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SIGNIFICACIÓN QUE TIENE PARA LA CIUDAD LA EXISTENCIA DEL PATRIMONIO CULTURAL EDIFICADO


Enviado por   •  25 de Enero de 2020  •  Ensayos  •  1.847 Palabras (8 Páginas)  •  76 Visitas

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Introducción

Como actividad final se debe desarrollar para la asignatura “Teorías sobre ciudad y Patrimonio”, se nos ha solicitado elaborar un ensayo que incluir los términos Patrimonio Cultural, Posmodernidad, Identidad, Imaginario Colectivo y Autenticidad, temas revisados durante ese semestre.

El objetivo por lograr es una reflexión sobre la importancia que tienen estos conceptos en la conservación de los sitios y centros históricos, y cómo puede ser puesto en valor el edificio o conjunto de edificios específico.

Quizá la exigencia más notoria es que muchas de las impresiones preconcebidas por nosotros como alumnos sean puestas en tela de juicio. Valoramos, en muchos sentidos, edificios, sitios, paisajes y otros elementos del patrimonio construido, pero lo hacemos de manera superficial. Como estudiantes de la Maestría en Restauración de Sitios y Monumentos, habremos de aquilatar si el valor emocional que atribuimos a todos esos elementos coincide con el valor social de ese patrimonio.

SIGNIFICACIÓN QUE TIENE PARA LA CIUDAD LA EXISTENCIA DEL PATRIMONIO CULTURAL EDIFICADO

¿Qué es la ciudad? Definiciones

Algunas de las frases revisadas en las sesiones del primer parcial definen a la ciudad como un “organismo vivo reflejo de la sociedad”, o como “recipiente de recipientes” (Lewis Mumford). Etimológicamente, la palabra “ciudad” dice mucho sobre los orígenes de los asentamientos humanos en los distintos idiomas del mundo. En alemán, por ejemplo, “Stadt” proviene del alto alemán antiguo, y se refiere a un lugar, sitio o emplazamiento, pero también comparte el origen etimológico con el término “Estado” (“Staat”). Es decir, la ciudad bien puede representar a un lugar, pero también a todo un estado, puede incluso ser la encarnación misma del Estado como entidad. Aún hoy en día, hay ciudades-estado, verbigracia, la Ciudad del Vaticano, o Singapur.

La Real Academia Española, interesantemente, enuncia como definición que la ciudad es el “conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas”. Esta definición nos dice mucho acerca de la percepción que tiene el imaginario colectivo sobre que entiende la ciudad.

Orígenes y evolución de la ciudad

El estatus de ciudad siempre ha sido relativo, dependiente de las dimensiones que los asentamientos humanos han tenido en distintas épocas. Las ciudades mesoamericanas, por ejemplo, o las medievales, poseían una extensión inferior a la de las actuales. Varias de ellas seguramente no cumplirían con los requerimientos que hemos establecido actualmente para otorgar a un asentamiento la calidad de “ciudad”.[1]

La historia del urbanismo y del diseño urbano bien puede establecer sus orígenes en la Antigua Grecia, y aún en épocas anteriores. Hipódamo de Mileto es uno de los primeros personajes conocidos por haber proyectado la traza de una ciudad entera.[2] 

En siglos posteriores, personajes tan dispares como Felipe II o el Barón Haussmann se encargaron de establecer normas para la construcción de nuevas ciudades, o para la intervención de las ciudades existentes, como París.

En síntesis, en el curso se ha expuesto que la inmensa mayoría de las ciudades han surgido en torno a cuerpos o cursos de agua, o, en su defecto, en sitios estratégicos por su posición geográfica y topográfica. Y los cascos de las antiguas haciendas no son la excepción a esta norma. Aunque originalmente surgieron gracias al otorgamiento de mercedes para explotación agrícola y ganadera, la posición de los asentamientos humanos en esas tierras siempre estuvo determinada por la presencia de cuerpos de agua, tierras fértiles y bancos de materiales para la construcción.

La convención del patrimonio mundial (UNESCO) como precedente

Después de la Segunda Guerra Mundial, fueron impulsadas algunas misiones para la conservación y rescate de monumentos de valor universal con el apoyo de la comunidad internacional. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), fundada en1945, se abocó desde entonces a orientar a los pueblos en una gestión más eficaz de su desarrollo, a través -entre otras cosas- de la conservación de sus recursos naturales y valores culturales.[3]

A partir de 1959, cuando el gobierno de Egipto decidió construir la presa de Asuán que inundaría el valle en el que se encontraban los templos de Abu Simbel y Filae, tesoros de la antigua civilización egipcia, la UNESCO decidió lanzar una campaña mundial para su protección, a fin de levantar los monumentos y trasladarlos, pieza por pieza, a un sitio más alto. La campaña costó cerca de 80 millones de dólares, la mitad de ellos donados por 50 países del orbe.

El éxito de esta campaña demostró la importancia de la responsabilidad compartida entre las naciones para la conservación de los sitios culturales excepcionales y rápidamente condujo a otras acciones de salvaguardia, como las de rescatar Venecia y su laguna en Italia, las ruinas de Mohenjo-Daro en Pakistán y las de Borobudur en Indonesia, por citar algunos ejemplos. A partir de estos trabajos la UNESCO inició con ayuda del ICOMOS, la elaboración de un proyecto de convención para proteger nuestra común herencia patrimonial.

Más adelante, en 1965 durante una conferencia internacional llevada a cabo en Washington, el gobierno de los Estados Unidos impulsó la idea de combinar la conservación de los sitios culturales con los naturales, mediante la creación de una Fundación del Patrimonio Mundial que estimulara la cooperación internacional, a fin de proteger "las zonas naturales paisajísticas maravillosas del mundo y los sitios históricos para el presente y el futuro de toda la humanidad". Tres años más tarde la UICN desarrolló propuestas similares que presentó en 1972 a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Finalmente, la Conferencia General de la UNESCO aprobó el 16 de noviembre de 1972 la Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial, cultural y natural, que hasta 2010 ha sido ratificada por 187 Estados Partes, convirtiéndolo en uno de los instrumentos legales internacionales más importantes para el rescate, conservación y salvaguardia del patrimonio de la humanidad.

El símbolo que distingue a los sitios del patrimonio mundial representa la necesidad fundamental de preservar el equilibrio, entre la obra del hombre (cuadrado) y la naturaleza (círculo).

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