Educacion Popular
daniel57626488 de Abril de 2014
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El camino de re/invención de la ciudadanía y la educación popular
Le chemin vers la ré/invention de la citoyenneté et de l’éducation populaire
The path of re/invention of citizenship and popular education
Pep Aparicio Guadas
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El autor propone una re/invención de la ciudadanía desde la educación popular. Señala que en estos tiempos la ciudadanía es el nuevo centro político y social, educativo, cultural y económico, pero que predomina una mirada desde un autoritarismo tecnocrático o de una perspectiva tecnocrática, más o menos mercantilista. El autor contrapone a esto una idea de comunidad libre basada en la reciprocidad de las relaciones no dinerarias, hacia la que se puede desde una práctica educativa liberadora.
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Palabras claves :
citoyenneté, éducation populaire, perspective technocratique,mercantilisme
Keywords :
citizenship, popular education, technocratic perspective, mercantilism
Palabras claves :
ciudadanía, educación popular, perspectiva tecnocrática,mercantilismo
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“El discurso de la imposibilidad de cambiar el mundo es el discurso de quien, por distintas razones, aceptó la acomodación, incluso para lucrarse con ella. La acomodación es la expresión del abandono de la lucha por el cambio. A quien se acomoda le falta o en quien se acomoda flaquea la capacidad de resistir. Para quien ha dejado de resistir o a quien, en algún momento, le fuera posible hacerlo, es más fácil acomodarse a la molicie de la imposibilidad que asumir la lucha permanente y casi siempre desigual a favor de la justicia y de la ética.”
Pedagogía de la indignación, Paulo Freire
1En estos tiempos que nos ha tocado vivir parece ser que la ciudadanía: concepto y prácticas, regresa a un primer plano, es quizás el nuevo centro político y social, educativo y cultural, - económico? - que se anhela, unos y unas desde la impiedad de una experiencia truncada, aquella que supuso la aportación republicana y su recuerdo cálido al calor de los fuegos de los hogares, hoy la mayoría de las ocasiones “pequeño republicanismo”; otros y otras desde una basta concepción hegemónica neoliberal que traduce su puesta a punto del individualismo más feroz en una construcción del concepto y de su práctica: unas veces neocomunitarista, otras de libertades contenidas e inconclusas. Y también, aún, desde una cierta confluencia entre ambos del aroma constitucionalista patriótico.
2Es una ciudadanía sin ciudadanos y ciudadanas, apenas un bosquejo disciplinador de cuerpos y mentes que enumera derechos - son y están siempre contenidos en el marco programático de las declaraciones, de las agendas institucionales, de las doctrinas, - que distan mucho de ser cumplidos - casi nunca - o realizados - en algunas ocasiones: pero las más de las veces desde el ámbito instituyente-; o, simplemente, es una ciudadanía bosque que no deja ver-aflorar los árboles singulares: mujeres, jóvenes, ancianos, trabajadores, y trata de operar una deriva a-lógica que hace desdoblarse a las subjetividades, anteriormente señaladas, en el escenario de la existencia, sin solución de continuidad, produciendo un encerramiento y desarticulación de estas identidades y, al mismo tiempo, un nexo de vinculación , podríamos decir externo, que hace como que las constituye: la política - esa concepción conservadora y falsa de la política que se define así autoreferentemente: gobierno de la polis - como mediadora y representadora de las posibles continuidades a través de diversos dispositivos: pedagógico, sexual, y en definitiva político en sí mismo, estableciendo de esta manera un enlace doble entre ciudadanía y política.
• 1 Pedagogía de la indignación. Paulo Freire. Morata, 2001 -1ª edición-, Madrid.
3Es de esta manera que irrumpe, por una parte un cierto autoritarismo, más o menos tecnocrático, que reduce la ciudadanía a un mero ejercicio práctico y objetivo de tener derechos - no creas tener derechos: feminismo de la diferencia- y ejercer la tiranía de la libertad - “el todopoderosismo de sus libertades, exentas de límites, libertades que se inclinan a la licenciosidad”1 -; por otra - aunque muchas veces actúan imbricadas -, una perspectiva tecnocrática, más o menos mercantilista, que vuelve a resignificar las ideologías como falsificación de los procesos democráticos - sólo la lógica del mercado posibilita la transparencia y la transferencia real de la gobernabilidad - y establece la ciudadanía como un contenedor vacío a rellenar por la solución liberaldemocrática - e incluso la republicana en algunos de los aspectos -, tanto en la esfera pública como en la privada.
