño como un sujeto naturalmente inocente cuya educación negativa, es decir, sin mucha intervención de un adulto posibilitara a la constitución de un sujeto autónomo y la pedagogía de Pestalozzi, obsesionada por la creación de un método de enseñanza de lecto escritura que facilitara la educación de masas de niños pobres por un único maestro.
Los autores coinciden en localizar en la modernidad entre los siglos VII y XVIII, la emergencia de un nuevo tipo de sentimientos, de políticas y de prácticas sociales relacionadas con el niño. En las sociedades industriales modernas se configura un nuevo espacio ocupado por el niño y la familia que da lugar a una idea de infancia de larga duración y a la necesidad de una preparación especial para el niño. En la argentina de los siglos XVIII y XIX hay una disposición social en torno a las pequeñas familias de ubicar al niño en un orden publico y privado en la etapa de fundación del sistema educativo.
La construcción social de la infancia moderna se relaciona no solo con las transformaciones de la familia sino con la emergencia de la escolaridad. El proceso de escolarización de la infancia desemboco en la infantilización de un amplio sector de la sociedad. Se produjo un espacio especifico para la educación de los niños, la aparición de especialistas de la infancia, la destrucción de otros modos de educación y la institucionalización de la escuela a partir de la imposición de la obligatoriedad. Esto además favoreció a la constitución de una cultura pública y en la posibilidad de construir una sociedad integrada. Además produjo la constitución de los niños como sujetos, empezaron a ser visualizados como un colectivo y la educación fue el espacio de inclusión.
La pretensión de sujetar al niño al un orden instituido esta marcado por diferentes imaginarios acerca de la educación infantil. Algunos periodos se vieron caracterizados por la ubicación del niño en el centro de la escena educativa con la valorización de la naturaleza propia del niño, poniendo énfasis en la libertad infantil, en el aprendizaje y en la imposición de limites a la autoridad del maestro.
El periodo inicial corresponde a las primeras décadas del siglo XX en el cual se da lugar a un reconocimiento del niño y a un conjunto de criticas a los adultos por oprimir su espontaneidad y sus intereses. Se postula la importancia del estudio del niño y de la renovación de metodologías, planes de estudio y normas escolares.
El segundo período, décadas del 60 y 70 se configura un nuevo imaginario sobre la infancia a partir de la divulgación de distintas corrientes psicológicas y psicoanalíticas. La infancia es analizada por un conjunto de disciplinas frente a una sociedad que se transforma rápidamente desde el punto de vista social, cultural y político. Los niños se tornan objetos del mercado, de los medios masivos, de la publicidad pero también de nuevas políticas.
Otros períodos se caracterizaron por un borramiento del niño por una sujeción de la población infantil a la Nación, la raza o el Estado mediante políticas represivas. Ejemplos la década del 30 cuando se produce el surgimiento del nazismo y en los años 70 durante las oleadas dictatoriales en América latina.
En la actualidad encontramos una tensión entre la represión y la permisión que es síntoma de como la crianza y educación resulta un prisma para observar las dificultades de la generación adulta para construirle un horizonte. La escuela pública se ha resignificado en estas últimas décadas como un especio privilegiado para la población infantil en un contexto de desintegración social, diversidad cultural y fuertes cambios respecto del sentido de lo público. Las problemáticas giran en torno: problemáticas culturales y sociales (diversidad de crianzas, lenguajes, valores), problemáticas sociales y culturales (trabajo infantil y pobreza), problemáticas relacionadas con el impacto socializador e identificatorio del consumo sobre los niños y las problemáticas relacionadas con la conflictividad escolar (violencia).
La autora concluye en que es necesario restituir la cadena histórica entre las generaciones ubicando la condición humana de todo proceso educativo, construyendo una mirada que interrogue sobre las problemáticas interculturales y sociales de la escuela y que recupere la memoria de las mejores experiencias de educación. Pero a su vez debe establecer una relación con las nuevas tecnologías, de construcción del conocimiento, de los cambios cotidianos. Además de una mirada que proponga la autocrítica. Para ello además resulta clave la dignificación del trabajo docente.
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