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Trabajo de investigacion: la vida de los adolescentes durante la última dictadura que ocurrió en la Argentina


Enviado por   •  9 de Julio de 2018  •  Monografías  •  1.777 Palabras (8 Páginas)  •  156 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El tema que vamos a tratar durante este trabajo es la vida de los adolescentes durante la última dictadura que ocurrió en la Argentina. Su manera de vivir, los acontecimientos que hayan vivido, las experiencias que los hayan marcado, su manera de pensar acerca del proceso, entre otras cosas.

Para llevar a cabo esta investigación realizamos entrevistas a adolescentes de la época para que nos cuenten su punto de vista. Y además utilizamos otros tipos de fuentes como libros e internet.

Durante la dictadura del 76, la represión y la censura invadieron la vida cotidiana de la sociedad. En este contexto, los jóvenes habrían vivido una adolescencia limitada y reprimida, debido al auge de los valores conservadores tradicionales, los horarios restrictivos, la prohibición de artistas, etc. Así, ser adolescente durante el Proceso de Reorganización Nacional, habría estado atravesados por los límites y los condicionamientos.

DESARROLLO

Tras la muerte de Juan Domingo Perón, es su esposa, María Estela Martínez, "Isabelita", quien asume la presidencia. Durante este período se inició un proceso de desmantelamiento de toda actividad política de izquierda e incluso de la actividad sindical. Además, se aplicó la censura de los medios de comunicación, a las universidades y a los espacios artísticos, mientras que se intensificó la acción de la Triple A. Las agrupaciones guerrilleras retomaron su lucha armada, esta vez contra el gobierno de Isabel.

Durante los siguientes meses de gestión de Isabel Perón "el pacto social" se hacía insostenible dada la creciente alza de precios, el déficit en las cuentas públicas y los desequilibrios en el sector externo, como consecuencia del Rodrigazo. El gobierno, jaqueado política y económicamente, decidió adelantar las elecciones presidenciales, pero de todos modos, ya era en vano. El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas concretarían el golpe de Estado que daría comienzo a la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

La última dictadura se auto tituló "Proceso de Reorganización Nacional" (PRN). Fue llevado a cabo por una Junta Militar integrada por los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas: Emilio Eduardo Massera, de la Marina, Orlando Ramón Agosti, de la Aeronáutica, y Jorge Rafael Videla, del Ejército. Si bien lo encabezaron las Fuerzas Armadas, contó con el apoyo de varios sectores de la sociedad civil: el sector agroexportador, las empresas transnacionales y organismos económicos internacionales, como el FMI (fondo monetario internacional).

Videla fue nombrado presidente el 29 de marzo y tuvo como ministro de Economía los cinco años de su gobierno a José Alfredo Martínez de Hoz. Tuvieron el apoyo de Estados Unidos desde antes del golpe.

En 1980 fue designado el general Roberto Viola en reemplazo de Videla, pero por grandes deliberaciones internas, no asumió el cargo hasta 1981. La situación económica era muy mala, y Viola intentó organizar una apertura con los partidos políticos. Sin embargo, no tuvo acuerdo con los otros integrantes de la cúpula militar, y ese mismo año fue reemplazado por el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri. Galtieri tenía excelentes relaciones con los Estados Unidos, y pensaba que por esa razón podía llegar a emprender una aventura bélica descontando el apoyo de la potencia del Norte.

Su sucesor fue el general Reynaldo Bignone, nombrado solo por el Ejército, porque la Marina y la Aeronáutica estaban en desacuerdo. Con esta situación, la Junta Militar queda disuelta por lo que tuvieron que nombrar nuevos militares como miembros de la cuarta Junta, y Bignone preparó la salida democrática. Si bien la mayor parte de las desapariciones se registró durante la dictadura de Videla, hubo detenciones-desapariciones hasta el último año, 1983. El 30 de octubre de 1983 se realizaron las elecciones, y el 10 de diciembre asumió el presidente electo, Raúl Alfonsín.

El golpe militar fue pergeñado con civiles que tenían intereses económicos bien claros: mayores ganancias para sus empresas, sea cual fuere la suerte del país. Contaban con el aliento de Estados Unidos para eliminar al Estado de Bienestar, e introducirnos en una etapa neoliberal. Además, se propuso que los sectores que no podían competir con la producción del exterior, como la industria, no fueran subsidiados sino que tenían que ser reemplazados por aquellos que sí pudieran hacerlo, como ocurría con los sectores agrario y financiero, se congelaron los salarios, eliminaron el control de precios y se redujeron los aranceles a las importaciones e incrementaron los impuestos.

Respecto de la cuestión fiscal, el ministro de economía dispuso un aumento de tarifas e impuestos y la disminución de los salarios de los empleados públicos. Con estas medidas, redujo el gasto público y aumentó los ingresos del Estado que fueron asignados a la compra de armamento y a la realización de gran envergadura como las de infraestructura para el Mundial de fútbol, autopistas y puentes.

La dictadura del PRN desde el primer momento utilizó el deporte como factor distractor de la atención pública, para relajarla y que no se centre en su política genocida. El día del golpe, la Selección nacional de fútbol debía jugar contra Polonia, y el presidente de la delegación recibió la orden de jugar el partido y continuar con el resto de la gira.

El nuevo gobierno debía confirmar la solicitud hecha por el general Lanusse en 1973 y aceptada por el gobierno peronista, para ser sede del Mundial en 1978. Massera confirmó que el Mundial solo costaría sólo 70 millones de dólares, y aunque costara más, igual se haría. Corrupción mediante, se gastaron en el mundial entre 500 y 700 millones de dólares.

Como el fútbol era útil para la dictadura y el Mundial 78 era cuestión de Estado, estaban prohibidas las críticas al equipo, al modo de juego o al director técnico. Los militares querían mostrar la mejor imagen de Argentina, e imponían en los vehículos particulares el uso de obleas con la leyenda "Los argentinos somos derechos y humanos" en adhesión al régimen.

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