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Los chilenos, Quiénes somos realmente?


Enviado por   •  18 de Junio de 2012  •  Ensayos  •  1.786 Palabras (8 Páginas)  •  538 Visitas

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Los chilenos, ¿Quiénes somos realmente?. Cla

++ramente es una pregunta difícil de responder, ya que dependiendo de la perspectiva con la que se considere adecuado hacer el análisis podemos obtener varias respuestas.

Lo principal, para nosotras, es hacer un análisis basado, por sobretodo, en nuestro origen, basado en la historia que casi doscientos años de vida independiente nos han legado para poder conocernos y definirnos como chilenos propiame nte tal.

El análisis escogido en esta ocasión está basado en la política ya que consideramos que la nacionalidad chilena ha sido formada por un Estado que ha antecedido a ella, a semejanza, en esto de la Argentina; y a diferencia de México y del Perú, donde grandes culturas autóctonas prefiguraron los virreinatos y las repúblicas.[1]

Los grandes próceres de la Independencia, desde un comienzo se dedicaron a formar chilenos y para eso nos regalaron identidad mediante los símbolos patrios y la educación. A pesar de todos los intentos, lo más probable es que las personas que realmente eran la base de nuestro país en esa época como los campesinos, los artesanos y en general la gente de estrato social bajo no se hayan sentido identificados con este proyecto nacional, no tomaron esta nacionalidad como algo propio, como un sentimiento que surgiera desde su interior, un sentimiento que lo motivara a creer en su país y en el potencial que esta tierra podía representar para ellos y con esta situación vivimos durante muchos años hasta que por fin existió una gran cruzada nacional como lo fue la Guerra del Pacífico que unió al país. Esto lo vemos claramente en el hecho de que todos los sectores de la población querían participar, quería por primera vez y por iniciativa propia defender a su país demostrando de esta manera que todos los esfuerzos anteriores por crear una nación no habían sido en vano y que ya a esta alturas teníamos una patria inserta en cada una de las miles de almas que integraban Chile en ese entonces.

Pero como consecuencia de la Guerra del Pacífico no sólo tuvimos este nacimiento fortuito de patriotismo sino que también tenemos una nueva riqueza que de ahora en más mantendrá al país, reforzará a la oligarquía y aumentará la diferencia social entre este grupo y los sectores más desposeídos.

Por un tiempo, y gracias a la gestión del presidente José Manuel Balmaceda, esta situación no es tan notoria y el país, por decirlo así se mantiene en buenas condiciones, la cercanía de este Presidente con el pueblo los hace sentir parte de Chile, pero más importante, los hace sentir como una agente activo dentro de nuestra sociedad, algo que jamás habían sentido y que por de pronto están próximos a dejar de hacerlo.

Como este gobierno ha dejado por un tiempo a la aristocracia de lado, estos se han sentido obviamente desplazados y para remediar esta situación socavaron paulatinamente al gobierno hasta que finalmente se produjo la revolución de 1891, guerra civil que nos dejó miles de pérdidas humanas, entre ellas al mismo Presidente Balmaceda, pero que por sobretodo rompió el sentimiento de unidad nacional que se había gestado y mantenido durante todos estos años.

En este sentido la revolución de Chile es aristocrática, porque ha sido empeñada sostenida y dirigida por las clases directoras de la sociedad[2]

Claramente el único objetivo de esta oligarquía resentida es retomar su poder dentro del Estado chileno y es así como el inicio del nuevo siglo esta marcado, tal como el anterior, por una clase gobernadora cuya única ventaja por sobre cualquier otro chileno es su poder adquisitivo.

El pueblo lo siente, lo presiente y se descorazona, se desalienta, ya no tiene energías ni para irritarse, se muere automáticamente como un carro cargado de muertos que sigue rodando sólo por el impulso adquirido [3]

Después de esto podemos apreciar como el inicio del siglo XX no fue para nada tan significativo como cualquiera podría haber pensado. Después de la guerra civil de 1891 empieza a funcionar en Chile un nuevo tipo de República: la República parlamentaria que consistía principalmente en el congreso desplazando al ejecutivo en lo que respecta a la toma de decisiones, una época marcada por las relaciones de parentescos en el poder.

Y a comienzos de este siglo se ha entrevisto, pues, la crisis del Estado nacional y del genuino pueblo, amenazado a la vez por la disolución racial, los negocios corruptos, el capitalismo y el socialismo.[4]

Esta es la primera época, en nuestro análisis, en lo que más se recalca es la corrupción y el favoritismo, motivo por el cual Mario Góngora denominará a este período el de la “política fantasmal”, y que para nosotras es un aspecto que quizás nació a comienzos del siglo pasado, pero que sin dudas se mantiene hasta hoy en día.

Desde la Guerra del Pacífico “se viene operando en la sociedad chilena una evolución trascendental que, alejando progresivamente los elementos que la componen, al presente impiden casi en absoluto a los de arriba, que son muy pocos, conocer a los de abajo, que constituyen la inmensa mayoría”.[5]

Ya por 1920 el salitre comienza a decaer y se fomenta la industria nacional, se amplía el sistema político y se da por finalizado el parlamentarismo y junto con un nuevo orden se instaura también una nueva constitución que busca principalmente devolverle al presidente las atribuciones que la época parlamentaria le había quitado.

El fin del salitre se produce después de la depresión de 1929, que deja a Chile con una economía devastada, ya que la dependencia extranjera de la economía chilena

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