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Sistema Politico Mexicano


Enviado por   •  26 de Enero de 2012  •  2.716 Palabras (11 Páginas)  •  1.062 Visitas

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IDEAS DE TEXTO

La omnipresencia del estado mexicano en la vida social de la pasión impone en el ámbito de la reflexión y las prácticas políticas desentrañar la diversidad de los componentes institucionales que signan su naturaleza específica, la composición y prevalencia del ejecutivo entre los tres poderes públicos de la federación.

El papel significativo que en el ´pasado desempeño el sector paraestatal en el ámbito de la reproducción del capital social y, como consecuencia de ello, la incidencia directa en la estructura social y en las políticas públicas que tienen que ver con el desarrollo de la economía-

La presencia de un extendido sector educativo y su estrecha vinculación al dictar de la práctica estatal, o la presencia de los partidos políticos como organismo de interés publico a partir de la reforma reyes heroleana.

Se podría decir que con la aparición del estado ampliado en Occidente, los limites más o menos claros entere sociedad y Estado durante el capitalismo liberal tienden a difundirse en la época del estado benefactor y que nada tendría de upica la situación mexicana, salvo el hecho constatable de una notoria debilidad orgánica de la sociedad civil.

En la lógica de lo estatal, desde el poder se asume el liberalismo social como una política gubernamental de privatización y desregulación que tiende a fortalecer la germonia del capital y esta privatización por el momento deja intactos los lazos corporativos de la articulación entre sociedad y Estado.

El sistema político: La presidencia como la gran corporación

Estado mexicano a su vez implica a su vez poner en el centro de nuestra atención con la mediación entre Estado y sociedad por medio del sistema político.

Sistema político con un dominante de partido único y una constelación, no demasiado amplia, de partidos periféricos y donde, por largo tiempo, la distancia entre la primera minoría y la mayoría fue a tal grado considerable que en términos electorales no represento hasta junio de 1988 un riesgo político que invirtiera la ecuación de la dominación, en los hechos comparte ya con las dos principales fuerzas la de oposición una virtual participación electoral del país.

No han sido escasos los señalamientos en torno a los límites estructurales a que se han enfrentado la presencia de los partidos de la oposición en un sistema político donde se mantiene una fuerte presencia del gobierno en la administración y control de los procesos electorales.

Es un hecho evidente que tal control se ha traducido en una amplia cultura política del fraude que tiende a favorecer, por diversos medios, la figura del partido de Estado con una holgada mayoría en los ámbitos de la operatividad estatal.

Desde la oposición de izquierda se propone una visión articulada a un concepto clave, un acuerdo nacional que garantice una transición a la democracia, y donde se pone como eje vertebrador de la transición dos elementos clave: El partido de Estado y la institución presidencial con relación a sus poderes meta constitucionales.

El dilema de contrapoder, como palanca de una posible negociación, un sistema de hegemonía societal por parte de la oposición frente a la consensualidad impuesta desde arriba por la multiplicidad de los aparatos gubernamentales.

El partido de estado y la viabilidad democrática

El problema al resaltar la necesidad de un estado de derecho y un saludable distanciamiento entre presidencia y partido de estado, al tiempo la necesidad de una redistribución de poderes en el seno de la federación.

Así como están estructurados los discursos políticos, tanto el poder como los de oposición, no se deja espacio para consideraciones que tuvieran que ver con el establecimiento de plazos razonables para la reconstrucción de partido de estado en el terreno de una transición concertada y quizá ello pudiera ser explicable por la propia incapacitada del Ejecutivo de hegemonizar una concertación a partir de una fuerza propia en el seno del oficialismo.

La escasa trascendencia de las propuestas de transformación del partido oficial: no existe un vértice articulador que le de impulso, salvo la parsimonia de las reuniones habituales de su dirección, que en los hechos oculta la emergencia de una soterrada disputa por su control entre las distintas fuerzas internas.

El corporativismo que le da sustento a la representatividad de las bases sociales del sistema, parcialmente se intento sustituir con una estrategia de construcción de canales alternativos. Los fuertes intereses de grupos definidos dentro de la burocracia del partido; la presencia regional de fuertes cacicazgos partidarios.

Lo que en el pasado inmediato fue el límite de disponibilidad, por parte del gobierno, de la reforma política y de la economía, dándole primordial atención a la segunda y atemperando los alcances de la primera.

Dinámica de las reformas truncas

La tónica ha sido de meridiana claridad: la tendencia a un redimensionamiento de la actividad estatal que paso, en una primera instancia, por un amplio proceso de privatización de las funciones económico productivas del estado nacional y una definida política de apertura comercial y financiera en la economía nacional.

A si mismo, la prevalencia, en todo momento, de buscar los equilibrios contables en el presupuesto público y el establecimiento de una disciplina en la política monetaria como ejes amortiguadores del proceso inflacionario.

Entender que la naturaleza en extremo presidencialista del estado mexicano y su proyección en el sistema político constituyen un peso inerte frente a una oposición que, bien postula evidentes desacuerdos con esta presencia avasallante en la vida política nacional.

Esta preocupación se centra en el terreno de la necesaria garantía de la gobernabilidad, que va más allá del postulado del equilibrio de los tres poderes de la unión. La apuesta de reformismo salinista corrió en forma dispareja por dos vertientes que, en cuanto a su ritmo, estuvieron determinadas por el denominado síndrome Gorbachov.

La fuerza y la relativa autonomía de los interlocutores ubicados en el polo del capital, en cuanto a las reformas emprendidas en el campo de la economía, termino por estar disponible frente al proyecto de largo plazo del salinismo.

La política de reformas económicas del salinismo tuvo efectos evidentes en relación con la estructura y jerarquía del polo social dominante de la economía a tal grado que se podía hablar de la constitución de una nueva elite económica que se ha convertido en fuerte interlocutor, capaz

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