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México 1940-1970


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  1.286 Palabras (6 Páginas)  •  340 Visitas

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México

La historia mexicana, en sus diferentes periodos, narra los cambios experimentados en la economía mexicana. Desde 1940 el producto bruto por habitante en México creció 3.1 por ciento. La estrategia de crecimiento fue la política de sustitución de las importaciones al amparo de la protección estatal. Los rasgos característicos de esta política fueron:

a) elevado proteccionismo

b) generosidad en los subsidios a la industria

c) fuertes concesiones fiscales a la importancia de bienes de capital

d) un alto contenido importado de la producción manufacturera

Desde 1940 los mexicanos comenzaron a vivir dentro de una ficción democrática. De acuerdo con la Constitución, el país estaba constituido como una república democrática, representativa y federal, pero en los hechos la democracia sólo era un “bello poema” -como había dicho Justo Sierra, años atrás, refiriéndose a la constitución de 1857. El sistema hizo de la política una mentira y de la simulación un arte.

Pero la mentira es una realidad política fundamental -escribió Gabriel Zaid. Las democracias simuladas no gobiernan por la simple fuerza bruta, sino por la trampa: apoderándose de la verdad. Los ciudadanos están a merced de las autoridades, en primer lugar, porque no pueden demostrarles nada. Hay toda una industria de la verdad oficial: triunfos electorales, leyes, noticias, libros de texto, sentencias judiciales, adhesiones, desfiles, celebraciones, manifiestos. El crecimiento del estado y la corrupción son casi efectos derivados: adueñarse de la verdad facilita adueñarse de todo lo demás.

Con un gobierno que actuaba como juez y parte en las elecciones, los viejos métodos electorales porfirianos palidecieron junto al perfeccionamiento de los mecanismos fraudulentos perpetrados por la “familia revolucionaria” en cada proceso. Cada jornada electoral el sistema estrenaba un nuevo instrumento que garantizaba su triunfo en los comicios: del robo con ametralladoras Thompson pasaron a la urna embarazada -previamente llena. De la intromisión de la fuerza pública al carrusel o al ratón loco -en camiones, centenares de acarreados eran llevados a votar en todas las casillas posibles. Del conteo doble a la célebre “caída del sistema”, sin olvidar el taco de votos, el robo de urnas y la falsificación de actas. Sexenio tras sexenio, el gobierno violentó el ejercicio libre y pleno del sufragio y minó el poder del voto hasta hacerlo nulo.

Pero en el deterioro de las instituciones y del estado de derecho, la sociedad también fue responsable. Desde 1940 se rindió al “canto de la sirenas” de la estabilidad, del incipiente crecimiento, de las obras públicas anunciadas entre bombos y platillos, de la industrialización, de la educación gratuita -infraestructura sustentada en proyectos a corto plazo interrumpidos, generalmente, al cambio de sexenio.

Mientras el modelo económico funcionó --para una población que en 1970 no rebasaba aún los cincuenta millones de habitantes-- y pudo garantizar cierto bienestar social con un ingreso decoroso para una parte de los mexicanos, seguridad pública, centros de salud, vivienda, vías de comunicación, entretenimiento y sobre todo paz, la relación entre sociedad y gobierno fue prácticamente una luna de miel. Con excepción de algunos movimientos aislados de oposición --partidos, sindicatos, maestros, ferrocarrileros, estudiantes--, el resto de los mexicanos abdicaron a sus derechos políticos por conveniencia, por conformismo y hasta por sumisión.

En palabras de José Vasconcelos, la familia revolucionaria se convirtió en un “porfirismo colectivo”. La nación dependía de la voluntad de un hombre pero sólo durante seis años. Alrededor de su figura --como ha dicho Enrique Krauze-- se subordinaron los poderes de la federación, los gobiernos estatales y los sectores corporativos del partido oficial: obrero, campesino y burocrático. Al término del periodo, el presidente saliente designaba --por voluntad propia y obedeciendo a motivaciones incluso personales-- al sucesor.

Durante décadas, la única institución que gozó del respeto de la clase gobernante fue la del partido oficial. La cohesión interna, la disciplina y la sumisión de sus miembros se debía al eje permanente del poder: el presidente de la república. El hombre elegido --por imposición,

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