ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Más sobre el bullying


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  Trabajos  •  1.527 Palabras (7 Páginas)  •  172 Visitas

Página 1 de 7

Más sobre el bullying

Visto en su complejidad, el acoso escolar o bullying vincula a los niños violentos o violentados con otros personajes frecuentemente adultos, y con instituciones como la familia, la escuela, los medios de comunicación, que participan en este tipo de violencia humana. La víctima y el victimario del bullying son chivos expiatorios de una violencia que ellos no iniciaron y en la que ni siquiera tienen mucho que ver.

El bullying tiene sus víctimas y victimarios preferidos, personas que no son queridas en el seno familiar, que sufren violencia física o moral. Pueden ser víctimas si son tímidas, con poca autoestima e inseguras; o victimarios si aprendieron a ejercer violencia. Pero también personas que no se caracterizan por ser propensas a sufrir este tipo de violencia lo pueden resentir: por el hecho de ser diferentes y, por tanto, ideales recipientes de la envidia y la tensión social. Puede sucederle a alumnos destacados por sus méritos académicos, o a alumnos con signos visibles criticados socialmente (los morenos o los güeros, los de dientes chuecos, los gordos o muy flacos). Desde luego, los recién llegados, los discapacitados, los homosexuales o a los exitosos en sus relaciones sociales. Los hijos de prostitutas o los que tienen religión diferente pueden ser agredidos moral o físicamente.

Es un fenómeno susceptible de ser conocido y detectado a través de indicadores diversos (la actitud triste o miedosa de las víctimas, por sus ausencias repetidas, su desgano para asistir a la escuela, síntomas psicosomáticos repetidos como el vómito o la denuncia de las víctimas, entre otras conductas posibles). Sin embargo, puede ser ocultado por el silencio cómplice de la propia víctima o de los testigos y hasta de maestros y autoridades.

<em>bullying</em>

Quien agrede acosa a la víctima cuando ésta se encuentra sola, en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio. Los maestros y autoridades escolares, muchas veces, no se dan por enterados.

No se trata de un simple empujón o comentario, se trata de una actitud intimidatoria recurrente que puede provocar severos daños emocionales a la víctima.

La situación no es más grave por la presencia de violencia física. Puede ser grave aunque sólo exista violencia moral. Ésta puede provocar daños terribles. El líder violento puede ser un alumno, un maestro o una autoridad. Cuándo estos últimos están involucrados, la situación es muy difícil de detectar y resolver.

El concepto de bullying se ha extendido a los hogares con el ciberbullying (mensajes electrónicos intimidatorios o difusión de fotografías). Incluso se utiliza para señalar situaciones de violencia entre pares adultos en otros contextos.

Algo que tampoco se dice y que hace más complejo el análisis es que nuestras sociedades históricas le rinden culto al “bulleador”, al victimario. Vivimos en un mundo en el que ser violento, bajo cualquiera de sus formas, es un valor social. No es lo mismo ser victimario que víctima. Aquél muestra una conducta que reconocemos y puede gustarnos. El que la ejerce está en camino de ser un triunfador, ya sea bajo la forma de sicario, funcionario en ascenso o líder empresarial. Sabe imponerse, desplazar, dominar.

En un caso que no incluimos al final del texto, un niño que nos permitió entrevistarlo durante uno de los diplomados y que logró salir de una espiral de violencia nos dice:

Hacerle la vida imposible a los demás era diversión para mí, sin importar la reacción o consecuencia, sentía y creía tener ese poder de hacer y deshacer, de creerme el incansable, orgulloso, importante y soberbio, sabía que iba a causar impresión, quería que dijeran, Marco hace muchas cosas PEGA, ROBA, AMENAZA, FUMA, TOMA Y ES RESPETADO, miren, le va muy bien…

Más adelante afirma: “cuando iba en 4° de primaria con mis amigos haciendo travesuras, golpeando, extorsionando y peleando, queriendo imitar lo que veía en los videojuegos.”

La resiliencia15, una salida

Existen diversas posibilidades para que alguien con una historia y un contexto que lo hacen proclive a la violencia, pueda modificar su aparente destino. Una de ellas debiera ser la escuela y el maestro, si se ocupan con genuino interés del aprendizaje y comprensión del niño o joven, si la educación que recibe le permite reflexionar sobre su propia vida y si la información que posee le permite vislumbrar su salida a la situación que lo atrapa. Por desgracia, esta formulación sencilla se convierte en el gran tema, ante la cultura uniformadora dominante.

Afirmamos, líneas atrás, que las escuelas presas de la ciencia especializada suelen adoptar explicaciones parciales y adoptar medidas uniformes para enfrentar la violencia en cualquiera de sus formas. Por ejemplo, incrementando la vigilancia en el aula y en los recreos.

