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Seminario ruralidad: educación popular


Enviado por   •  25 de Octubre de 2020  •  Monografías  •  4.143 Palabras (17 Páginas)  •  103 Visitas

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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE “RENÉE TRETTEL DE FABIÁN” ANEXO VILLA SANTA ROSA DE RÍO PRIMERO.

PROFESORADO DE NIVEL INICIAL.

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ESPACIO CURRICULAR: SEMINARIO I – RURALIDAD.

PROFESOR: ROMERO GUSTAVO.

MONOGRAFÍA: EDUCACIÓN POPULAR.

ALUMNA: LEZCANO LILIANA

CICLO LECTIVO: 2019.

Las múltiples experiencias de educación popular desarrolladas en los últimos años en nuestro país, han marcado una serie de procesos constitutivos de expresiones culturales y de transformación social en distintos actores sociales sobre territorios diversos. Estas manifestaciones generaron un impacto profundo y reflexivo sobre las prácticas pedagógicas de los sujetos sociales involucrados, tanto de educadores/as y/o educandos/as.

De este modo, se asume la necesidad de una reflexión que permita el debate sobre las relaciones posibles entre educación formal y no-formal, y su posible articulación en torno a un tipo de enseñanza/ aprendizaje contra hegemónico en espacios diversos.

La expresión educación popular tuvo un desarrollo histórico ligado a diversas manifestaciones culturales y procesos sociales, y se ha difundido ampliamente en Latinoamérica y el mundo, transformándose en un concepto  recurrente, cargado de diversos significantes.

Si bien es posible comprender que como corriente de pensamiento y acción la educación popular solo puede entenderse y conceptualizarse desde la práctica.  Existieron diferentes periodos históricos y autores que han definido el concepto de variadas formas.

Este proceso cuenta con importantes antecedentes relacionados con pedagogos, figuras políticas, actores sociales de nuestra historia latinoamericana que podemos reconocer como “precursores” de la educación popular. Entre aquellos exponentes de las primeras ideas de educación popular podemos encontrar a Simón Rodríguez, Simón Bolívar, José Martí, Félix Varela, José Carlos Mariátegui, Augusto Sandino, Lázaro Cárdenas y el Che Guevara. Por otra parte, también el movimiento de ideas sobre esta temática se nutrió de las escuelas populares europeas (sobre todo de países nórdicos), de la influencia de pedagogos importantes como Vygotsky.

Cabe destacar que la obra de Paulo Freire, se hizo presente ofreciendo no sólo aportes teóricos y conceptuales ligados al modelo de pedagogía critica, sino también a propuestas metodológicas que sirvieron de pretexto a muchos de aquellos que consideraban a la educación como un acto político que colaboraba al empoderamiento y a la formación contra hegemónica de los sujetos, ya que opera sobre experiencias, desigualdades y opresiones de la vida cotidiana. La educación, como intervención, adopta un modelo de investigación-acción y una investigación participativa que deriva en una producción de conocimiento colectiva.

En un continente sometido a regímenes dictatoriales continuos, frente a la desesperanza del capitalismo neoliberal, los cambios parecían posibles y el carácter tan particular de dicho proceso revolucionario generó un espacio inédito para el desarrollo de la educación popular, invitada a asumir retos de importancia dentro del diseño de políticas públicas, en materia educativa, de vivienda, de salud y de fortalecimiento de las organizaciones sociales.

 Precisamente las nuevas políticas y agendas educacionales que hoy emergen demandan un programa educativo integral comprometido con el cambio y la emancipación, que parta de una educación abierta, inclusiva, responsable, que incentive aprendizajes creativos, transformadores e innovadores.  Es decir, que la escuela debe transformarse en un espacio social donde los niños y adolescentes se formen desde muy pequeños en prácticas de autonomía, organización y participación activa en la concreción de sus derechos.

Ahora bien,  existen diferentes definiciones sobre la educación popular, ya sea como un conjunto de técnicas o herramientas didácticas que posibilitan una práctica significativa  del proceso de enseñanza- aprendizaje;  como sinónimo de educación para adultos/as o procesos educativos informales, por fuera de lo institucional y desescolarizado; o como una suerte de modalidad tipo taller para alfabetizar. Pero en  realidad, la educación popular nunca puede desprenderse de su caracterización política.

El sentido de lo político hace referencia a las relaciones de poder que constituyen un entramado plural y disperso de todas las relaciones humanas y que están directamente relacionadas con las posibilidades de constituirnos en sujetos sociales e históricos de transformación, en un contexto signado por la lucha de clases. Por lo tanto, una educación democrática, crítica y liberadora contribuye a formar sujetos con las destrezas para transformar sus relaciones sociales y sus relaciones con el mundo.

La educación popular, resulta entonces, un proceso mucho más complejo e importante, que sobrepasa de alguna forma el campo pedagógico para incorporarse como pensamiento y acción dentro del campo de la formación integral del individuo en sociedad.

Según Kabat, para algunos autores la educación popular  constituye una corriente de praxis educativa, siempre en construcción, que trabaja principalmente dentro del gran fantasma  conflictivo, de lo que conocemos genéricamente como campo de “lo popular”, y de esa forma no puede reducirse a una modalidad didáctica.

Entonces podemos decir que, en este contexto se entiende lo “popular” desde dos sentidos: por un lado, se basa en la noción de “pueblo social” (sectores sociales que sufren asimetrías de cualquier tipo: opresión, discriminación, exclusión, explotación, etc.); y, por otro, en la noción de “pueblo político” (cualquier sector que lucha por eliminar dichas asimetrías). Pero esto no quiere decir que debamos entender a la educación popular como una combinación de educación y pueblo, ya que, distintos autores apuntan a que la educación popular se ha definido en referencia a los sujetos a la que va dirigida, a los conocimientos que va a impartir, a su finalidad, a sus forma y métodos y a aquellas entidades educativas que la imparten.

 Es posible pensar al pueblo como una construcción social abierta, conflictiva e histórica, como un conjunto de fuerzas sociales dentro de una caracterización de clase que unifican su antagonismo frente a las fuerzas del régimen social o aquellas que presentan un grado de dominación política hegemónica.

La educación popular, parte y se sustenta desde una posición ética humanista, y asume una posición epistemológica de carácter dialéctico, rechazando el tradicional marco positivista, y en consecuencia desarrolla una propuesta pedagógica y dialéctica basada en la participación, el diálogo y en la complementación de distintos saberes.

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