NIÑO INSTITUCIONALIZADO

NOMBRE DE LA COLUMNA: “SINAPSIS SOCIAL”

ESCRITO POR: Susan Edith Lolay Huamán

EL SÍNDROME DEL NIÑO INSTITUCIONALIZADO

Pareciera que la vida de un niño dentro de los Albergues es mucho mejor si se les da lo que necesitan para subsistir: vestimenta, educación, atenciones de salud, etc. aun así los niños, niñas y adolescentes no tienen lo que los demás niños tienen la dicha de tener: el amor de una familia, la protección del padre, la alegría de la familia al ver sus primeros pasos, sus primeras palabras, el celebrar los cumpleaños, la emoción de la familia por el primer día de clases y el sentido de pertenencia, ahora te pregunto ¿Crees que la mejor medida de protección a un menor es una Casa de Acogida y Refugio?

Los niños y niñas que han pasado mucho tiempo en una Casa de Acogida y Refugio (CAR), aldeas infantiles, o llamadas también instituciones de protección temporal a menores, sin crear vínculos afectivos durante su infancia, pueden presentar problemas de adaptación y salen a flote al momento de ser adoptados, ¿Cómo darnos cuenta de la existencia del síndrome del niño institucionalizado? Por las siguientes características: Es un niño que no llora para pedir consuelo, que no mira a los ojos, que no expresa emociones ni solicita ayuda, que tiene una dependencia o independencia absoluta, se va con cualquier persona sin tener ansiedad de separación de su figura de referencia o que cuando la mamá (adoptante) se aleja no hace ninguna muestra de apego o protesta.

El pasado de muchos niños, niñas o adolescentes institucionalizados son variados en la medida de que muchos de ellos, fueron parte de algún tipo de violencia física y/o psicológica, abandono familiar, peligro moral, rechazo familiar por algún tipo de discapacidad, pobreza extrema, víctimas de violación, etc., las secuelas del pasado pueden afectar en gran medida su futuro si éstos no son atendidos a tiempo.

Los primeros años de vida de un niño o niña dentro de una institución de protección a los menores pueden ser críticos, pues éstos al nacer forman un vínculo afectivo con la madre o con su cuidador principal y al ser interrumpido éste proceso y ser internado en una institución de protección a menores se forman nuevos vínculos afectivos con tutores, psicólogo/a y/o trabajador/a social quienes se dedican a la labor evolutiva del menor, a nivel motriz, madurativo, cognitivo y afectivo, y sobretodo lograr la seguridad y confianza en la institución, si bien es cierto que se les brinda la atención integral y comodidades necesarias surge un punto en cuestión respecto a la labor que se realiza y es que: ¿se logra o no fortalecer el lado afectivo de éstos menores?

Para fortalecer los lazos afectivos entre menor- institución es necesaria la estabilidad y profesionalismo del personal que labora dentro de la institución, no está por demás también mencionar que aún entre los principales problemas dentro de las instituciones de protección al menor son la falta de estabilidad del personal, la sobrecarga de albergados y la deficiente capacitación al personal que labora en éstas instituciones.

Estos niños deben ser acogidos por un periodo óptimo de internamiento que no exceda de un año y medio, al cumplir éste lapso de tiempo es necesario su reinserción familiar, adopción o colocación familiar, tal hecho considerado utópico, pues si se revisa los expedientes de los menores nos daremos con la sorpresa de que muchos están internados por más de éste “periodo óptimo de internamiento”, hay niños, niñas y hasta adolescentes que toda su vida han estado en un centro de acogimiento, y se está omitiendo la importancia de la interacción social y se les priva de la educación informal que las prácticas escolares no logran sustituir. ¿A qué se debe que éstos niños estén internados por 5 o 6 o hasta 17 años (que es el periodo máximo

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