La escuela comprometida con el aprendizaje de los niños, que los acepta genuinamente, funciona como soporte de cambios culturales de maestras, maestros, madres y padres de familia, a través de conductas diversas de acuerdo con las necesidades de cada niño. Las soluciones no tendrán el efecto deseado si se limitan a enfocar el problema como un virus externo que hay que detectar, y no como parte de una situación con causas variadas que hay que conocer, con grados diversos de gravedad, lo que debiera obligar a la institución escolar o a la familia a efectuar cambios profundos en su cultura.

Detener la violencia escolar requiere de escuelas, hogares y comunidades que se dispongan a conocer a sus niños, sus contextos, sus historias y las múltiples causas de sus problemas.

Detener la violencia escolar requiere de escuelas, hogares y comunidades que se dispongan a conocer a sus niños, sus contextos, sus historias y las múltiples causas de sus problemas. Es decir, la comprensión humana no es un insumo uniforme. Es un gusto por conocer al otro, por escucharlo. Los ambientes escolares en los que hay cordialidad y empatía hacia los alumnos no miran genéricos sino a individuos con cualidades y problemas que hay que conocer. Se requiere de un ambiente social de aceptación de la diversidad. También hacen falta culturas institucionales que permitan la crítica a las salidas convencionales que tradicionalmente se ofrecen, las cuales funcionan como trampa en muchos ambientes sociales, sobre todo en los de pocos recursos. El interés que muestre el profesor porque los alumnos encuentren sentido en la escuela, a través de contenidos y estrategias didácticas para que se interesen en un aprendizaje reflexivo de su contexto, sacará a muchos de situaciones de violencia social.

Las escuelas con disciplina muy rígida, enemigas de la diversidad, donde se tolera la violencia ejercida por maestros, autoridades y ciertos alumnos; donde no se proporciona información ni ambiente de comprensión a los alumnos dentro o fuera de las aulas, son las que tienen que cambiar. Son instituciones que con su práctica no promueven ni refuerzan la educación en valores necesarios para la convivencia ni proporcionan posibilidades de aprendizajes genuinos y liberadores. Las escuelas privadas que sólo piensan en el lucro y que olvidan la calidad en el trato y en el aprendizaje significativo del alumno sólo se sostienen por la ceguera ideológica dominante. El lucro como único propósito genera actitudes propicias para la violencia, ya que se entroniza el dinero y se suele ofrecer el pase con buenas calificaciones para disolver conflictos. Estas soluciones fáciles pueden generar actitudes cínicas en alumnos y maestros y un nivel de tensión social que puede convertirse en violencia con cualquier pretexto.

Las escuelas públicas no tienen ese peligro sino otro parecido. En ellas el interés no está en el dinero, sino en la búsqueda de poder y de estabilidad por encima de una preocupación genuina por la problemática y el aprendizaje de los alumnos.

Todo lo que decimos hasta aquí sobre el bullying, no lo aprendimos leyendo sólo a Morin y a los autores citados, sino escuchando a maestros de la SEP del Estado de Puebla, quienes dejaron que les contáramos lo que sabíamos y nos ilustraron con sus casos, desde kínder a universidades, y con sus reflexiones producto de su larga experiencia. Pudimos deconstruir16 el bullying y reintegrarlo a un saber complejo. Por eso sabemos que la violencia humana tiene caras singulares y por el mismo motivo, para reducirla o eliminarla necesitamos recurrir a esos mismos profesores, alumnos y padres y proponerles la creación de un movimiento anti simplificación del fenómeno, acompañado con la reconfiguración de las escuelas para crear a partir de ellas un mundo mejor. Ellos se liberaron de prejuicios contándonos. Hace falta continuar convenciendo a la SEP y a otros de que los enfoques parciales sólo entretienen a la audiencia.

La propuesta que hacemos promueve el entendimiento del tema a profundidad para contar con maestras y maestros capacitados y preparados, así como con la colaboración de la institución escolar para construir ambientes informados y procesadores de las tensiones que se dan en y entre los niños, con las autoridades y entre ellas. Se busca la cooperación informada de la familia y de ser necesario de otros actores sociales para detener y reducir la violencia escolar.

15 Capacidad del ser humano para sobreponerse periodos de dolor emocional, o traumas. Boris Cyrulnik, De cuerpo y alma. Gedisa

16 Deconstruir en el sentido del filósofo argelino Jacques derrida quien propone el vocablo en vez de destruir ya que no se trata de reducir a la nada. Derrida, Jacques (1967). De la Grammatologie. Paris: Minuit...

...

Descargar como  txt (9.5 Kb)  
Leer 6 páginas más »
txt