PRINCIPIOS Y PARADIGMAS.Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva

PRINCIPIOS Y PARADIGMAS

Para abordar claramente este tema, es conveniente conocer las definiciones de estos dos términos. Como se sabe, el principio es el comienzo de algo, tomando en cuenta la etimología de la palabra, se ve que “principio” deriva del latín “principium”, que puede traducirse como “tomar lo primero” (Pérez Porto y Merino, 2015), el cual puede ser un valor o postulado que se toma en cuenta como una guía para empezar a realizar alguna acción.

En el caso de “paradigma”, la palabra expresa desde su etimología (del griego paradigma, donde el prefijo para indica “junto de” y deigma indica “modelo o ejemplo” [Pérez Porto y Merino, 2012]), que se utiliza en el sentido de ser un modelo a seguir. El Físico, Filósofo de la Ciencia e Historiador, Thomas Kuhn le dio un sentido más actualizado que abarca tanto la etimología como los usos convencionales de la palabra, para indicar que “un paradigma es una serie de prácticas que trazan los lineamientos de una disciplina”; también se puede pensar que es una manera de entender y reaccionar ante el mundo (cosmovisión) (Pérez Porto y Merino, 2012).

En este sentido, cada persona posee principios y paradigmas que la distinguen de los demás sin importar a qué se dedique: ama de casa, chofer, barrendero, vendedor… ¡empresario! Esto ocurre porque antes que tener una ocupación, cada uno de ellos es persona (cuenta con inteligencia, voluntad, raciocinio y conciencia de sí mismo) (Pérez Porto y Gardey, 2012), lo cual genera la capacidad de plantearse principios y paradigmas.

Tomaremos pues ambas definiciones para adentrarnos en cómo utilizar los principios y los paradigmas en la organización empresarial. En su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa”, Covey habla de cómo para una persona es fundamental que en su carácter, estén integrados principios éticos, los cuales podrá poner en práctica en cualquier empresa en la que trabaje. Además, si es el dueño de dicha empresa, los principios que éste posea, determinarán en gran manera los principios que buscará (o generará) en sus empleados.

Hoy en día, el hecho de que una persona tenga principios fundamentados, no es suficiente; la cultura empresarial cambia a pasos agigantados, cada vez más “se requiere de una nueva forma de dirigir y guiar a las empresas, que ofrezca un método humanista e integrador, donde el pensamiento administrativo y sus valores éticos adquieran cada vez más importancia en ellas” (Fleitman, 2013); es decir, ya no es suficiente con producir, a las empresas se les exige cada vez un mayor compromiso con la sociedad, lo cual únicamente se puede lograr mediante una adecuada cultura empresarial que transmita valores, principios y paradigmas éticos de alta eficiencia que favorezcan tanto a los accionistas como a la sociedad.

Por ejemplo, en el texto “Paradigmas y principios de adentro hacia fuera”, el empresario parece desesperado, dice haberlo probado todo, pero precisamente porque no se ha adherido con constancia a un método, da la impresión de que el problema no viene de fuera, es un problema interno, de él mismo. Regresando al tema que nos ocupa, se podría afirmar que el hombre de negocios, mencionado, no tiene principios suficientemente sólidos como para transmitirlos a sus empleados; además, no ha creado paradigmas que sus trabajadores puedan seguir: la ética empresarial, o en otras palabras, los valores que deberían guiar a su empresa, se perciben como inexistentes, o por lo menos, el empresario no ha logrado comunicarlos para que todos crezcan juntos: empleados-empresa-empresario.

...