4En ambas percepciones está presente una concepción clausurada de la sociedad así como un dinamismo sólo interno que opera diversificando y fragmentando identidades, clases, etc. y además establecen el concepto y la praxis de ciudadanía desde una perspectiva normativa-procedimental y, a través de sus técnicas específicas, producen una ciudadanía disciplinada con un proceso de subjetivización y personificación que regula, enseña y forma al ciudadano-a.
• 2 Pedagogía de la esperanza. Paulo Freire. Siglo XXI editores, 1993 –1ª edición-, México.
• 3 Postmodernidad y comunidad. Pietro Barcellona. Trotta,1992 –1ª edición-, Madrid.
5Así mismo la posición ética que atraviesa los diferentes momentos de modelación de esa ciudadanía es simplemente la de una moral legitimadora del estatus social y político, una ética de la obligación basada en las identidades individuales que elude afrontar la materialidad del decir-hacer -“He ahí una de las tareas de la educación democrática y popular: posibilitar en las clases populares el desarrollo de su lenguaje, nunca por el parloteo autoritario y sectario de los “educadores”, de su lenguaje que, emergiendo de su realidad y volviéndose hacia ella, perfile las conjeturas, los diseños, las anticipaciones del mundo nuevo. Esta es una de las cuestiones centrales de la educación popular: la del lenguaje como camino de invención de la ciudadanía”2 - y que desdeña la subjetividad como valencia conjuntiva de una ética ecoresponsable - que se materializa en la acción y que supone el traspaso de la teoría hacía ese momento ético -, esperanzadora y esperanzante, que tiene a lo singular y/o a la multitud - esa comunidad que describe Barcellona: “Hoy sabemos que la idea de comunidad no puede pensarse como un espacio opresivo y autoritario, sino como elección libre basada en la consciencia de que sólo la reciprocidad de las relaciones no dinerarias se produce el verdadero reconocimiento de la diferencia y la particularidad. La comunidad puede ser el lugar donde se defiendan y valoren las particularidades individuales, donde se evite la conversión de todos nosotros en “analfabetos sociales” ” 3 -, es decir a la persona y a la humanidad como núcleo de referencia. Esta disposición nos aleja sustantivamente de ese lacerante individualismo, de esa falaz autonomía individual - las más de las veces moral o política - que contextualiza a los hombres y a las mujeres en esferas diferenciadas: la pública, donde opera el dominio de las leyes y es permeable a la política, y la privada, donde el dominio de las leyes es escaso, fácilmente eludido y es impermeable a la política, y que así mismo establece también diferenciaciones en el sentido de la ciudadanía.
6En este marco, la ciudadanía define la inclusión o la exclusión en/del sistema político y social. Formar parte del sistema resulta así un asunto referido a normas y procedimientos. Según esta lógica, se pueden crear los medios de tal modo que causen los fines perseguidos. La distinción entre el espacio que se considera político y el que se considera privado y por tanto no político ha reforzado una lógica binaria de los derechos ciudadanos.
• 4 ibidem.
• 5 Pierre Bourdieu desarrolla en algunos de sus ensayos el concepto de habituscomo “la capacidad de p (...)
7Así pues el significado de ciudadanía se vuelve estático y conforma - y es conformado por - hábitats inseguros - sociedad de riesgo -, y por tanto resulta indispensable iniciar los procesos de re/inventar la ciudadanía como un momento, entre otros, de reconstrucción de los lazos sociales, de nuevas solidaridades, considerando que: “El único tiempo para una comunidad de diferentes es el tiempo de lo posible, no dominado por un proyecto pero en el que se puede producir el proyecto de otro modo de convivir: el tiempo de la creación de un nuevo vínculo social” 4, para ello podríamos introducir la noción de “habitus ciudadanal” 5 donde haríamos referencia no sólo al conjunto de los saberes técnicos que permiten desarrollar la ciudadanía, sino al modo de hacer, pensar o de actuar en el mundo social y político; es decir a las prácticas que imprimen un modo de hacer y ser ciudadanal en la comunidad. Esto implica la utilización del medio social como fuente que retroalimenta el capital cultural y social así como el favorecer la reorganización e incluso generar prácticas sociales antagonistas y agonistas - como lo diría Mouffe -. En este sentido, se puede considerar al habitus ciudadanal como el lugar donde se producen algunas de las prácticas sociales y políticas que reestructuran los hábitos cotidianos como la forma de organizarse, relacionarse, estudiar, informarse, participar, entre otras cosas. De esta manera, el habitus ciudadanal opera
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