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Robert A. Dahl La poliarquía, participación y oposición

javier44hhhhEnsayo19 de Septiembre de 2021

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Robert A. Dahl

La poliarquía, participación y oposición

De acuerdo con Robert A. Dahl, el rasgo definitorio de los gobiernos democráticos es la capacidad efectiva de responder a las preferencias de los ciudadanos sin discriminar entre éstas. Para ello se requiere que un conjunto de reglas formales garanticen a los ciudadanos contar con oportunidades iguales en tres distintos aspectos: formular sus preferencias, manifestarlas individual y colectivamente entre distintos actores y recibir del gobierno igualdad de trato. Cada una de estas tres condiciones necesarias se asocia a un conjunto de garantías institucionales que hacen efectivos los principios en los que se asienta la forma de gobierno democrática: soberanía popular e igualdad política de los ciudadanos.

Dahl establece las siguientes: libertad para formar organizaciones y asociarse a ellas, libertad de expresión, libertad de voto, elegibilidad para el servicio público, derecho de los líderes políticos a competir en busca de apoyo, diversidad de fuentes de información, elecciones libres e imparciales, instituciones que garanticen que la política del gobierno dependa de los votos y demás formas de expresar las preferencias.

Para distinguir entre los distintos regímenes políticos reales y cómo estos cambian, Dahl introduce dos dimensiones teóricas que permiten comprender la democratización: la oposición (debate o lucha) y la participación. De manera que los regímenes pueden ser analizados en función de la amplitud con la que las instituciones garantizan a ciudadanos libertades para, por una parte, oponerse al gobierno, y por la otra, participar en lo que Dahl llama “el control y discusión pública del gobierno”.

El análisis de la participación de la ciudadanía es fundamental para comprender el funcionamiento de las democracias y la lógica de la democratización concebida como un proceso que incrementalmente institucionaliza condiciones para ampliar el ejercicio de libertades de las personas. Sin embargo, el empleo de la noción de participación política ha adolecido de dos problemas que afectan su utilización con propósitos descriptivos o explicativos. Por una parte, de forma repetida, en los estudios comparativos sobre democratización se le ha reducido a una de sus dimensiones: la participación electoral. Si bien este sesgo se explica porque el sufragio es la forma más simple de operacionalizar la participación de la ciudadanía, existen modalidades de participación política no electoral alguna de corte contestatario  que requieren ser estudiadas para comprender cómo y por qué ocurren periodos de cambio político hacia la democracia. Por otra parte, cuando se intenta ampliar su significado para resaltar la relevancia que tiene el papel de la sociedad civil en el buen funcionamiento de las democracias o en su transición a ellas, es común que la participación termine confundida con acciones ajenas al sistema político, tales como la participación en clubes deportivos o culturales, asociaciones religiosas, grupos de aficionados, entre otras.

Con objeto de diferenciar entre los tipos de participación de los ciudadanos, se aproxima a dicha noción través de una matriz institucional que estructura dos sistemas de libertades: el sistema de libertades político-electorales y el sistema de libertades civiles. Construido con base en las garantías mínimas previstas por Dahl para que se dé la democracia, este conjunto de instituciones se asocia con indicadores específicos de participación, los cuales se agrupan en tres variantes: participación político-electoral, participación política no electoral y participación cívica. Esta forma de organizar la comprensión de la participación busca subrayar que las instituciones tienen un papel crucial en la creación de incentivos y oportunidades para distintos tipos de participación. La distinción analítica entre los diferentes tipos de participación política de la ciudadanía no electoral y electoral no es irrelevante si se desea comprender la dinámica del cambio político. Por el contrario, es útil para explicar de mejor manera los periodos de democratización en los que no hay propiamente sistemas electorales funcionales, o éstos se encuentren dispuestos para legitimar electoralmente regímenes autoritarios a través de la manipulación del proceso electoral y la coerción y acoso a la oposición. La importancia que tiene la exploración de la participación en el análisis de procesos de cambio político radica en que ciertas modalidades de participación política no electoral inciden en la evaluación de las élites sobre el costo de la represión y el precio de la tolerancia, y por ende en las posibilidades que tienen los regímenes de abrirse gradualmente a la oposición y al debate. En particular, se vuelve relevante clarificar el papel de la participación de la ciudadanía en los procesos de cambio político que actualmente viven Estados del norte de África y el Medio Oriente, y cómo incide aquélla a través de canales no electorales en la liberalización de los regímenes. De igual manera, el esclarecimiento conceptual de la participación es fundamental en el análisis de los autoritarismos electorales, pues permite establecer diferencias respecto a otras formas de acción política vinculadas a la violencia civil o la movilización clientelar.

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