Ocaso Y Decadencia Del Abogado

En el presente documento el autor establece unas diferencias marcadas y especiales de manera comparativa en lo que era el viejo abogado y en lo que actualmente es el pensamiento del nuevo abogado en Suramérica, con sus ideologías, creencias, y formación haciendo en 17 capítulos énfasis en diversos temas relacionados con el derecho, haciendo una mirada retrospectiva hacia el pasado y argumentando la concepción del viejo abogado mediante un juicio histórico que lo hace ver como una persona rencorosa, egoísta insegura, patriotero, vendedor de paraísos, agoreros de legislaciones, códigos, presuntuosos, aduladores de sí mismo como la conciencia, intelectual, jurídica y doctrinaria más clara y limpia del Derecho, enjaulado en la norma jurídica depredadores de la administración de justicia, falto de compromiso.

Además el libro nos lleva a entender como el nuevo abogado busca nuevos horizontes más allá del afán mercantilista. El viejo abogado se muestra como virgen engañada al servicio de la burocracia y de la administración de justicia en procura de beneficios personales, pareciera tenerle temor a lo nuevo y a fingir el engaño. El viejo abogado se ahogó en premisas de izquierda única manera de resolver la coyuntura nacional y lo toma como responsable de la actual crisis de la profesión.

El nuevo abogado debe recoger las banderas que el viejo abogado echara a un lado, si queremos el cambio real de una sociedad que no es igualitaria y se debe apropiar de los métodos y formas que conlleven al resultado efectivo de su mente frente al duro ejercicio del derecho.

El viejo abogado fue cómplice de antiguas tiranías de hecho y constitucionales. El nuevo abogado debe abogar por una sociedad más justa e igualitaria para romper la brecha de una supuesta lucha de clases, que no es la pertinente sino de oportunidades para todos, además debe saber interpretar con ingenio la equidad y el equilibrio entre los derechos y obligaciones de los hombres.

El viejo abogado a pesar de hacerse ver como un hombre justo y bueno anda en el ambiente de la administración de justicia pisoteando con arbitrariedad la norma, solo pensando en el poder y el dominio político que lo carcome, de manera fría y calculadora, además los caracteriza como hombres resentidos, vengadores e insaciables, con escaso uso de su inteligencia. La esclavitud a las normas ha creado en este una fuente de miedos hacia el estado.

El nuevo abogado debe ser paciente y constante, buscando siempre lo elocuente de su profesión con el sentido de defender el derecho, el reto es la esencia de sus principios y sus ideales, debe saber interpretar con lucidez la farsa de los falsos hombres y no debe aceptar la mentira por ninguna circunstancia.

El nuevo abogado debe aprender a ver, oír, hablar y escribir. El campo de la gerencia política debe ser la inmediación del nuevo abogado. El nuevo abogado debe ofrecer confianza, ser inteligente en servicio de una función social de servicio. Ya no puede seguir sirviendo de crucero entre el usuario de justicia y el operador de justicia. Debe haber el poder de la razón y de los argumentos.

Mao Tse Tung enseñaba: "El conocimiento es problema de la ciencia y ésta no admite la menor deshonestidad ni la menor presunción; lo que exige es ciertamente lo contrario ¡honestidad y modestia." Hay el deber de darle credibilidad a la abogacía de hoy. No se debe medir el éxito por el dinero que que se recauda. El nuevo abogado al asistir a los estrados judiciales para clamar justicia lo hace por su órbita laboral pero no perdiendo sus principios y debe luchar contra el error judicial y la manipulación de la justicia

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