Lenguaje & Significación

Desde la existencia del proceso de colonización se nos ha instaurado que los dominantes son aquellos que poseen la capacidad del entendimiento, y por ende son ellos los que tienen la potestad de dirigir o concretar qué, cómo, dónde y quiénes adquieren el derecho de hablar. Es desde ahí donde podemos entender la relación que existe entre el lenguaje y el poder, mediante los procesos que este realiza para instaurarse, ya sea en la interacción con otros, en el discurso, en espacios sociales o desde el mismo Estado. Es prudente resaltar que a lo largo del texto se usarán términos como “Ellos” y “Nosotros”, pertenecientes al autor TeunA.VanDijk, que nos permitirán denotar el cargo de poder y diferenciación.

La interacción con otros en correspondencia a la relación del lenguaje y el poder se dictamina en el momento en el que las personas que pertenecen a la categoría de “Ellos” no pueden expresar su modo de hablar. Esto viene a lugar, cuando en el texto de Fanon, él comenta que el negro tiene dos dimensiones, la primera siendo el congénere y la otra con un blanco-mestizo (p.49), ahí el autor explica cómo una persona negra actúa diferente según con quién se encuentre. Esto sólo podría ser posible al existir una dominación de una raza sobre la otra, donde los negros, en la época de la esclavización, tenían que actuar de una forma diferente delante de sus amos, mientras que, con sus mismos negros, los congéneres, podían expresar su forma de ser sin importar el espacio social. Esto también muestra como el “Nosotros”, que ostenta el poder, los amos, hacen que el lenguaje de sus esclavos fuera diferente con el que nacieron.

Con relación a lo anterior las personas pertenecientes a el “Nosotros”, descendientes de blancos esclavistas, en su mayoría, son los que en la actualidad hacen parte de las Elites políticas, burocráticas, corporativas, mediáticas, educativas que controlan las dimensiones y decisiones más cruciales de la vida cotidiana de las minorías y los inmigrantes (Van Dijk, p.191). El hecho de ser parte de estas Elites, y tener tal magnitud de poder en el discurso, hace que se instauren formas de hablar tanto para “Ellos” como para “Nosotros”. Estas formas de hablar claramente tienen que denotar la superioridad de los “Nosotros”, quienes son respetables, figurando como los héroes dentro de los “actos de mala fe” de los “Ellos”. Hay que tener en cuenta que estás formas de hablar y expresarse, no solo afecta la manera en que se piensa y se ve el otro en los ámbitos de diálogos. El poder de las Elites también está inmiscuido en la manera en qué leemos y entendemos la historia, porque no es lo mismo hablar sobre las atrocidades que se les hicieron a los africanos, desde un punto de vista de crítico, que, en un texto de escuela, donde se enmarca sosamente los sucesos de estas poblaciones desde un punto de vista colonial.

El poder desde los espacios sociales se basa más en el hecho de dónde “me es prudente hablar mi lengua”. Un ejemplo de esto se encuentra en el artículo de Jurek Hentschel “En mí ya termina el quechua”. Aproximaciones al uso lingüístico de hablantes bilingües (quechua-castellano) en el área urbana de Cochabamba, Bolivia”, en este texto el autor hace referencia a cómo las personas que entrevistó entienden muy bien dónde deben y dónde no deben usar el Quechua.

“Aparte de la Cancha, los entrevistados mencionan más lugares y ámbitos donde se usa el quechua. En cuanto al uso lingüístico social salta a la vista la división geográfica sur-norte de la ciudad, que corresponde a las características sociales y demográficas de los diferentes barrios citadinos” (Hentschel, 2016)

Esto se entiende desde la división geográfica entre los “Ellos” y los “Nosotros”. Los lugares donde los “Ellos” pueden hablar en su lengua o dilecto debe ser específicamente,

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