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La propiedad privada cosifica al individuo


Enviado por   •  17 de Agosto de 2018  •  Monografías  •  4.983 Palabras (20 Páginas)  •  154 Visitas

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Prefacio

A continuación, en el presente texto se expondrá qué es la propiedad privada, cuándo surge y para qué; al mismo tiempo, se darán a conocer argumentos para raciocinar sus efectos en la sociedad y el individuo, más específicamente su cosificación, por qué debería ser abolida y cuál sería su fin.

Se citarán fragmentos de obras mundialmente reconocidas, como El manifiesto del Partido Comunista, El Capital de Karl Marx, entre otras; y autores, filósofos y sociólogos trascendentales en la historia de la sociedad y economía política para fundamentar los argumentos explanados por lo cual este efecto del capitalismo debe ser erradicada.

La propiedad privada y la cosificación del individuo

La Propiedad Privada burguesa moderna (en el sistema capitalista denominada Capital) es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros. Según Marx, asume una doble función: es un producto de la alienación y a su vez crea nueva alienación. «Por tanto la propiedad privada es el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo alienado.»

En el Tomo I de El capital, Marx escribe sobre la existencia de dos formas de propiedad privada: la que es producto de la explotación del trabajo enajenado; y la que es producto del trabajo propio. En un análisis breve de “la teoría moderna de la colonización”, inicia con la siguiente consideración:

“La economía política confunde dos clases de propiedad privada: la que se basa en el trabajo personal del productor y la que se funda sobre la explotación del trabajo ajeno. Olvida que no sólo es la antítesis directa de la primera, sino que además, florece siempre (en) su tumba.”

Si bien, Marx deja en claro que la “propiedad privada basada en el trabajo personal del productor” se transforma en otra fundada en la “explotación del trabajo ajeno”, posibilita la reflexión de que existe un tipo de propiedad privada legítima, que no es producto del trabajo enajenado y que éste tipo de propiedad ha existido después de la aparición de la propiedad privada como fundamento histórico de la división de clases sociales.

A fines del siglo XVIII, durante la Revolución Industrial (ver anexo A), la propiedad privada surge como la forma predominante de propiedad en el ámbito de la producción y de las tierras, desplazando completamente a los gremios, sistema de talleres de trabajo y producción artesana que se basaban en la propiedad de herramientas de producción por parte de trabajadores individuales o gremios de artesanos. ¿Qué se busca con ésto? Aumentar la producción; ya sea aumentando el rendimiento o reduciendo salarios. El hombre pasa a ser un recurso de producción más. A lo largo de la historia y con el surgimiento y funcionamiento del sistema capitalista, se llegó a la conclusión de que la Propiedad Privada burguesa cosifica al individuo. ¿Por qué? Volviendo un poco al principio, a partir de la Revolución Industrial y con ella la implementación de la maquinaria en el empleo, se desplaza al hombre de sus actividades y es reemplazado por máquinas, siendo el mismo perjudicado en la búsqueda de su sustento económico; siendo el objetivo de los empleadores producir más en poco tiempo, triplicando o cuadruplicando la producción diaria.

El empleado ha sido esclavo de la máquina desde su aplicación en el trabajo obrero y, tan pronto se hizo, él comienza a pasar hambre, en consecuencia a su reemplazo. Esto es el resultado del sistema de propiedad y competencia. El dueño de los medios de producción es quien posee la máquina que realiza el trabajo de seiscientos hombres y, como efecto, esos seiscientos hombres son echados de su empleo, y sin empleo no tienen forma de sustentarse económicamente, cubrir sus bienes materiales necesarios, etc., y se dedican a robar. Un sólo hombre se asegura el producto de la máquina y la mantiene, obtiene seiscientas veces más de lo que debiera tener y mucho más de lo que pudiera necesitar. Si, por el contrario, esa máquina perteneciese a todos los trabajadores, todos se beneficiarían con ella. Vale destacar que, a partir del trabajo realizado por la máquina, al trabajo manual se lo desvaloriza por la dignidad que ello conlleva. Por ejemplo, el barrer una plaza. Se considera mental y moralmente ofensivo para el hombre hacer algo que no encuentra placentero y en donde no plasma su creatividad en ningún momento. Si se realiza éste trabajo ocho horas al día, con viento en contra, es una actitud completamente degradante. El hombre debe enfocarse y dedicarse a algo mejor que remover la suciedad. Para éste labor es para lo que debería emplearse el reemplazo de obreros por máquinas.

Con la búsqueda de producir cada vez más, a más bajo costo, obteniendo así más riqueza el dueño de los medios de producción y perjudicando a los proletarios, el valor del hombre se mide de acuerdo a sus pertenencias materiales. Se está pendiente de quién posee más que quién, quién es diferente y quién no. Marx considera este proceso de cosificación como suscitado por tres condiciones sociales: por la propiedad privada, por el hecho de que el hombre y su fuerza de trabajo se convierten en mercancía y por la división del trabajo. Las condiciones sociales y el proceso de cosificación dan origen a consecuencias psicológicas determinadas; de las que Seeman expone cinco (ver anexo B), es decir, a estados de alienación:

El obrero es alienado de su propia actividad. Ésta ya no se percibe como necesidad personal, sino como una obligación.

El individuo se considera enajenado respecto del resultado de su propia actividad. Cuanto más intenta el individuo realizarse mediante su propio trabajo -expone Marx- tanto más irreal ha de parecerle esta actividad.

El obrero no está solamente alienado respecto del mundo físico en que vive, sino también del mundo social. Incluso se ve alienado de la especie humana misma. Pierde su propia humanidad. Por tanto se encuentra también enajenado en sus relaciones sociales y en las experiencias con los otros hombres como sujetos de cooperación.

Los trabajadores, lejos de ser conocidos como seres humanos, son utilizados como instrumentos productivos en la medida en

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