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Política Global


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  1.835 Palabras (8 Páginas)  •  299 Visitas

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Es difícil orientarse en el caleidoscopio del presente al observarlo a nivel global. Sólo así, sin embargo, se puede comprender a la orientación general que marca la hora.

Intereses divergentes entre estadounidenses, rusos, chinos, países de la Unión Europea, una emergente Latinoamérica; guerras recurrentes por el control de los recursos energéticos y las reservas naturales no renovables; retroceso en las políticas sociales, ajustes económicos, protestas en general inorgánicas contra estos; monopolios comunicacionales, redes informáticas que sed les oponen o que añaden confusión a la confusión general; fundamentalismos, terrorismo, narcotráfico y un incontenible progreso tecnológico que cambia continuamente las coordenadas prácticas dentro de las cuales la gente se mueve, conforman un paisaje que puede provocar tanto el horror como una curiosidad entusiasta. ¿Adónde vamos? ¿Quién tira de los hilos?

La primera pregunta no tiene respuesta; sólo se podrá contestarla, como dice Antonio Machado, “haciendo camino al andar”. La segunda puede encontrar una contestación un poco más precisa si consideramos al presente como una etapa transicional entre un orden capitalista que maneja todavía el cotarro, pero que no da más de sí, y alguna forma de socialismo que aun no ha definido sus perfiles, pero que se plantea como una necesidad ineludible ante el fracaso y el agotamiento de las fórmulas vigentes.

Agotado a o no, el sistema capitalista que se configura en el marco de la globalización neoliberal está provisto de una ferocidad notable. Es el motor de la crisis actual y de la financierización de la economía y, como consecuencia de esto, de los brutales remolinos que trastornan la vida cotidiana. Es asimismo y principalmente, autor de unas políticas de poder que, para cumplir con sus metas, deben propugnar la militarización de la política exterior. Este hecho no es nuevo, forma parte de toda la historia moderna y contemporánea, en especial a partir del descubrimiento de América y de la primera expansión europea en los siglos XVI y XVII. La cuestión reside en saber si la globalización que es secuela del capitalismo y motor del progreso, puede seguir en manos tan irresponsables como las actuales, capaces de desatar el Armagedón para solventar problemas que se erigen como obstáculos coyunturales para la consecución del proyecto imperial.

Caído el comunismo y naufragado el proyecto socialista tal como se articulara a lo largo del siglo XX, el campo quedó libre para las políticas de poder fundadas en la codicia pura y canalizadas –como siempre lo fueron- por vías geopolíticas. Estas hoy, sin embargo, se delinean a la medida del planeta y presuponen tanto encuentros como desencuentros potenciales de una magnitud desconocida hasta ahora. En este marco nos encontramos con dos tendencias contrapuestas: el Full Spectrum Dominance (el proyecto de dominación total) de Estados Unidos, y una suerte de unión euroasiática que se está proyectando entre Pekín y Moscú y que ambiciona integrar, en una segunda etapa, también a las capitales de los países de la Unión Europea.

En un sentido opuesto, Zbigniew Brzezinski, el teórico geopolítico por excelencia que, junto a Henry Kissinger, más ha influido en la determinación de las coordenadas de la política exterior norteamericana, ya ha definido la postura que explica las evoluciones de la actual estrategia estadounidense en todo el mundo: contrariar la reconstrucción del bloque de poder que representaba la Unión Soviética, impedir que se coaliguen los estados que objetivamente pueden representar un obstáculo para el proyecto norteamericano y estatuir un “control resuelto de los Estados dinámicos desde el punto de vista geoestratégico… Para usar una terminología propia de la era más brutal de los antiguos imperios-prosigue Brzezinski-, los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial (de Estados Unidos) son impedir choques entre los vasallos y mantener su dependencia en términos de seguridad, mantener a los tributarios obedientes y protegidos e impedir la unión de los bárbaros”. (1)

Para él y para los planificadores a gran escala del Pentágono y del complejo de intereses que en él se centra, los vasallos son los países dependientes; los tributarios, los aliados estratégicos de USA, y los bárbaros a los que se debe impedir que se unan, los chinos y los rusos. Este planteo puede tener mil y un refinamientos y desde luego expresarse de una manera mucho más sofisticada, pero el núcleo duro que reside en su centro es ese. Lo cual demuestra que el mundo de hoy es un escenario no menos imponderable que el que precedió a las guerras mundiales.

El espejismo racionalista

Hay una tentación del pensamiento que se finca en una especie de racionalismo positivo, que tiende a desestimar la locura como un elemento de riesgo en la política mundial. Sin embargo, la historia y la actualidad nos enseñan que ese componente o bien el mero egoísmo y la cortedad de miras, son factores que cuentan en el diseño de los hechos. Si sometemos la amenaza norteamericana-israelí de hacer tabla rasa con Irán a las premisas del cálculo racional, ella debería disiparse de inmediato por la magnitud de los problemas que su cumplimiento acarrearía, no sólo para los desdichados iraníes sino también para quienes empujasen esa política, que habrían de hacer las cuentas con un proceso de reacciones imposible de pronosticar. Pero la combinación de los cálculos de los estrategos del Imperio con las pulsiones mesiánicas de la derecha israelí hace que este escenario siga siendo posible.

Los aventureros del arca perdida

Es un hecho comprobado que militares israelíes del más alto rango se oponen a la aventura iraní. El ex director del Shin Beth (el servicio de contraespionaje) Yuval Diskin, ha salido a criticar las posiciones del

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