Movimientos indígenas trasnacionales. La COICA
Gab rielaTrabajo18 de Julio de 2022
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Movimientos indígenas trasnacionales: La COICA
Introducción
Desde principios de la década de 1980, surge en América Latina una nueva forma de movilización indígena, ya no articulada solo a niveles locales y nacionales, sino también con la política internacional. En este proceso, se puede advertir un tránsito desde la organización tradicional, más enfrentada a un Estado-nación, y defensora de una concepción de autonomía frente a el mismo, a una forma de movilización trasnacional, que ponen mucho más énfasis en el problema ecológico, a la vez que expresan sus críticas y oposición a las políticas neoliberales.
Se hace referencia a su carácter trasnacional, por su participación en el escenario jurídico internacional y por sus relaciones con organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. Han buscado soluciones sus demandas, como pueblos históricamente oprimidos, ignorados y silenciadas, en mecanismos supranacionales, para presionar a los Estados-nación y su agenda pública sobre pueblos indígenas. Una de las redes más significativas es La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), estando muy presente en la formulación de tratados internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La irrupción de estos movimientos ha tenido una resonancia significativa en la historia reciente de América Latina, de ahí la necesidad de comprender uno de los ejes que permiten relacionar de manera más clara a los pueblos indígenas con el mundo globalizado. En este caso, se hará énfasis en las relaciones sostenidas por la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, entre lo local y lo global, la cual no ha estado libre de tensiones y contradicciones.
Para Salvador Martí (2009), Una de las claves interpretativas sobre la emergencia de los Pueblos indígenas como nuevos actores en los escenarios políticos, tiene que ver con la transformación de las instituciones de los estados latinoamericanos al enfrentar el proceso de globalización en su soberanía y la formación de Redes trasnacionales de defensa, caracterizados como los actores ‘’desde arriba’’. Jéssica Girão (2018), analiza a partir de la Teoría de los Nuevos Movimientos Sociales (TNMS), el caso de estas redes, que denomina Movimientos indígenas trasnacionales. Vinculado con las consecuentes desigualdades de la globalización, el capitalismo tardío y la sociedad posindustrial, las demandas de los pueblos indígenas por sus identidades y especificidades han sido ampliadas como consecuencia de nuevas formas de sociabilidad y resistencia. Estas, son propias del conflicto en las democracias actuales. De forma parecida, Pilar Monreal (2008) indica la vinculación de estos movimientos con los procesos de globalización sobre los pueblos originarios de América Latina, no solo como resultado del aumento de la pobreza que han padecido, ‘’sino también el resultado de la vulnerabilidad y la exclusión ante la debilidad de un Estado-nación’’ (p. 67).
La autora también aborda las problemáticas de la COICA derivadas de la naturaleza de las alianzas, para con otros organismos y con sus organizaciones de base. En un estudio de caso sobre esta red, Juan Rubio (2009), aborda estas debilidades y la necesidad de fortalecer las relaciones a nivel local para el cumplimiento de los objetivos de la organización. Tanto Martí, como Girão, Monreal y Rubio, proyectan la influencia que pueden llegar alcanzar estos movimientos en el contexto político global, así como el nivel de respuesta posible de los Estados latinoamericanos en materia indígena. Entre sus ideas, suscita la pregunta sobre la posibilidad de cooptación o susceptibilidad de estas organizaciones respecto a otras con las que se articulan, o, por el contrario, el mantenimiento de una agenda política que se fortalezca con sus bases. Para abordar esta cuestión, se revisará la integración de estos movimientos, especialmente de la COICA, al sistema internacional, su lucha trasnacional, y las tensiones que han surgido el marco de esta nueva manifestación de los movimientos políticos indígenas de América Latina.
Desarrollo
Los antecedentes de las primeras redes trasnacionales pueden ser trazadas desde la década de 1960, cuando surge una de las primeras organizaciones indígenas de América Latina, la Federación Shuar. La diferencia de esta organización con otros movimientos campesinos indígenas fue adquirir un formato ‘’más comunal y étnico que clasista, e influyó en el surgimiento de otros movimientos’’ (Girão, 2018). En poco tiempo, dichas articulaciones rompieron con la cuestión comunal y se acercaron a agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales (ONG).
Rubio (2019), apunta al papel que tuvieron las órdenes misioneras desde los años sesenta en la promoción de confederaciones políticas a nivel regional, como el Instituto Lingüístico de Verano (SIL), que viajó a la Amazonía para enseñar la cristiandad y traducir la biblia en lenguas nativas. Para Martí (2009) las iglesias, fueron actores «desde abajo y afuera» que propiciaron la emergencia de los Pueblos indígenas como nuevos actores en los escenarios políticos. Señala, que ‘’ la Iglesia se convirtió a partir de los años setenta en uno de los mayores aliados de los pueblos indígenas’’ (p. 467). Durante esta época,
El Consejo Mundial de Iglesias (de afiliación protestante) apoyó y financió los desplazamientos de líderes indígenas desde las más remotas comunidades de la selva –especialmente en Brasil– a los emplazamientos donde se celebraban los encuentros regionales. También los obispos católicos brasileños contribuyeron eficazmente en tareas de formación y organización a más de 200 grupos entre 1971 y 1980. (Martí, 2009, p. 468)
A estos grupos, también se le suma la llegada de antropólogos y organismos defensores de derechos humanos. En definitiva, ‘’pueden ser considerados como las primeras RDT (redes trasnacionales de defensa) que apoyaron un proceso de integración regional, aumentando las oportunidades de diálogo e intercambio de distintos tipos de recursos con los pueblos indígenas’’ (Rubio, 2019).
A principios de la década de 1980, cuando los países latinoamericanos adoptaron el modelo neoliberal, la Amazonía se insertó aceleradamente en el mercado, produciéndose nuevos procesos de desposesión en las comunidades locales e ilación de una crisis ambiental. Los grupos indígenas que comenzaban a reunirse con más autonomía resultaron en una articulación regional, que incluía a varios grupos étnicos. Girão (2018), destaca la influencia que ha tenido la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE) y la Asociación Indígena de la Selva Peruana (AIDESEP). Así mismo, la movilización nacional de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).
Estas organizaciones exigían a los Estados, el reconocimiento de su libre determinación y la protección de sus territorios. El discurso se relacionaba con las tensiones históricas desde la formación de los Estado-nación, y como era de esperar, estos no respondieron a sus demandas. Las relaciones con redes provenientes de afuera se fueron ampliando, eran activistas sobre temáticas de desarrollo y ecología, quienes tenían la necesidad de contar con socios locales para impulsar sus agendas y proyectos de desarrollo (Monreal, 2008). Juan Rubio (2019), indica que la estrategia parte del mecanismo de la imaginación sobre un mundo global en el que no están solos en sus luchas, y poder resignificar elementos de sus condiciones materiales, a la par que desarrollar nuevas praxis,’’como el acceso a foros de cooperación, a fondos de financiación y aspectos del mundo global que les generan incentivos (p. 11).
De manera muy clara en el Amazonas, a menudo los integrantes de movimientos indígenas se han reunido más allá de las fronteras nacionales, esto tiene que ver con dinámicas culturales precoloniales y las tensiones que ha significado en su historia la identidad nacional. En este sentido, les es fácil conectarse con actores políticos cosmopolitas (Martí, 2009). Dichas conexiones constituyen nuevas formas de formas de sociabilidad y resistencia, impulsadas por movimientos anteriores:
Si la construcción de una nacionalidad oficial de un Estado subyugó identidades específicas, la transnacionalización de las redes de movilización encuentra en ese hecho el elemento simbólico para la construcción de una solidaridad e identidad colectiva de los movimientos sociales’’ (Girão, 2018, p. 37).
En este contexto surge la COICA el año 1984. La coordinadora representa a los estimados 390 pueblos indígenas amazónicos, a través de las organizaciones nacionales indígenas de la región. Sin embargo,
La importancia de este movimiento amazónico no radica tanto en cuántos individuos representa (este número no llega a los 300.000 indígenas), como en la naturaleza de las reivindicaciones que mantiene y en la estrategia de contactos regionales e internacionales que ha llevado a cabo en la última década. (Monreal, 2008, p. 71).
En 1985 la COICA se unió a la campaña para aprobar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificado posteriormente por países latinoamericanos, para consagrar los derechos de las comunidades indígenas. De ahí en adelante consolidó importantes alianzas internacionales para poder presionar a los gobiernos nacionales. Sus objetivos[1] comprenden la defensa y promoción de sus derechos como pueblos indígenas, así como el fortalecimiento de la colaboración entre los pueblos de la región. Por otro lado, las estrategias geopolíticas de los organismos internacionales y los países desarrollados con respecto a la cuenca amazónica continúan apuntando a asentar las condiciones políticas y jurídicas favorables para practicas extractivistas. Por lo tanto, para la COICA sus principales enemigos son empresas petroleras, transnacionales y los diversos acuerdos de integración económica (Monreal, 2098).
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